Lujo para el paladar del turista
Las comodidades y las vistas ya no bastan para atraer a los turistas más exigentes · Los hoteles de Marbella compiten en la carrera de la alta cocina con espacios exclusivos y chefs renombrados
Una habitación con vistas espectaculares y todo tipo de comodidades no resulta suficiente para los turistas que eligen hospedarse en hoteles de lujo. De un tiempo a esta parte, los clientes más exquisitos también quieren disfrutar de la alta cocina en sus establecimientos, por lo que varios hoteles emblemáticos de Marbella han optado por albergar restaurantes innovadores para los paladares más inquietos. Abiertos también para el público en general, algunos como Don Pepe o Villa Padierna han apostado por vincular su nombre al de famosos cocineros, mientras que otros como Incosol o Don Carlos han decidido mezclar la gastronomía más vanguardista con espacios exclusivos.
En esta ruta por los 'templos' del sabor conviene detenerse en primer lugar en Calima, el restaurante que hace cuatro años abrió el chef marbellí, Dani García, en el hotel Don Pepe, y con el que ha conseguido su segunda estrella Michelin. Con su estilo Cocinacontradición, García ha querido fusionar los sabores tradicionales con las técnicas más modernas, tal y como queda demostrado en los platos que cocina con nitrógeno y otros compuestos químicos. No hay que olvidar que el nombre de su local es toda una declaración de principios, ya que calima significa "aire enturbiado con partículas".
Como novedad, esta eminencia de la gastronomía española ha querido seguir experimentando con la apertura de una champanería, denominada El taller Krug, dentro del restaurante. La idea de este espacio es que los clientes puedan probar hasta una veintena de tapas creadas por Dani García mientras toman una copa de champán Krug, el más caro del mundo. Además, la zona se ha habilitado también para que las personas que no encuentren mesa, en algunos momentos del año hay que esperar hasta una semana para lograr reserva, puedan tomar, al menos, un aperitivo con el toque Calima.
Otro peso pesado de la restauración marbellí es, sin lugar a dudas, Martín Berasategui, responsable de la carta y la oferta gastronómica del restaurante La Veranda, que, situado en el hotel Villa Padierna, se ha convertido en su primer establecimiento en Andalucía. Galardonado con tres estrellas Michelin, este vasco internacional ofrece a sus comensales una cocina muy personal, imaginativa, y fresca, que combina las tradicionales recetas de su tierra con los sabores y aromas del sur. En La Veranda, que se encuentra perfectamente integrada en este hotel que se caracteriza por su elegante estilo inspirado en la arquitectura toscana y renacentista, se podrán probar platos de Berasategui tan sorprendentes como un ajo blanco de piñones con pescado azul, setas de temporada y caviar de arenque, lubina asada con caldo de acelgas, pilpil de mostaza y ensalada de sésamo o jugo de pescados de roca al azafrán y bombón líquido de olivas negras.
Los devoradores de carne tienen otras propuestas interesantes como el asado con trigo silvestre, queso idiazábal y cerezas o un solomillo asado a la brasa con terrina de patatas, tocineta ibérica y mermelada de hongos. Todo eso mientras se disfruta de un entorno decorado con estatuas de corte clásico, tapices y antigüedades.
Por otra parte, un clásico del turismo de salud como Incosol Hotel Medical Spa ha apostado por la cocina de autor a través de La Esencia, un restaurante que sintetiza en sus platos lo mejor de Oriente y Occidente como demuestran algunos descubrimientos como el café irlandés de boletus, los espárragos verdes emulsionados con aceite de carabineros o la espuma de trufa blanca y galleta de sal de apio.
Rodeada por campos de golf y urbanizaciones de lujo, La Esencia recuesta sus amplios ventanales sobre El Patio de Los Poetas, un jardín de inspiración morisca cuajado de 1.000 rosales, naranjos, olivos centenarios, cipreses y un aljibe plagado de nenúfares y carpas, que son utilizadas para algunos platos del menú.
De hecho, El Patio de los Poetas, además de envolver el restaurante con sus fragancias de lavanda, albahaca, salvia o citronela, surte a los profesionales de La Esencia de las materias primas que utilizan para elaborar sus panes (hasta seis tipos diferentes), aceites (ajo, azahar y rosas, romero), vinagres (frambuesa, granada, soja), y otros condimentos.
Pero de su decoración, que juega con columnas de láminas de acero y habitaciones de formas elípticas, llama especialmente la atención tres ventanales redondos, a modo de enormes ojos de buey, que conectan el salón principal con la cocina, por lo que los clientes pueden observar los trajines entre ollas y sartenes de los cocineros.
La última de las tentaciones culinarias que ha abierto sus puertas en Marbella este verano es Ombú, el restaurante de autor del hotel Don Carlos. Situado en el impresionante jardín tropical de este resort, ofrece una propuesta de alta categoría con productos frescos y de temporada bajo las copas del Ombú, un árbol de las pampas argentinas, que propicia un espacio íntimo donde cultivar el paladar a través de una cocina transgresora. Algunas de esas combinaciones creativas son los salmonetes a la parrilla con arroz cremoso de oveja y velo de pimiento del piquillo o presa ibérica con estofado ácido.
Por otro lado, sus postres prueban la imaginación de los comensales con composiciones que, en principio, parecen imposibles como nocilla con pimienta, melocotón con yogur y aceite de oliva o pistacho con chocolate blanco y té verde.
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