Luz para un cerebro de oscuridad
I+D+i en la Universidad de Málaga
El estudio sobre la respuesta inflamatoria de ciertas células en pacientes de Alzheimer le ha valido a la doctora Ángela Gómez el Premio Málaga Investigación
El grupo NeuroAD de la Universidad de Málaga lleva años dando pasos para conocer un poco más sobre la enfermedad
Los nombres se pierden en el olvido. También el hábito de realizar las labores más cotidianas. Todo se oscurece en la mente de un paciente con Alzheimer, una enfermedad que padecen 800.000 personas en España y 46 millones en el mundo. A partir de los 80 años su prevalencia es tremenda, una de cada dos personas sufre esta acumulación tóxica de ciertas proteínas en el cerebro. Aunque realmente tan sólo con un análisis patológico post mortem se puede diagnosticar. Cuando todavía están lejos tratamientos que la curen o análisis que la detecten de forma temprana, la comunidad científica se enfrenta a retos constantes.
En la Universidad de Málaga, el grupo de investigadores NeuroAD, que lidera la catedrática Antonia Gutiérrez, lleva años intentando aportar nueva luz. Recientemente, el estudio que ha encabezado la doctora Ángela Gómez sobre la respuesta inflamatoria que llevan a cabo las células astrogliales en el hipocampo ha conseguido uno de los Premios Málaga Investigación en Ciencias.
El trabajo, dice la experta, “aporta una nueva vía de conocimiento sobre lo que está ocurriendo en el cerebro de los pacientes con Alzheimer porque hemos visto por primera vez una nueva función de los astrocitos, que son un tipo de célula que hay en el cerebro”. Esto podría favorecer que en el futuro “las dianas terapéuticas puedan ir dirigidas a la respuesta inflamatoria”, agrega Gómez.
La joven investigadora de 29 años, que estudió Biotecnología y lleva seis años en este grupo de la UMA, apunta que “hasta ahora se han probado tratamientos dirigidos contra una proteína llamada Abeta pero ahora, desde hace unos años, la comunidad científica está intentando dirigir el tratamiento hacia modular la respuesta inflamatoria”. Y explica que igual que en nuestro cuerpo hay una respuesta inflamatoria en el cerebro hay otra. “Esta respuesta inflamatoria puede ser beneficiosa pero también puede ser perjudicial cuando se vuelve crónica”, comenta Gómez. De ahí que se esté tratando de mantenerla beneficiosa para que ayude al cerebro a evitar la enfermedad.
Como ocurre en el campo científico, un estudio puede desmontar al anterior y si durante años se dijo que el ibuprofeno reducía la respuesta inflamatoria en el cerebro y ayudaba a frenar el Alzheimer, ahora se ha visto que no es bueno suprimir la respuesta inflamatoria. “Lo que hay que intentar es modularla para que no se vuelva nociva”, considera esta investigadora de la Universidad de Málaga que, junto a su grupo, pasa horas y horas en el laboratorio intentando desentrañar el cómo y porqué de una enfermedad de la que se sabe muy poco.
Sólo un 1% de los casos son genéticos
La genética tiene poco que decir en esta patología, ya que el 99% de los casos de Alzheimer son espontáneos. Lo más determinante es la edad. A partir de los 65 años hay un 10% de la población que padece la enfermedad, cifra que se eleva al 50% a partir de los 80 años. Hay muchos factores que influyen como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la mala alimentación, el sendentarismo o la exposición a ciertos metales. El estudio y, por tanto, el entrenamiento mental ayuda a prevenir su aparición.
“Es muy compleja”, estima y señala que solo el 1% de los casos es genético. “El 99% se da lo que llamamos Alzheimer esporádico y es multifactorial”, indica la doctora. Obviamente lo que más influye es la edad, pero luego hay muchísimos factores ambientales, según expone. “El problema que tenemos es que para estudiarla utilizamos aproximaciones en el laboratorio y modelos animales, que reproducen la enfermedad pero no son personas, hay que seguir investigando para saber exactamente qué inicia la enfermedad”, añade.
El deporte, el nivel educativo, la alimentación, la exposición a ciertos metales, las enfermedades cardiovasculares, la diabetes… todo influye en el Alzheimer. Hacer deporte ayuda a frenarlo, según explica la doctora malagueña y “también se ha visto que las personas con un mayor nivel de estudio suelen tener menos probabilidad de padecerlo, es como el tono muscular, que si no lo ejercitas se atrofia. Si al cerebro lo entrenas con deporte, con buena alimentación y lo cuidas tienes menos probabilidad de padecerlo”.
A pesar de todo lo que se conoce es mucho más lo que no se sabe aún sobre el Alzheimer, empezando por la detección y terminando por la cura. Por eso, para el grupo NeuroAD de la UMA el trabajo ha de ser una incansable carrera de fondo.
Tras la búsqueda de biomarcadores que lo detecten y fármacos eficaces
La medicina y los avances científicos han logrado alargar notablemente la esperanza de vida. Pero el envejecimiento de la población lleva aparejado enfermedades como el Alzheimer, de la que aún no hay maneras de detectarlo de forma fiable. “Lo que están buscando muchos grupos son biomarcadores que de alguna manera sencilla, por algún análisis de sangre, se pudiera detectar en las personas jóvenes”, comenta Ángela Gómez. “Se han visto muchas posibles moléculas, hay una técnica que es un PET, una tomografía por emisión de positrones, que sí que se puede ver el Abeta que se acumula en el cerebro pero sin embargo, la relación de esas personas con las que desarrollan los síntomas luego no está clara, es todo muy complejo”, agrega la investigadora de la UMA. Dar con un tratamiento eficaz también es un proceso muy lento. “Desde que un medicamento se prueba en un ratón y parece que funciona hasta que se lleva a la clínica pueden pasar 10 ó 15 años” apunta pero sostiene que “cada vez se descubren más cosas, se avanza más”. Y el camino ha de ser el diagnóstico de manera temprana para poder frenar los efectos más devastadores.
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