Niños y frutos secos, una combinación peligrosa
Especialistas alertan del peligro de que estos alimentos acaben en las vías respiratorias de los menores de 3 años
Cuando a un pediatra se le pregunta qué consejo daría a los padres de niños pequeños para evitar accidentes raro es el que se olvida de incluir los frutos secos en el listado de riesgos. Durante años estos facultativos han concienciado sobre la importancia de que los juguetes no tengan piezas pequeñas que puedan acabar en los bronquios de los críos o que no se dejen a su alcance objetos de poco tamaño que puedan aspirar. Pero los padres no son muy conscientes de que un cacahuete, un pistacho o una pipa de girasol entrañan tanto peligro como el tapón de un boli, un clip o una chincheta. Incluso más, porque un objeto como una pila pequeña, un capuchón o una perla es más fácil de extraer de dentro del cuerpo. No se desarman al sacarlos hacia afuera. Pero una avellana que en lugar de ir a parar al aparato digestivo se ha desviado a las vías respiratorias se pudre causando reacciones inflamatorias e infecciones. Y, además, muchas veces se desgrana dentro del organismo cuando los médicos intentan extraerla.
"Los padres ya compran juguetes homologados para que no tengan piezas que entrañen un peligro, apartan los objetos pequeños, pero minimizan el riesgo de los frutos secos", advierte Estela Pérez, pediatra de Neumología Infantil del Materno. Isabel Durán, jefa de sección de Urgencias de Pediatría, acota: "Aunque el niño mastique bien, no se les deben dar a los menores de tres años". Las dos facultativas -que dicen que han visto una colección de los objetos más insospechados acabar en las vías respiratorias de los niños- coinciden: por debajo de los 6 años los frutos secos entrañan un riesgo y no son recomendables, pero por debajo de los tres años nunca se les debe dar este alimento.
La preocupación de las especialistas por este asunto es tal que incluso llegan a la entrevista con un papel escrito en el que relatan: "Llama la atención la sorpresa que experimentan padres y familiares cuando se desaconseja la administración, e incluso la tenencia en el domicilio, de frutos secos a los niños escolares, los cuales son recomendados, incluso, por algunos centros educativos". En menores de 3 años, los frutos secos son el cuerpo extraño más frecuente que acaba en la tráquea o los bronquios. Pero hay muchos peligros y a todas las edades. Cuando el objeto es algo más grande, como el tapón de una botella, puede obstruir la laringe y provocar la muerte por asfixia. De hecho, el 7% de los fallecimientos por accidente en menores de 4 años antes de llegar al hospital se debe a la aspiración de un cuerpo extraño. Son episodios que generan una angustia extrema en el crío y en los padres. "Y en nosotros, también en nosotros", confiesa Durán.
Hay unos casos en los que los padres acuden volando a Urgencias porque han visto que ha aspirado algún objeto y deducen que ese es el origen de la dificultad respiratoria, la tos persistente o el cambio de color de los labios. El problema puede ser una canica o hasta un trozo de salchicha. Pero en uno de cada cinco casos los familiares no presencian el incidente o bien no le dan importancia porque todo parece volver a la normalidad tras un momento de sofoco. Es lo que suele ocurrir con los objetos más pequeños, como los frutos secos, que se cuelan hasta la tráquea o los bronquios. A veces pasa un tiempo sin que su presencia dentro del organismo dé síntomas. Pero tarde o temprano aparecen las complicaciones. Tos persistente, bronquitis o neumonía que no se quitan con los tratamientos habituales. Son problemas respiratorios graves causados por la permanencia de un cuerpo extraño en las vías aéreas inferiores. La atención de todos estos casos requiere de la intervención de diferentes especialistas. Otorrinolaringólogos, pediatras, neumólogos, médicos de urgencias e incluso de la UCI si el cuadro es muy grave.
Salvo aquellos objetos que se ven cuando el niño abre la boca y se logran extraer en Urgencias, los demás requieren hospitalización. Hay técnicas para la extracción del cuerpo extraño que combinan cámaras muy pequeñas con un ordenador (broncoscopia). Así, los facultativos ven dentro del cuerpo del niño y pueden quitarle aquello que le provoca tos, bronquitis o neumonía.
Pero estas técnicas no están exentas de riesgo. Por empezar, exigen anestesia general o una sedación potente porque los niños no se quedan quietos. Además, en la manipulación de los aparatos pueden producirse roturas de las vías aéreas o hemorragias bronquiales. Los especialistas insisten en que se trata de accidentes que tienen una sencilla prevención. Por eso gentilmente se prestan para este reportaje, para seguir concienciando a la población, para que menos niños lleguen al hospital con un problema que puede atajarse. Lanzan su mensaje, pero casi no hay tiempo para las despedidas. Les avisan que tienen una urgencia.
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