"Málaga no tiene defectos, los tienen los malagueños que no la saben amar"
Los dedos ágiles del bordador Juan Rosén han cosido y lo hacen cada año para más de la mitad de las cofradías malagueñas · En su despacho cuelga su acreditación más preciada, la carta de maestro artesano
Balcones llenos de cuidadas flores y una fachada impoluta anuncian el esmero y la delicadeza con los que se trabaja dentro. Juan Rosén abre con generosidad las puertas y su casa taller se muestra a ojos profanos como un verdadero altar de puntadas en oro fino. Cada rincón destila barroquismo andaluz, cada pared está llena de recuerdos, de logros que han hecho de este malagueño el primer maestro artesano en el bordado. Amante hasta el paroxismo de su ciudad, Rosén inicia hoy su momento más grande, la Semana Santa. "Yo ni empiezo ni termino, soy la pescadilla que se muerde la cola. Ya estoy pensando en el 24 de marzo de 2013 que es cuando resurgirá nuevamente", reconoce este artista que tuvo siempre sus ojos abiertos a la belleza.
-¿Qué hace falta para ser un bordador?
-Vocación y sacrificio y decir voy a aprender, quiero aprender. A mí me ha costado mucho esfuerzo, me lo sigue costando y me lo costará mientras viva porque en la profesión del bordado nunca se termina de aprender. Esto es como la numeración, infinita, y cada día que pasa se aprende algo, aunque lleves toda la vida en el taller.
-¿Cómo es la resistencia en este oficio?
-La resistencia es saber sobrevivir, saber llevar un negocio, que en los tiempos que estamos es un poco difícil. Pero que si uno se administra bien y trabaja bien, el trabajo no falta. Hay temporadas más altas, otras menos, pero este año he desmontado 108 bastidores y eso es mucho trabajo. Ojalá que el año que viene tengamos que desmontar 110 ó 120.
-¿Se puede innovar en el bordado?
-Sí, se puede, pero sin salirse de los cánones y del clasicismo. Por innovar y no estar bien informado puedes meter la pata. No se debe salirse de lo que son las raíces netas del bordado en oro al realce.
-¿Se considera un hombre del pasado o del presente?
-Me considero un hombre del pasado, del presente y con vistas al futuro, que creo que lo he demostrado. Siempre hay que tener un pie puesto en la tradición, una buena base, una sensibilidad muy especial, no repetir dibujos y siempre imponer tu sello, tu marca.
-¿Qué es más complejo y a la vez satisfactorio, una nueva creación desde cero o la restauración de una obra antigua?
-Tengo las dos vertientes. Lógicamente para un artista hacer un trabajo nuevo es muy gratificante pero, en mi caso, haber tocado el pendón de la ciudad de Málaga de 1753, que lo entrega el rey Carlos III, haber restaurado esta prenda fue un reto muy grande, una experiencia buenísima, una gestión maravillosa. La catedrática Rosario Camacho lo alabó muchísimo y creo que ahí se demostró la profesionalidad, el saber y la cultura dentro del mundo del bordado.
-¿Cuántas horas pasa trabajando?
-Yo vivo para mi trabajo, no trabajo para vivir, lo tengo claro. Toda mi vida la paso aquí.
-Si uno tiene eso claro entonces es feliz, ¿no?
-Soy felicísimo. Porque dentro de mi austeridad, dentro de humildad y también de mi ego, yo vivo como quiero y soy feliz de poderme levantar todas las mañanas, dar las gracias a Dios por un día más y tener un bastidor preparado para poder trabajar. Así soy la persona más feliz del mundo.
-¿Su taller es su templo?
-Sí. Dentro está la que manda que es María Santísima de la O, ése es el eje central del taller
-¿Qué es para usted la Semana Santa?
-Lo más grande, lo más grande en mi vida desde chiquitito. Es lo que más me gusta. No cambio esa semana por nada del mundo, desde que sale Pollinica hasta que entra el Resucitado soy la persona más feliz. Y ya el Lunes Santo me rompo con la salida de mi cofradía, salen a la calle mi Cristo y mi Virgen y eso me llenan plenamente.
-¿Cree que el malagueño la vive con fervor o es simplemente como manifestación cultural?
-La Semana Santa es una manifestación religiosa y de fe, es una catequesis en la calle, ante todo es una fiesta religiosa 100%, porque es conmemorar pasión, muerte y resurrección de Cristo. Pero también hay tanto arte en la calle, tanta cultura cofrade... Orfebrería, talla, dorado, bordado, eso es cultura cofrade andaluza, pero primero y ante todo es una manifestación de fe. Y la Málaga cofrade yo pienso que la vive con fe, porque cuando la gente se tira a la calle hay algo, ficticio no puede ser. Trabajamos durante todo el año para ver durante unas horas a nuestros titulares en la calle, con ese esfuerzo. Y con que uno reconozca la belleza, nos da fuerzas para continuar y hacerlo mejor el año que viene. Así está llegando la Semana Santa de Málaga a unas cotas maravillosas.
-También es una fuente de ingresos...
-Sí claro, la Semana Santa es una industria, aunque una industria artesanal, de la que come mucha gente. Por eso pienso que los autónomos que estamos dedicados a esto deberíamos de estar un poco mejor mirados, necesitamos ayuda. No es todo oro lo que reluce. Nos encontramos desamparados.
-¿Le hacen encargos otros puntos de España?
-Sí, tenemos trabajos en 17 puntos de la geografía nacional.
-¿Su trabajo ha salido de las fronteras españolas?
-Sí, en Bruselas. Hicimos unos ornamentos litúrgicos para un sacerdote.
-¿Hay listas negras en su negocio?
