María Gámez, la primera mujer al frente de la Guardia Civil
Nombramiento
MaríaGámez estudió gracias a un benefactor que nunca conoció
Ahora dirigirá a 80.000 agentes
Málaga/Una mujer estará al frente de la Guardia Civil por primera vez en sus 175 años de historia. El hito, una auténtica patada a otro techo de cristal, tiene nombre propio: María Gámez (Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, 29 de enero de 1969). Su llegada a un Cuerpo donde la mujer representa solo un 7% ha monopolizado los debates y las tertulias en las últimas 48 horas hasta el punto de que el Gobierno ha salido en tromba, con Pedro Sánchez a la cabeza, para anotarse el tanto. Todo un éxito en esta política tan efectista. Hasta el poderoso consejero de la Presidencia, Elías Bendodo (PP), elogió el viernes el talante de la política socialista.
Pero ¿quién es la mujer que va a estar al frente de más de 80.000 agentes? Su niñez –hija de un farero, la menor de 11 hermanos de una familia “modesta y numerosa”– son los recuerdos del malagueño barrio de la Victoria. Gracias a “un benefactor anónimo” que nunca conoció, estudió en la Escuela La Aneja Femenina y en el Colegio del Monte. En lo personal, madre de tres hijos a punto de cumplir los 51 años. En lo profesional, licenciada en Derecho por la Universidad de Málaga y con un Máster en San Telmo, alta funcionaria de carrera de la Junta de Andalucía y, ahora, la primera directora general de la Guardia Civil en sus 175 años de historia, con permiso del Duque de Ahumada. “Muy rigurosa y tenaz en su trabajo”, con aplomo. Una flema casi “británica” que rara vez deja traslucir sus emociones. “No es primaria, sabe escuchar”. La descripción que de ella hacen algunos de sus colaboradores y mentores de su ya larga trayectoria profesional.
Su periplo de trabajo comenzó en 1992 en la Oficina del Defensor del Pueblo, desde donde pasó a la Delegación de Asuntos Sociales de la Junta. Con Francisco Vallejo al frente de la sanidad andaluza, María Gámez consiguió su primer ascenso en 1999. El delegado de Salud en Málaga, José Luis Marcos, la nombró jefa de servicios de Procedimientos. Y convenció, sobre todo porque consiguió poner al día los expedientes de Farmacia atrasados en la provincia. Su facilidad con las nuevas tecnologías la catapultaron en 2004 a delegada de Innovación Ciencia y Empresa de la Junta, una consejería de nueva creación, también con el citado Vallejo a los mandos.
Cuatro años después, Gámez sustituía a Marcos como máxima responsable del Gobierno andaluz en Málaga. Nadie le pidió su opinión sobre sus apetencias sobre la Alcaldía de Málaga. El presidente Griñán la impuso y le despejó el camino para que no tuviera que desgastarse con unas primarias. Fue una especie de alcaldable a palos, poco dada a la exigencia de cercanía con la gente que exigía el puesto. Perdió las elecciones en 2011 y tampoco mejoró los resultados en 2015. El ganador Francisco de la Torre ensalzó su sentido de la responsabilidad cuando decidió dar un portazo en agosto de 2016. Esa mañana llamó a su entonces secretaria regional, Susana Díaz, y le anunció que se marchaba a su casa. Alegó que quería pasar más tiempo con su familia. Dejó en fuera de juego a la dirección de su partido, que pretendía preparar su relevo con una cierta tranquilidad.
En cuestiones orgánicas, a la contra, María Gámez, hasta ahora, sí que ha acertado siempre. Cuando la delegación andaluza del PSOE respaldó mayoritariamente a Carme Chacón, en el Congreso Federal de 2012, ella apostó por Alfredo Pérez Rubalcaba. El triunfo del fallecido dirigente socialista le permitió acceder al comité federal del PSOE. Después se hizo sanchista y no tuvo reparos en posicionarse en contra de Díaz. Así que cuando el actual mandatario español alcanzó la Moncloa en 2018, la rescató de su retiro político y la nombró subdelegada del Gobierno en Málaga. Cumplía el doble requisito: funcionaria de la escala A y afín a él.
“Su paso por la Subdelegación ha sido importante, ha visto por sí misma el trabajo de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y se ha graduado con cum laude”, relata uno de sus colaboradores hasta el viernes. Agrega que uno de sus momentos más duros fue el rescate, hace ahora un año, del niño Julen, el pequeño que murió al precipitarse por un pequeño orificio en el municipio de Totalán. Los mandos de las Fuerzas de Seguridad, entre ellos los de la Guardia Civil, descubrieron entonces “a una gran profesional, muy preparada”. Durante los 13 días que duró el dispositivo encontró en su persona “una enorme humanidad y una inteligencia emocional suficiente como para liderar un equipo y un trabajo como el que fue”. Gámez, narran otras fuentes, se dejó guiar por las recomendaciones que en todo momento formularon los profesionales.
Consciente de que este último periodo “ha podido tener algo que ver” con su designación, la socialista reconoció el viernes que esos 13 días de trabajo fueron “un curso acelerado”. “Yo y muchos otros que me acompañaron en esa tarea nos enfrentamos a una situación excepcional, en la que muchas instituciones y colectivos trabajaron, especialmente la Guardia Civil. Aquello me ha marcado en la institución y como persona y me ha dado una visión muy cercana de cómo son, sus capacidades y su valía”, explicó en su despedida como subdelegada.
Desde el entorno del Ministerio del Interior también se le ha venido a presentar como una especie de adalid contra el tráfico de drogas. Lo cierto es que el crimen organizado ha estado muy presente en Málaga en los dos últimos años, con varias decenas de asesinatos por ajustes de cuentas. Un escenario que ha provocado las quejas por la falta de seguridad de algunos alcaldes como la de Marbella.
Su biografía de Twitter, una red social donde es bastante activa, es definitoria: “La política es un estado transitorio. La lucha por la justicia, una batalla permanente. Mi lugar en el mundo, #Málaga”. En las últimas horas, Gámez ha comentado a algunos allegados la responsabilidad ante el desafío que debe afrontar. Se muestra ilusionada ante el nuevo reto pero también abrumada ante el hecho de que será la primera mujer al frente de la Guardia Civil.
Pocos le han visto perder la paciencia. Sólo una vez, en su etapa como delegada de Innovación y después de 36 horas de una negociación que la extenuó con los empresarios de las canteras de Alhaurín de la Torre, que debían cerrar sus explotaciones por falta de licencia. Ahora ha dado el sí para un desafío mucho mayor.
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