Málaga protegerá el último vestigio del demolido barrio de La Coracha
El Ayuntamiento otorgará al único edificio que queda en pie de este viejo asentamiento una protección arquitectónica grado I y cambiará su uso a residencial
Málaga/El último vestigio del antiguo barrio de La Coracha. Aquel que se levantaba casi adosado a la muralla sur de la Alcazaba y que acabó siendo demolido en el marco de una operación urbanística objeto de una crítica social y ciudadana que aún hoy resuena. De todos los inmuebles solo uno, que data de principios del siglo XIX, sigue en pie.
Y, por lo que parece, lo seguirá estando muchos años más. Al menos con este propósito el Ayuntamiento de Málaga, casi con el cargo de conciencia de quien propició décadas antes la destrucción de lo que había, tramita en la actualidad una modificación que permitirá incrementar el grado de protección que pesa sobre el edificio.
De una simple salvaguarda ambiental, se pasará a aplicarle una protección arquitectónica grado I. Una figura que es la que se fija para edificios que "por su valor, por su implantación en la estructura urbana y las posibilidades de su puesta en buen uso, deben ser protegidos, controlando las actuaciones que sobre ellos se hagan e impidiendo su desaparición o sustitución".
"Es el último vestigio de un barrio con carácter popular, de reconocible interés histórico en la memoria de la ciudad por la situación singular en la que se encontraba, al pie de la Alcazaba. Resulta esta una oportunidad para salvaguardar su existencia", defienden los técnicos municipales, subrayando que se trata de dos inmuebles con características de la arquitectura vernácula, de ejecución doméstica y humilde, en los que se reutilizaron recursos más próximos al lugar, incluso con materiales de los restos de la muralla en ruinas a la que se adosaban.
El objetivo asumido por el Consistorio con este paso adelante no es otro que el "dejar en la ciudad un elemento edificatorio recuerdo del barrio de La Coracha, parte de la historia del crecimiento de nuestra ciudad". Según se relata en el expediente, el barrio surgió tras el abandono militar de la Alcazaba y el derrumbe de la Haza Sur de la misma, ante la demanda de viviendas y los pocos medios económicos existentes. Su emplazamiento estaba junto al mar hasta que a principios del siglo XIX se rellenaron los terrenos del puerto y el mar se alejó, dejando paso a una gran explanada, hoy la plaza del General Torrijos. El edifico sobre el que ahora se incrementará la protección pertenecía a un conjunto de viviendas que "linealmente trepaban adaptándose a la topografía del terreno al abrigo de la muralla de la Alcazaba".
Fue en los años 80 cuando el Ayuntamiento dio forma al Plan Especial de Reforma Interior (Peri) para la regeneración del Barrio de la Coracha. En el mismo se proponía su demolición parcial y la recalificación del mismo a equipamiento, con el proyecto de un gran museo para la ciudad y recuperando las tipologías edificatorias para talleres artesanales.
El Plan General de 1997 recogió este planeamiento, dando comienzo a la expropiación de la barriada, "a excepción de la primera edificación". En su caso, la enajenación quedó parada después de que la propiedad recurriese ante los tribunales. De hecho, el citado Peri, aprobado definitivamente el 23 de diciembre del 1988, fue anulado por el Tribunal Supremo el 8 de octubre de 1998. Su suspensión invalidó las actuaciones expropiatorias, salvando el edificio ahora protegido.
Todos estos detalles forman parte de un expediente impulsado por la Gerencia de Urbanismo, aprobado inicialmente el pasado 30 de abril, que trae consigo, además, la modificación del uso del citado edificio. Durante años clasificado como equipamiento, siendo de titularidad privada, pasará a ser de uso residencial, respetando de este modo el uso real del mismo.
Esta variación es compensada con otra modificación de uso en el Paseo de Sancha. En concreto, el número 42, que acoge una clínica médica, que pasará de residencial a equipamiento. Se trata de un edificio siglo XIX, la antigua Villa San Carlos, construida por el arquitecto Fernando Guerrero Strachan.
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