Nacho Albert, un creador múltiple

IN MEMORIAM | 20 AÑOS DE 'MÁLAGA HOY'

Poeta, dramaturgo, director escénico y cinematográfico y, sobre todo, agitador esencial de la vida cultural malagueña, Albert perdió la vida de manera trágica en 2017 a los 43 años

Rockberto: una voz rota para Málaga

Nacho Albert, durante uno de sus rodajes.
Nacho Albert, durante uno de sus rodajes. / Javier Albiñana

EL miércoles 4 de octubre de 2017, Málaga perdía a uno de sus creadores artísticos más dinámicos, únicos, originales y comprometidos con la definición de la ciudad como territorio cultural. El escritor, director escénico y cinematográfico y músico Nacho Albert Bordallo falleció a los 43 años y dejó un profundo sentimiento de orfandad en el sector escénico y audiovisual de la ciudad.

Desde su inquietud proverbial, Nacho Albert dejaba una obra amplia repartida entre el cine, la música y el teatro, con varios cortometrajes en su haber y su proyecto escénico y musical Relatos en Clave de Sol. En los últimos años se mostró especialmente inclinado, sin embargo, a las artes escénicas, con iniciativas

como su proyecto de teatro en serie Nightshot, representado en varios escenarios malagueños. En el mismo 2017 dirigió la obra Monogamia, del dramaturgo chileno Marco Antonio de la Parra, en una producción estrenada por Factoría Echegaray y protagonizada por Miguel Guardiola y Francisco Pozo. En mayo de aquel mismo año presentó en el Centro Andaluz de las Letras su novela, Don Quijote en La Habana, publicada por la editorial Círculo Rojo, en compañía de otro malagueño muy recordado y querido: Antonio Garrido Moraga.

En el apartado audiovisual, Albert escribió, dirigió y produjo los cortometrajes El reposo del guajiro (2002), El baile de los insomnes (2006), Cornamusa (2006), ¿Dónde está Erre? (2007), El jinete austero (2010), Fuertes (2011) y Chochitos, que presentó con éxito en el Festival de Cine Español de Málaga en 2014. El dramaturgo Paco Bernal, con quien Albert compartió trabajos como Nightshot y la producción del largometraje Porque la vida puede ser maravillosa, afirmaba tras su pérdida que Málaga se quedaba “sin un creador de una energía tremenda, de un vitalismo extraordinario, a quien le quedaban muchos proyectos pendientes”. Querido como pocos en el mundo del teatro y el cine en Málaga, Nacho Albert dejó un hueco imposible de llenar. En 2018, la Universidad de Málaga publicó la obra poética de Nacho Albert en un volumen que recogía versos como los que siguen: Y yo me pregunto quién soy y qué función desempeño / en arenas sembradas de náufragos / Cuando halle en el fondo mi sombra me cubriré / de azul eléctrico y arderé despacio / pacífico. Tras su muerte, buena parte del mundo escénico malagueño se movilizó para la instauración de un premio para jóvenes creadores del sector por parte del Festival de Teatro de Málaga con el nombre de Nacho Albert. Hasta ahora, la reclamación ha quedado sin éxito.

Inevitablemente, fue en su quehacer poético donde Albert anticipó de manera más consciente su propia muerte, y de hecho su obra en verso parece exhalar cierto agradecimiento por la disposición de un medio, la poesía, que se nutre naturalmente de la muerte como inspiración esencial y que le permitía, por tanto, escribir sobre el particular de manera más directa. Eso sí, por más que la extinción sacudiera también algunos mimbres de su obra dramatúrgica y narrativa, asistimos siempre a la obra de un vitalista radical, a menudo a la manera dionisíaca y nietzscheana, que en ocasiones adopta la postura del estoico que pone a su propia muerte a comer de su mano, con una templanza a prueba de atajos deshonestos.

Contado todo esto así casi hay que hacer un esfuerzo para recordar que Nacho Albert falleció de manera trágica hace ya siete años y que dejó tras de sí una abultada (y reconocida con multitud de premios) producción como narrador, poeta, dramaturgo, director escénico y, más aún, agitador de una escena cultural, la malagueña, que desde entonces le echa de menos mucho más de lo que habría llegado a sospechar. Y el verso, ya sea en su anticipación mortuoria o en su envés más luminoso, adquiere ahora rango protagonista en la medida en que la obra de Nacho Albert sigue dando de sí, como una semilla fecunda para una cosecha futura.

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