'Malaka': una serie mu'perita
Televisión
TVE estrenó este lunes la serie en la que los acentos malagueños y La Palmilla brillan y se reivindican
Y Salva Reina hace del colega merdellón perfecto
Málaga es una ciudad que sigue esperando su propia novela negra, la que merece, la que viene ganándose a pulso desde hace décadas. Y tras el estreno de este lunes de los dos primeros episodios de Malaka parece que tendremos que seguir aguardando a que Pablo Bujalance, el mejor cronista con el que actualmente contamos, capaz de coger el pulso a diario a la ciudad, se ponga a ello. Por poner un ejemplo.
Pero si es cierto que Malaka está lejos de ser un artefacto audiovisual redondo -al menos en las dos horas que hemos visto hasta el momento-, también es verdad que contiene aciertos que no pueden dejar de ser aplaudidos. Porque los artífices de esta serie han aprendido bien la jugada: acercar la realidad lo más posible a la pantalla es bien fácil si usamos un elemento que lo impregna todo: el acento.
¿Qué mejor para acercarnos a una región que hacer protagonista al lenguaje, a la dialéctica? Hacernos testigos de los diversos modos en los cuales los habitantes de un lugar se expresan -lo que configura su realidad- es conocerlos.
En ese sentido, desde luego Malaka es una serie mu'perita en la que se disfruta del auténtico sabor malagueño, ese acento que casi se paladea y que hizo que el celebérrimo Ruinas en la jungla se comiera Internet con su mezcolanza de acentos de Mangas Verdes y los Asperones.
Luego están, claro, los habitantes de Twitter para los cuales la serie Narcos es una obra perfecta gracias a lo conseguido de los acentos colombianos, mientras que en Malaka "no se entiende nada con esa manera de hablar tan forzada, ojalá la hubiesen subtitulado"...
Los habitantes de la capital malagueña llevan meses pendientes de Malaka, rodada por la productora Globomedia y que cuenta con Salva Reina -que ha sabido construirse una maravillosa carrera desde aquel apretado piso de estudiantes-, Maggie Civantos y Vicente Romero, como actores principales, los cuales actúan con todo un elenco de artistas malagueños y andaluces como Laura Baena, Alejandro Casaseca y Susana Córdoba.
Y con grandes personajes en sí mismos como Jesús Rodríguez 'El Chule', el cual ya había hecho sus pinitos delante de las cámaras y que representa una de las señas de estos dos primeros episodios de Malaka: hacer brillar La Palmilla aunque sea -ay- por lo mismo de siempre.
Además, también destaca entre los directores de los ocho episodios de la serie el realizador malagueño Chiqui Carabante.
Malaka es el exponente de una corriente del audiovisual patrio que ya exploraran películas como Grupo 7, La isla mínima o El guardián invisible: serie negra costumbrista con todos esos clichés que tan bien conocemos y que nos hace sentir tan cómodos: el personaje torturado que regresa a su hogar, el personaje criado en los bajos fondos y que ha salido adelante trampeando con el día a día, los compañeros obligados a entenderse, el asesinato que hay que resolver, la corrupción, los hampones locales, el secundario simpaticón sacrificable...
Todos estos lugares comunes funcionan para el que no sea de Málaga y no conozca las intimidades de la ciudad. Para el foráneo, además, resaltan los guiños que los creadores se han encargado de meter en cada resquicio de la serie para nuestro regocijo.
Como muestra un botón: que en el segundo episodio se presente el proyecto que hará del Guadalmedina un gran parque usando la expresión "cerrar la cicatriz", tan de Francisco de la Torre, es un caramelito para cualquier boquerón. Estamos seguros de haber escuchado como toda Málaga soltaba una carcajada al unísono.
Con todos esos elementos Malaka se construye para ofrecer un producto en el que es evidente que se ha puesto mucho cariño, y eso es mucho más de lo que se puede decir de la mayoría de las realizaciones para televisión que hoy en día consumimos. Quizá no sea suficiente, pero mientras sea entretenida, ¿qué más necesitamos? Lo importante es que no aburra y que nos regale una historia que dé lugar a otras muchas. Tal vez una de ellas sea la gran novela negra que Málaga merece, en todos los sentidos.
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