Memoria, huida y muerte
Aparecen en Granada fosas relacionadas con milicianos que lograron sobrevivir a los bombardeos de la Carretera de Almería pero fueron sorprendidos y fusilados cuando trataban de huir por la Alpujarra
"¡Malagueños! Me dirijo en primer lugar a los milicianos engañados. Vuestra suerte está echada y habéis perdido. Un círculo de hierro os ahogará en breves horas; porque si por tierra y aire somos los más fuertes, la Escuadra leal a la dignidad de la Patria os quitará toda esperanza de huida, ya que la carretera de Motril está cortada". La proclama del general Queipo de Llano lanzada desde aviones antes y durante la evacuación de Málaga la recoge la historiadora de la Universidad de Málaga (UMA) Encarnación Barranquero en su libro Málaga entre la guerra y la posguerra.
A comienzos de febrero de 1937 la ciudad estaba rodeada. Las tropas franquistas se aproximaban por la costa occidental, mientras que una columna italiana de la Brigada Manzini se encontraba en Zafarrraya y la huida hacia Antequera, adonde había llegado el general Franco en esos días, era inviable.
A pesar de la cercanía de las fuerzas franquistas e italianas, las autoridades de la República habían descartado la evacuación de la ciudad "quizás porque esperaban una ayuda militar que nunca llegó. Días antes todavía hablaban de resistir, de Numancia, de armas de Rusia... Mientras que la prensa era triunfalista e incluso se habían programado mítines para el día en el que finalmente se produjo la ocupación". Toda esa población se vio sorprendida por el cerco, explica Encarnación Barranquero, que desde hace más de 20 años estudia la desbandá de la Carretera de Almería.
Cuando se hizo evidente la caída de Málaga, milicianos, población civil y refugiados salieron en desbandada por la Carretera de Almería, el camino que parecía más expedito, con el objetivo de alcanzar Almería y la zona republicana. ¿Cuántos huyeron? Muchos miles. El Socorro Rojo Internacional que operaba en aquellos momentos en Almería apuntaba que 150.000. Encarnación Barranquero calcula que un tercio de la población malagueña intentó la huida, junto a otros 60.000 refugiados procedentes de Cádiz, Sevilla, Ronda y Antequera que se habían apilado en Málaga desde 1936. Esta historiadora de la UMA, que en la actualidad estudia la represión patronal en la posguerra, subraya entre los indicios en los que se sustentan estas estimaciones cómo tras la caída de la capital la mitad del medio millar de obreros de la fábrica textil de Los Guindos no acudió a su puesto de trabajo.
Bombardeos indiscriminados desde el aire y el mar sobre esta población que huía se cobraron miles de vidas en uno de los episodios más cruentos de la Guerra Civil. Algunos supervivientes de los bombardeos, ante la imposibilidad de alcanzar el frente a través de Motril, ya en manos de las tropas italianas, trataron de evitar las bombas alejándose de la línea de costa y atravesar las Alpujarras para llegar a Almería.
La Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica tiene testimonios orales de vecinos del Valle de Lecrín, Órgiva y Vélez de Benaudalla que señalan cómo estos milicianos eran sorprendidos por grupos falangistas y de tropas hispanomoras que iban limpiando las zonas tomadas por la columna italiana que bajaba hacia Motril. Esta asociación excavó la pasada primavera una fosa de más de 10 metros de longitud y entre 1,50 y 1,75 de profundidad, en Melegís, en el Valle de Lecrín (Granada), donde fueron enterrados 18 milicianos, casi todos menores de 30 años y casi todos ellos con un tiro de gracia recibido cuando ya habían caído en el enterramiento. Los cuerpos no han sido ni identificados ni reclamados por nadie, pero sí se pudieron individualizar y está previsto que se haga un banco de datos en el municipio.
De acuerdo con los testimonios orales recogidos por la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, los milicianos procedían de la desbandá de la Carretera de Almería. Llegaron exhaustos y les fueron servidas patatas fritas antes de que un batallón los fusilara en una noche comprendida entre el 15 y 25 de febrero de 1937.
Esta organización, que preside la historiadora Maribel Brenes, también ha localizado restos humanos en Vélez de Benaudalla (Granada), donde de nuevo testimonios orales señalan que fueron fusilados y enterrados en una fosa común milicianos huidos de Málaga. La alcaldesa de esta localidad, Pilar Peramos, pidió a esta asociación en septiembre del año pasado que estudiara esta fosa de la que se hablaba en el pueblo pero de la que no había más rastro que los relatos orales.
A comienzos de diciembre del año pasado, tras unos días de intensas lluvias, miembros de esta organización localizaron durante un rastreo periódico cerca del cortijo El Noguerón un hueso que podría pertenecer a un húmero y un cráneo. Efectivos de la Guardia Civil retiraron los restos y el Juzgado de Instrucción número 3 de Motril abrió diligencias y determinó que el Instituto de Medicina Legal de Granada hiciera los estudios pertinentes para datar los vestigios. Al tiempo, el historiador de la Universidad de Granada y Vicepresidente de la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, Rafael Gil Bracero, aportó un estudio con los indicios históricos que sustentan la existencia de esta fosa.
Los expertos forenses emitieron su informe hace unos días, es decir 12 meses después de la aparición, para indicar únicamente y sin más precisión que se trata de restos de más de 20 años de antigüedad, previsiblemente de un individuo de entre 55 y 60 años del que no se puede determinar ni siquiera el sexo, por lo que la jueza de Motril Claudia María López ha acordado el archivo de las diligencias. El abogado de la asociación, Antonio Vélez, reconoció ayer que la asociación aún no ha analizado qué hacer tras el carpetazo dado por la autoridad judicial al caso de las fosas de Vélez de Benaudalla.
La memoria oral también habla de malagueños supervivientes de la Carretera de Almería en la fosa granadina de Órgiva, que es la más grande de la provincia. A pesar de las masacres que se produjeron en la huida, miles de personas lograron llegar a Almería. Las historiadoras de la UMA Encarnación Barranquero y Lucía Prieto han reflejado en el libro Población y Guerra Civil en Málaga: caída, éxodo y refugio el rastro de los refugiados a lo largo del levante español. "Almería no tenía capacidad para atender a tantas personas, por lo que trataban de evacuarlas lo más rápidamente posible a otras zonas republicanas. Desde allí fueron llevados a Murcia, Alicante, Jaén, Ciudad Real y a todo el Levante hasta Cataluña", explica Barranquero.
Al término de la guerra sobre todo los que llegaron a Cataluña lograron traspasar la frontera francesa, donde no les aguardaba un futuro más prometedor con la II Guerra Mundial en ciernes. Encarnación Barranquero recoge en un artículo publicado en el séptimo número de la revista Sociedad que edita la Asociación de Amigos de la Cultura de Vélez cómo decenas de naturales de la Axarquía fueron recluidos en campos de exterminio nazis, donde perdieron la vida al menos otros 18 compatriotas de esta comarca.
"Muchos de los que hallaron refugio en Murcia, Valencia y Alicante y no pudieron salir del país optaron por regresar a Málaga. Las nuevas autoridades les facilitaban trenes y camionetas para volver", agrega Encarnación Barranquero, para puntualizar que el regreso significaba para la mayoría detenciones y juicios sumarísimos.
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