El Metro de Málaga, quince años después, casi toca el Centro

La obra de la infraestructura cumple años con la vista puesta en alcanzar la Alameda a finales de 2022

Uno de los trenes del Metro de Málaga a su paso por el trazado en superficie de la Universidad. / Javier Albiñana
Sebastián Sánchez

06 de junio 2021 - 07:44

Málaga/Quince años después, el Metro de Málaga afronta el reto final de tocar el Centro. En plena adolescencia el mayor proyecto impulsado en las últimas décadas en la capital de la Costa del Sol sigue descontando días en una larga cuenta atrás, iniciada un 6 de junio del año 2006. Esa jornada se dio el pistoletazo de salida a una obra sin fin, que aún hoy tiene ante sí un largo camino por recorrer.

La maquinaria que encendió sus motores en el entorno del Palacio de los Deportes José María Martín Carpena sigue activa quince años después. Y, de no volver a torcerse los renglones sobre los que se escribe la historia de esta obra, lo seguirán estando al menos hasta los últimos meses de 2027, cuando, según las previsiones oficiales, los trenes harán su llegada triunfal a las puertas del futuro tercer hospital.

Mucho antes, la infraestructura se mueve en un escenario cierto, tangible después de haberse instalado durante años en una zozobra continua. Ahora acorta la distancia que separa la estación El Perchel, junto a Renfe, de la parada término dibujada en el lateral norte de la Alameda. Apenas un kilómetro de recorrido en el que los obreros llevan instalados desde hace más de una década.

Interior del túnel del Metro de Málaga.

Una pieza reducida de la geografía municipal pero que representa de manera fiel la tortura en la que llegó a convertirse para la ciudad la construcción del suburbano. Retrasos sin fin en un calendario que marcaba como fecha inicial de inauguración el mes de febrero de 2009. La apertura oficial, y solo de una parte del recorrido, no tuvo lugar hasta finales de julio de 2014, más de cinco años después.

La imposibilidad de cumplir con los compromisos temporales pactados con los socios privados, ahora dos fondos de inversión de origen francés, se deja sentir de manera apreciable en las cuentas anuales de la Junta de Andalucía. La inclusión del denominado periodo transitorio en el contrato que vincula a las dos partes obliga a las arcas autonómicas a desembolsar del orden de 70 millones de euros anuales, una cuantía que, de acuerdo con los números oficiales, irá creciendo hasta que el ferrocarril urbano completo su recorrido hasta la zona norte. 640 millones serán los que costará el funcionamiento del Metro hasta llegar a ese momento.

Los retos pendientes de resolver

Los retos por cumplir A pesar de que el tiempo que separa al Metro de Málaga del centro urbano se acorta, el casi año y medio que aún tiene por delante para alcanzar ese hito será clave para perfilar algunas decisiones que se antojan trascendentes en el futuro del proyecto. El más esencial se vincula con la financiación de una infraestructura que, por el momento, únicamente recae en las espaldas y las arcas de la Junta de Andalucía. El convenio que sirvió de marco para sentar las bases del suburbano obligaba por igual, aunque en menor medida, al Gobierno central (que anualmente aporta la suma que le corresponde) y al Ayuntamiento de Málaga, cuya implicación en los costes de construcción y explotación es nula desde el nacimiento mismo de la obra. Una situación que, aunque de manera negociada y pactada, pretende corregir la Consejería de Fomento. La cuestión no es menor, por cuanto según los detalles del acuerdo primario, el Consistorio debe asumir el 25% de los costes de explotación del Metro. Y esto se traduce en varios millones de euros. Los contactos mantenidos en los últimos meses entre los dos socios privados permiten atisbar voluntad de aproximación, si bien quedan aún por concretar los detalles y los números. Otra de las asignaturas a resolver tiene que ver con los restos arqueológicos desenterrados en el marco de la obra en la Avenida de Andalucía. Una intervención que sacó a la luz una parte importante del antiguo arrabal musulmán. El compromiso tanto de Fomento como de la Consejería de Cultura es el de poner en valor y hacer visibles las piezas que han sido protegidas y rescatadas. El interrogante es cuándo se dará el paso para ejecutar el anunciado espacio expositivo que se pretende instalar en el interior del túnel del ferrocarril urbano, muy posiblemente en el mismo espacio en el que ya permanecen guarecidos dos trozos de muralla musulmana, en la misma Avenida de Andalucía.

Unos valores económicos que contrastan con la demanda real de viajeros que desde mediados de 2014 hacen uso de sus trenes. El acumulado en este intervalo de tiempo supera los 36 millones de usuarios. Para contextualizar adecudamente la cifra sirva decir que los cálculos realizados tanto por la concesionaria como por la propia Administración regional sitian en unos 21 millones de pasajeros anuales la demanda objetiva necesaria para garantizar el equilibrio económico financiero del proyecto.

Y qué decir del coste final de una infraestructura cuya ejecución fue adjudicada a finales de 2004 por unos 360 millones de euros y que, en el mejor de los casos (incluyendo el tramo soterrado hasta el Civil), acabará superando los 900 millones. Esto es lo mismo que multiplicar por 2,5 el valor que sirvió de referencia.

Las taras de este proyecto adolescente, cuya dimensión es a todas luces mayúscula, son evidentes e imborrables. Pero avanzado el camino, su crecimiento afronta una etapa decisiva que deberá permitirle reencontrarse con la ciudad, tanto tiempo afectada por su construcción. Los hitos, como es razonable en todo proceso ascendente, se acumulan, como demuestra el fin de excavación del túnel completo y la próxima culminación de toda la infraestructura del paso soterrado.

Actualmente, según las cifras de la Agencia de Obra Pública, hay desplegados del orden de 200 operarios en los dos tramos últimos del puzzle en construcción: Renfe-Guadalmedina y Guadalmedina-Atarazanas. Obreros que se afanan en las tareas de finalización de este gran mecano que es el Metro, en el que las tareas de arquitectura de las estaciones se suman a la colocación de la catenaria y, de manera inminente, de las vías por las que deambularán los trenes.

El salto cualitativo y cuantitativo de saltar de El Perchel al casco urbano es exponencial. Será en ese momento cuando el ferrocarril urbano podrá mostrar su verdadero potencial. Restan aún algunos meses para que ello ocurra. En concreto, según el cronograma pactado con las empresas privadas, unos 17 meses. Noviembre de 2022, ese es el marco temporal señalado en el calendario. Solo queda contar los días.

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