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Málaga/Un total de 325 alumnos, desde Infantil hasta Secundaria, estudian a diario en el colegio Misioneras Cruzadas de la Iglesia, el único centro concertado de La Palmilla. El 80% de ellos tienen el informe de exclusión social de los Servicios Sociales. A pesar de la precaria situación económica de muchos, esta institución con 45 años de historia en el barrio no podía ofrecerles el servicio de comedor por carecer de la subvención pública que permitiese la gratuidad del menú a las familias. Después de luchar por ello durante 15 años, el pasado diciembre recibieron la autorización por parte de la Consejería de Educación. Actualmente cuentan con 180 usuarios que, además de satisfacer una de sus necesidades básicas, están "aprendiendo a comer". Ayer, el alcalde de Málaga y un nutrido grupo de entidades colaboradoras, Cáritas, la Caixa y la Agrupación de Cofradías entre ellas, conocieron de primera mano el proyecto.
Ya hace dos décadas el colegio pudo disponer de un comedor con 60 plazas que estuvo activo durante cinco años. Sin embargo, no hubo subvención para continuar y los escolares del centro y sus familias se quedaron sin esa posibilidad. "Hemos luchado para que los niños con las mismas circunstancias de desestructuración y exclusión social tuvieran las mismas oportunidades, ya que se daba el caso de que los alumnos de los centros públicos de la zona tenían comedor y los de Misioneras Cruzadas no", explica José Miguel Santos, director del centro. "Todos los niños tienen un informe de exclusión social elaborado por los Servicios Sociales que les permite acceder al comedor de manera gratuita", agrega Santos.
El comedor empezó a dar sus primeros pasos en septiembre con un número menor de alumnos pero con la llegada de la resolución definitiva se abrió a todos los que cuentan con la documentación requerida. Para poder ofrecer el servicio, la Fundación la Caixa y la Agrupación de Cofradías han financiado el acondicionamiento del gimnasio. "El mobiliario es muy cómodo y se monta y desmonta a diario, no teníamos otro lugar para el comedor", apunta el director del centro y destaca su preocupación por los índices de pobreza publicados por la propia Junta de Andalucía. "Nos preocupa que La Palmilla siga siendo un barrio de una gran exclusión social, por eso tenemos que hacer una apuesta por proyectos integrales de calidad que cambien esas cifras", dice. "Hay que hacer un trabajo serio, riguroso que se evalúe posteriormente", considera José Miguel Santos y apunta que "a la gente que más lo necesita es a la que hay que darle mayor calidad y no lo que sobra, aunque por desgracia no suela ser así".
También destaca Santos que los servicios sociales comunitarios han hecho una labor importante para que las familias se adapten a llevar a sus hijos al comedor servido por la empresa de catering Servicios Socio-comunitarios para la Integración Laboral S.L.U. (Comtygo). Aún hay una veintena de plazas disponibles.
"Hay niños que no habían comido nunca un puchero o unas lentejas", explica José Miguel Santos. Estas recetas no entraban en su dieta normal por cuestiones económicas o educacionales. Si antes saciaban el hambre con un bocadillo, ahora tienen un primer plato, un segundo y un postre, menús saludables y equilibrados en los que entran verduras y ensaladas. "No es simplemente una comida, es un complemento a la educación", señala el director. "De todos los centros concertados de Andalucía que están en compensatoria el que mayor índice de exclusión es el nuestro y no era lógico que no tuviésemos comedor, las familias no podían pagarlo", añade.
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