-Pues sí que las hay. En algunas cofradías sé que estoy vetado, eso lo tengo claro y asumido. Sí que hay listas negras. Pero yo no tengo problemas con nadie, aunque hay quien tiene problemas con Juan Rosén, personas que a la vez que te dan la palmadita en la espalda te están dando las puñaladitas. Lo sé. Yo tengo trabajo en 23 cofradías malagueñas, más del 50% de la Semana Santa, y estoy muy satisfecho. Y la que venga de nueva factura pues estupendo, aquí no se rechaza a nadie.
-¿Cómo de vinculado se siente con la ciudad?
-Yo llevo esta tierra por bandera, presumo de ella. Qué pena que muchos no presuman de su tierra. Yo digo con la boca llena que donde se ponga Málaga se quite todo. Qué misterio tendrá esta tierra para que un sevillano, un Premio Nobel, Vicente Aleixandre, la llamara la Ciudad del Paraíso. No hay nada mejor en el mundo. El sol de nuestra tierra y el mar que la preña de marismo la hacen única, mágica. Quizás quede un poco exagerado, pero yo no soy exagerado, es que los demás se quedan cortos. La amo con los cinco sentidos.
-Pero el que ama también reconoce los defectos...
-Málaga no tiene defectos, los tenemos los malagueños, que quizás no sepamos amar y respetar a la tierra. Pienso que no sabemos presumir, ni cuidarla como deberíamos.
-¿Que habría que mejorar aquí?
-Habría que mejorar las ayudas. Yo podría mantener más puestos de trabajo si una institución como la Junta diera ayudas, si el Gobierno local o central ayudara a pequeñas y medianas empresas. Muchas veces vivo muy sacrificado, tengo que trabajar 12 y 14 horas, porque no puedo contratar a nadie más. Porque las cofradías pagan religiosamente, pero luego hay que descontar sueldos, seguros sociales, impuestos... Somos recaudadores. De hecho yo tengo un sobre que pone IVA prohibido tocar, eso no se toca ni para comer si hiciera falta. Pero si ayudaran a las pymes generaríamos más puestos de trabajo. Reclamo a los políticos que sean comprensivos, generosos y que ayuden a la artesanía a crear más empleo. Espero que esto no caiga en saco roto.
-¿La crisis también ha llegado a su taller?
-Sí, la verdad es que se nota la crisis pero no es la primera que paso y gracias a Dios siempre ha habido una bastidor para poder trabajar y gracias a ese bastidor poder vivir. Aquí lo que interesan son los encargos grandes de varios años que creen más puestos de trabajo, como el palio de la Virgen de Consolación y Lágrimas, de la Archicofradía de la Sangre, que se estrenará este año. Pero si se entregan estas piezas, va menguando el personal. Aunque vamos tirando con una cosita, con otra, también trabajamos mucho para fuera.
-Es decir, que la crisis está ahí pero las cofradías están sabiendo capearla...
-Las cofradías que se muevan, que luchen, suden y trabajen, consiguen dinero. Este año hay estrenos importantes en la Semana Santa y se auguran otros para el año que viene. Pero nosotros los cofrades no podemos parar de hacer rifas, loterías, de vender, de hacer cenas, meriendas, de dar sablazos...
-¿Y cómo están las cuentas de Juan Rosén?
-Sí, todavía no he tenido que decir te pago el mes que viene. Una de las filosofías de mi taller, además de la disciplina y el respeto al empleado es que antes de que llegue el Domingo de Ramos, todo entregado, todo cobrado y todo pagado. No le debo a proveedores ni a nadie.
-¿Ve a las nuevas generaciones capaces de perpetuar el oficio?
-Los míos sí. Yo tengo dos discípulos, Antonio Pérez Gómez y José Manuel Molina Cobos. Llevan ya 22 años conmigo. Entraron verdes como aceitunas y me han demostrado su profesionalidad, su perseverancia y su amor a la artesanía del bordado. El día que yo me retire el taller pasará a su nombre, serán sucesores de bordados Juan Rosén. Aunque yo voy a estar a pie de bastidor hasta que me muera, me iré con los dedales puestos, como decía mi maestra Esperanza Elena Caro.
-¿Le gusta mucho recordarlas a sus mentoras?
-Sí, yo tuve a dos maestras, la primera madre Patrocinio de San José y la segunda la sevillana Esperanza Elena Caro. Para mí ha sido la mejor bordadora de todos los tiempos, una gran creadora y recreadora. Esa fue mi operación triunfo. Me dieron muy buenos consejos, la base para luego poder echar mi creatividad, fantasía e ilusión. Eso lo tengo a gala, llevar a las maestras por delante y pienso que el que no lo hace está vacío.
-¿Cómo empezó en esto?
-Yo soy bordador de oro por la Virgen de la O y lo que empezó como un hobby se convirtió en una profesión que se ha visto culminada con el anhelo que tenía, que es la carta de maestro artesano de la Junta de Andalucía. Ese ha sido mi cum laude. Los artesanos no teníamos titularidad en Andalucía, ahora sí puedo decir que soy bordador de oro.
-Llevamos siglos de bordado, ¿le quedarán otros tantos?
-Yo creo que sí. Todas las artesanías evolucionan, sale gente nueva, y el maestro que se jubila o fallece tiene que dejar una escuela, una seña de identidad. Puede haber momentos en que esta artesanía esté dormida, como pasó en el bordado en los años 70. Cerró el único taller privado, el de los hermanos Rodríguez Sanz. En el 72 cierran y sólo se quedan las monjas. En el 76 empecé y por fortuna no he parado. Ya van para 37 años
-¿Cuál es su gran obra?
-Ahora mismo el palio de Consolación y Lágrimas pienso que es una obra sublime, grandiosa, lo mismo que el manto de la Virgen de la O. Son dos obras de las que estoy muy orgulloso, esto no se hace todos los días.
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