Mujeres operadas de cáncer de mama en Málaga: "Hay momentos duros, pero de esto se sale"
19 de octubre, Día Mundial contra el Cáncer de Mama
Insisten en la importancia de acudir a las mamografías de cribado, pero también en la autoexploración para detectar cualquier anomalía
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Málaga/Cada caso es diferente, pero el mensaje de las mujeres que que han sufrido un cáncer de mama es el similar: "Hay momentos duros, pero de esto se sale". La frase la pronuncia Rosa Pavón, que ha superado dos procesos oncológicos diferentes por este tipo de tumor y tiene extirpados ambos pechos. Este miércoles estaba en la Asociación de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama de Málaga (Asamma), preparando el material para las mesas informativas que desplegarán con motivo del día contra esta enfermedad, que se celebra todos los 19 de octubre.
Es un testimonio esperanzador que se repite. Otro ejemplo es el de Susana Pacheco, diagnosticada hace 12 años de esta patología. Ahora sigue como voluntaria en la organización. Cuenta que cuando llegó a Asamma tenía 37 años. "Entonces no llegaban mujeres jóvenes como yo. Era mamá de un niño de dos años y mi miedo a morirme era horrible. Y hoy sigo estando aquí. Viva, muy viva; más viva que antes", relata. Cuenta que por eso sigue siendo parte de la asociación, porque es un ejemplo de supervivencia que considera fundamental para otras pacientes que lleguen angustiadas tras el diagnóstico. "Porque tu entorno familiar te apoya, pero no te entiende. Yo puedo entenderlas y ayudarlas. Entre nosotras nos entendemos y nos ayudamos", explica. Y acota: "Sigo aquí de voluntaria porque yo entonces recibí apoyo emocional y las que vienen creo que necesitan lo mismo que yo necesité. Así que es una forma de aportarles a ellas lo que me dieron a mí".
Además de los mensajes esperanzadores por alta supervivencia en este tipo de tumores -que roza el 90%-, hay otros a tener en cuenta, como la exhortación que hacen estas mujeres a acudir a las mamografías de cribado y a autoexplorarse las mamas para detectar cuanto antes cualquier anomalía. Consuelo Rodríguez prepara con Rosa los lazos y folletos que desplegarán este jueves en la mesa informativa de la calle Larios. Ambas coinciden en el consejo de la autoexploración porque poco tiempo antes del diagnóstico se habían hecho mamografías que no detectaron ningún problema. Consuelo cuenta que tres meses después de esa prueba notó "una quemazón" en un pecho, acudió al médico y resultó ser un cáncer de mama. Rosa que había sufrido uno en 2016, se hizo los controles y todo salió bien. Pero duchándose se autoexploró y notó un bulto. Consultó a su facultativo y descubrió que padecía otro cáncer de mama diferente del anterior. Por eso ambas, sin dar un mensaje alarmista, resaltan la importancia de que "además" de acudir a las mamografías, hay que hacerse autoexploraciones mamarias. "Porque hay algunos cánceres que no dan la cara", sostiene Rosa.
La jornada previa el Día Mundial contra el Cáncer de Mama, la actividad en la sede de Asamma es intensa. Todas las integrantes de la organización se preparan para hacerse oír y sensibilizar sobre esta patología cuyo pronóstico ha cambiado radicalmente en las últimas décadas, a mejor, gracias a la detección precoz, la investigación y al avance en los tratamientos. En el modesto local de la calle Jaboneros, un árbol de la vida lleno de lazos rosas recoge decenas de mensajes de mujeres que han superado la enfermedad.
María Gallego es una de ellas. Se operó hace 27 años. Este miércoles preparaba material para repartir mientras relataba su historia. "De esto se sale", aseguraba. Y recordaba que en las últimas décadas, los índices de supervivencia se han incrementado notablemente. "No es lo mismo un diagnóstico hoy que cuando me lo detectaron a mí, que se relacionaba con muerte". Contaba también que dos de sus tres hijas han sufrido cáncer de mama. "Cuando me dijeron que yo tenía un cáncer de mama, me harté de llorar; pero cuando me dijeron lo de mis hijas, me quería morir". A ella se lo detectaron con 50 años, a una de sus hijas con 45 y a otra con 36.
Sofía Palomo también fue operada de un cáncer de mama en diciembre del año pasado. Ya acabó la quimioterapia, aunque continúa con un tratamiento de inyecciones. "Perdí el pelo, las uñas y casi la cabeza", recordaba. "Pero ya, con el apoyo de la asociación, estoy saliendo del pozo. Estoy bien, como antes del cáncer", relataba. Este jueves tiene control con su oncólogo. Pero afirmaba que en cuanto acabe, se irá para la mesa informativa que tiene asignada. "Mi mensaje a las mujeres que acaben de recibir este diagnóstico es que se sale; es duro, pero se sale", comentaba.
Además de funcionar como grupo de autoayuda, porque sus integrantes comprenden los miedos y angustias de las mujeres que se enfrentan a este proceso oncológico, Asamma también da apoyo psicológico y rehabilitación a las pacientes operadas. El tratamiento más habitual es fisioterapia contra el linfedema, que es la hinchazón que se produce en el brazo por la extirpación de los ganglios de la axila que es necesaria en algunos casos. Mercedes Rodríguez es la profesional que trata a estas mujeres. Sobre todo, por linfedema y adherencias de algunas cicatrices. "Me gusta mi trabajo porque es una labor física y emocional; trabajas con cicatrices físicas, pero también emocionales. Así que hago también un poco de psicóloga porque cuando tocas a la persona, libera sus emociones", explicaba.
Muchas de las mujeres que había este miércoles en la sede de la asociación tenían su pecho extirpado. Es lo que se conoce como mastectomía. Cuando el tumor es muy precoz, puede conservarse la mama. Pero hay casos en los que porque se encuentra en un estadio más avanzado o porque los cirujanos así lo estiman, ésta no se puede conservar. Casi todas coincidían en que, superado el cáncer, no se reconstruirán su pecho. María sostenía: "Yo tengo la mama quitada, pero no pienso en la reconstrucción. Operaciones, las necesarias". Sofía no lo descarta en el futuro. "Pero por ahora no", acotaba. Rosa, que tiene una mastectomía bilateral (extirpación de ambas mamas), ni se lo plantea: "Para mí fue una liberación. Me miro al espejo y es como la cicatriz de otra operación. Me da igual la estética, me acepto como estoy".
En medio del bullicio de los preparativos para las mesas informativas de este jueves, Rosa y Consuelo reconocían que superarlo es complejo, tanto en lo físico como en lo emocional. "Es duro verte sin pecho, sin pelo, sin pestañas y sin cejas...", admitía la primera. Ella se compró una peluca, aunque a veces se ponía los pañuelos a juego con la ropa que le regalaban sus amigas. Consuelo contaba que ella no usó peluca, sino pañuelo. Lo combinaba con el color de su vestimenta y de la pintura de labios. Y ahí, ambas daban otra de las claves para un mejor afrontamiento de la enfermedad: "En esos momentos difíciles, hay que trabajarse el ánimo". Hoy ellas y la mayoría de las mujeres de la asociación lucen pelo, sonrisa y mucho ánimo para ayudar las demás...
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