Málaga también habla inglés
Interfamily Idiomas realiza programas de inmersión lingüística con familias nativas que residen en la provincia El 5% de la población es de origen británico
Ni cabinas de teléfono rojas, ni grandes bulevares, ni un gran puente sobre el Támesis, pero María Victoria asegura que "es como si estuviera viviendo en Inglaterra". Málaga no es Londres pero aprender inglés no tiene por qué ser una misión imposible, y menos en una provincia en la que cerca del 5% de su población posee la nacionalidad británica.
En verano muchos estudiantes parten al extranjero con la iniciativa de poner en práctica algún idioma, en su mayoría el inglés, la eterna asignatura pendiente. Interfamily Idiomas es una empresa malagueña que realiza el mismo proceso a la inversa: facilita el aprendizaje y la práctica del inglés mediante la convivencia con familias nativas residentes en España.
María Victoria acaba de pasar una semana con Joan, una mujer de edad similar a la suya y natural de Inglaterra que lleva varios años viviendo en Alhaurín de la Torre. María Victoria es presidenta de la asociación Fenaer de enfermedades respiratorias, y reconoce que viaja a Europa con frecuencia pero que su inglés hablado no es fluido, razón por la que acudió a Interfamily Idiomas para contactar con alguien con quien practicar la lengua. "Pensaba ir a Inglaterra, pero al final estoy haciendo lo mismo viviendo en Málaga y con mi familia al lado", explica.
Y precisamente esa es una de las razones que en el caso de los más pequeños motivan a los padres a realizar programas de inmersión lingüística cerca del domicilio: "Cualquier imprevisto puede manejarse mejor, resulta más fácil visitarlo si la estancia es larga y además es más barato para los padres tener a los hijos a un viaje de coche", explicó Irene Rubí, directora de Interfamily Idiomas.
Son más de 50 familias inglesas las inscritas en el programa en la provincia, desde Nerja hasta Marbella, dispuestas a acoger a interesados en el idioma, seleccionadas en función de las necesidades, gustos e intereses de cada alumno y que, en el caso de los estudiantes menores de edad, conviven con familias con hijos de edades similares para aprovechar al máximo el hospedaje. Una manera de aprender y de perder el miedo a hablar en público en inglés que también puede disfrutarse en familia. Durante la segunda quincena del mes de agosto, una pareja y su hija de siete años convivirán juntos una semana con una familia inglesa en la Costa del Sol.
Ir a la playa, salir de excursión, realizar visitas por el pueblo o la ciudad, encuentros con familiares y amigos o salir de compras son algunas de las actividades cotidianas más comunes. Guille y Pedro son dos hermanos procedentes de Madrid que hace una semana acabaron su estancia con dos familias nativas residentes en Monda y Almáchar, y reconocen que, al principio, la idea de pasar dos semanas en el sur de España en lugar de salir al extranjero no les motivó demasiado, pero el resultado final ha sido muy positivo. José María, padre de estos chicos de 14 y 16 años, justificó la importancia de que ambos estuvieran separados, con dos familias distintas y en pueblos diferentes, "para que cada uno pudiera vivir su propia experiencia personal y sin ayuda del otro". Asimismo, señaló que "era muy importante que hubiera chavales de edades muy parecidas con las que establecieran relaciones".
De esta manera, no es necesario dejar la toalla de la playa en casa o sucumbir a los estragos del jet lag. Irene Rubí expone que "dos semanas son suficientes para darle un empujón al idioma", a la vez que justifica que mientras que "en el extranjero juntan en las clases a españoles y solo hablan inglés dentro de las aulas", de esta manera "fuerza a los estudiantes a practicar el idioma de una manera más natural y en actividades cotidianas que realizan a diario". En ocasiones se trata de urbanizaciones en las que casi la totalidad de los residentes son de habla inglesa, y que frecuentan instalaciones y bares de dueños extranjeros, con lo que "muchos ni siquiera saben español", explica Rubí. Sin embargo, tanto Guille como Pedro reconocen que, en ocasiones, también hablan español con sus nuevos compañeros. María Victoria, en cambio, comenta que cuando habla algo de español Joan le regaña. "Realmente estamos aprendiendo mutuamente, yo también le enseño a ella y hacemos un intercambio fabuloso", explica.
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