Lourdes Moreno: "Es importante saber lo que fuimos para saber lo que queremos ser"
Directora del Museo Carmen Thyssen Málaga
La responsable de la pinacoteca propone a los museos como modelos para afrontar los retos sociales más acuciantes del mundo contemporáneo
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LOURDES Moreno ha vivido las dos últimas décadas repartida entre dos de los principales museos de la ciudad. Entre 2005 y 2011 trabajó al frente de la Fundación Picasso. Museo Casa Natal como directora gerente y en el mismo 2011 asumió la dirección artística del Museo Carmen Thyssen Málaga, que mantiene en la actualidad. Su visión de la evolución de la ciudad en este tiempo está así íntimamente ligada a los museos, tal vez los agentes que con más determinación han dirigido esta transformación en términos urbanísticos, culturales y turísticos; pero su mirada tampoco está exenta de los criterios propios de una ciudadana más: “Es verdad que el cambio de Málaga en estas dos décadas ha sido enorme. Algunas cosas se han hecho bien y otras, no tanto. A nivel urbanístico me parece fundamental la recuperación del Puerto y de la conexión con el mar: que hayamos podido redefinir Málaga como una ciudad marítima ha sido algo clave a la hora de definir no ya el presente, sino el futuro. En el siglo XIX, Málaga necesitó protegerse del mar por los peligros que entrañaba; en el siglo XX entendió que debía superar esa barrera, vigente aún con una naturaleza más comercial, y en el siglo XXI se consolidó la idea de la ciudad y el mar como una perfecta unidad”. De manera más reciente, Lourdes destaca otros éxitos “como la ampliación de la zona peatonal de la Alameda, que ha devuelto a los ciudadanos una arteria principal de la ciudad y sin embargo muy castigada. Ahora, la Alameda ha recuperado su sentido urbanístico y eso ha significado una muy buena noticia”.
Sin dejar a un lado la cuestión urbanística, Moreno destaca la influencia de los museos en la recuperación de ámbitos degradados y devueltos así a la ciudadanía: “Es verdad que muchas veces los museos se han proyectado como atractivos turísticos, pero lo cierto es que sus entornos han permitido ganar espacios públicos que la ciudadanía ha podido disfrutar también. En el caso del Museo Carmen Thyssen, su ubicación en una zona del centro que había sufrido una degradación notable en las últimas décadas revistió efectos muy positivos: no sólo se recuperó el entorno del Palacio de Villalón como lugar seguro, sino que floreció un comercio local que, frente al empuje de las grandes franquicias en otras áreas del centro, aquí ha prevalecido y se mantiene. Incluso se conservan todavía al lado del museo las pocas peluquerías a las que siguen viniendo los vecinos del centro. A partir de aquí, nosotros, como institución, procuramos mantener viva esta relación con el entorno a través de nuestros programas de educación y mediación social. Esta es una función irrenunciable de los museos y, por nuestra parte, sólo podemos decir que los beneficios han sido mutuos y evidentes”.
Con respecto al futuro, Lourdes Moreno apunta la necesidad de ganar “una ciudad más amable, más empática. Con más zonas verdes, por ejemplo. Con bancos debajo de los árboles. Con un urbanismo pensado para todos, con sensibilidad para responder a todas las necesidades. Con un tráfico más ordenado, con conexiones más eficaces. Y con más atención a los requerimientos de la mayoría. Málaga ha puesto mucho interés en el desarrollo tecnológico, así como a procesos de digitalización muy oportunos, pero necesita seguir creciendo a nivel social con programas de integración para que nadie se quede atrás”.
Y, dentro de este reto relativo a una sociedad más integrada, destaca Lourdes Moreno la responsabilidad de los museos al respecto, también como una oportunidad: “Nos enfrentamos a un mundo cambiante, con sociedades más complejas y con una identidad multicultural. Pues bien, los museos cuentan ya con una amplia experiencia en programas de integración y educación, así que sería interesante poder aplicar todo ese conocimiento atesorado en beneficio de la ciudad en su conjunto, no sólo en lo que pasa en los museos de puertas para adentro. Lejos de funcionar bajo directrices rígidas, las ciudades deben adoptar ya modelos flexibles para poder adaptarse a requerimientos cada vez más urgentes; pues bien, los museos ya se han adelantado en su mayor parte a esa coyuntura, han asumido modelos más flexibles para responder a demandas muy distintas y han tenido que afinar sus propuestas a tenor de sensibilidades sociales bien diferentes, así que los museos deben poner su experiencia al servicio de las ciudades y a las ciudades
les corresponde aprovecharla. Y Málaga puede representar, sin duda, un laboratorio provechoso de todo esto”.
Entiende así Lourdes Moreno que en Málaga el desarrollo atañe a la ciudad y sus museos “como un reflejo mutuo en el que los beneficios, así como las medidas contra la exclusión, deben ser compartidos”. Y revindica por último una cuestión fundamental: la memoria. “Es muy importante saber lo que fuimos para saber lo que queremos ser. Es cierto que vivimos tiempos de mucha tensión política, pero, contra la tentación de la destrucción, hay que hacer un esfuerzo por comprender. Y eso pasa por reconocer y admitir lo que somos, de dónde venimos. Para ser la gran ciudad que quiere ser, Málaga debe tener presente la ciudad que es y la que ha sido. Lo contrario sería engañoso”.
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