'Nomofobia' entre los jóvenes: “El móvil como un apéndice de nuestro propio cuerpo”
La inseguridad y la dependencia, entre las principales razones de la adicción a los dispositivos electrónicos
Aumentan los adolescentes con problemas psicológicos relacionados con el uso extremo de móviles
Familias de Málaga se unen para pedir que se retrase el acceso al móvil a los jóvenes hasta los 16
El uso de los móviles se ha disparado entre los jóvenes desde hace años. Los niños ya no reclaman juguetes, sino que crecen pegados a una pantalla. Esto es lo que reciben desde pequeños, es un hecho tan normalizado que parece no resultar alarmante. Hoy, según el INE, siete de cada diez niños ya tienen su propio smartphone. Esta generación engloba a los nativos digitales, los nacidos en el entorno cibernético, que, desde que tienen uso de razón, quedan inmersos en las nuevas tecnologías. Esta sobreexposición a los dispositivos electrónicos es lo que ha llevado a los adolescentes a desarrollar dependencia, o más concretamente, nomofobia, un miedo desmesurado a estar incomunicados del teléfono.
Aunque la dependencia al móvil no es una patología diagnóstica, el término adicción al móvil es ampliamente entendido como un comportamiento compulsivo en la sociedad. "Esta generación ha recibido los móviles pronto, como algo casi natural, porque así lo hemos ido integrando en nuestra vida también los adultos", afirma Macu Cristófol, portavoz de la Asociación Adolescencia Libre de Móvil.
Es evidente que el uso de la tecnología supone un aporte trascendental tanto a nivel social como emocional para un adolescente. "En internet encuentran diversión, apoyo, comprensión y bienestar emocional, un surtidor de afectos y experiencias sin el que hoy en día pueden vivir los nativos digitales", manifiesta el resumen ejecutivo sobre el impacto de la tecnología en la adolescencia de Unicef. No obstante, el uso inadecuado de la Red implica una serie de riesgos relacionados con la adicción, el acoso o el contenido inapropiado, que no debemos obviar.
¿Qué herramientas existen para la protección de la salud y la seguridad de los adolescentes?
Ante esta problemática, nacen respuestas para contrarrestar los efectos perjudiciales del uso de los móviles. Adolescencia Libre de Móvil es una iniciativa formada por un grupo de familias, docentes y profesionales que previenen el uso precoz de dispositivos electrónicos en la adolescencia. Esta asociación busca educarlos en materia digital, dando a conocer las consecuencias de usar de manera abusiva estos dispositivos.
En Málaga, han creado Educación Digital Responsable, porque "todos tenemos mucho que aprender para que el uso que hagamos de las tecnologías sea saludable y constructivo". "Nosotros como asociación creemos en el compromiso y el tejido de acompañamiento que podemos crear en los barrios y distritos, con apoyo de las instituciones, para liberarnos de la omnipresencia de los móviles y regenerar espacios de convivencia", explica Cristófol.
La asociación, a través de un cuestionario anónimo, ha publicado en redes sociales algunos casos reales sobre adolescentes presos de esta adicción: "Tengo móvil desde los 12 y he pasado mucho tiempo en redes sociales. Me comparaba con influencers y me daba ansiedad. Dejé de quererme y he tenido que estar en terapia por esto". "Me hizo mucha ilusión cuando me regalaron el móvil, tenía 11. No me imaginaba que mis compañeros serían tan crueles, me hicieron mucho daño con sus mensajes", revelan algunos jóvenes.
Este problema ha llegado a consultas de Psicología, donde los especialistas, cada vez con más frecuencia, advierten de un aumento de consultas de pacientes jóvenes con problemas psicológicos que tienen su origen en el uso extremo de los dispositivos móviles. Antonio de Dios, jefe del departamento de Psicología en Quirónsalud Marbella, explica que en consulta vienen padres preocupados por la adicción de sus hijos al móvil. "Es difícil que el adolescente quiera venir a consulta por un problema así", asegura el experto.
Antonio de Dios aconseja, que para tratar de ayudar a sus hijos, lo primero que tienen que hacer los padres es no enfrentarse directamente a ellos, "entender que es una nueva generación y que el móvil es una herramienta fundamental en su aprendizaje". Tras un trabajo de concienciación previo, tocaría "Negociar con ellos para hacer un uso más responsable del móvil", explica.
La psicóloga Mónica González añade que ha presenciado comportamientos agresivos de adolescentes a la hora de verse forzados a cederles el móvil a sus padres: "Adquieren estados ansiosos ante la posibilidad de estar sin teléfono, aunque luego, en la mayoría de los casos, la situación se revierte y se dan cuenta que están mejor sin el móvil".
Francisco Abad, presidente de la Asociación Malagueña de jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer), explica que este tipo de adicción no tiene el mismo tratamiento que otras más conocidas, "porque lo que no podemos hacer en este caso es dejar a una persona totalmente incomunicada". Todos los pacientes de esta patología en la asociación son menores. "Hemos tenido chavales que han sido derivados de servicios sociales, por Fiscalía, por las peleas con sus padres y los maltratos continuos. Hemos visto incluso casos de pacientes que mienten a sus padres y que han llegado a robarles dinero para comprar dispositivos y estar conectados", añade Raquel, psicóloga que trata a los jóvenes con adicción a los móviles en Amalajer.
Aunque el proceso sea complicado y el resultado parezca desalentador, los adolescentes que terminan el tratamiento consiguen aprender a hacer un uso más responsable del móvil. "Hemos terminado con algunos que han hecho el tratamiento completo y tenemos constancia de que están bien y tienen una vida normalizada", resalta el presidente de Amalajer.
Factores que influyen en la adicción a los móviles
La sobreexposición a los móviles puede suponer un problema en el desarrollo de los adolescentes cuando esa adicción tapa una grave inseguridad interna. De Dios explica que "toda adicción es la consecuencia de un conflicto mayor", una persona insegura buscará gratificaciones instantáneas para mantener sus niveles de dopamina, neurotransmisor encargado de nuestra felicidad, y ahí es cuando se desarrolla la adicción.
Las principales razones del uso extremo del móvil en los jóvenes tienen que ver con el perfil de la propia persona. "La dependencia y las carencias a nivel emocional, tratar de compensar una inseguridad con algo externo", relata el especialista. "Me paso horas en Instagram viendo publicaciones e historias de gente con vidas mucho más divertidas que la mía, es mi vía de escape, pero al final me hago daño comparándome con los demás", confiesa una joven estudiante.
El tiempo de pantalla es cada vez mayor
En la mayoría de teléfonos móviles se puede ver la media diaria de horas que el usuario está conectado. "El 80% de los adolescentes que veo acumulan una media de tiempo de uso del móvil de 6-8 horas, siendo la mayoría a partir de las 22:00, siendo esto justificado por algunos progenitores como que les han salido bohemios", explica una especialista en psicología infanto-juvenil perteneciente a la comisión científica de Adolescencia Libre de Móvil. "Si a cada día le quitas 4-5-6-7 horas para estar con el teléfono móvil, por lógica las estás robando a otras actividades, como el estudio, la familia, la sociabilidad o el deporte", añade la portavoz de la asociación.
"Me cuesta mucho concentrarme cuando estudio, a veces intento olvidarme del móvil pero siempre lo suelo tener en el escritorio. Cada vez que me llega una notificación tengo que mirar qué ha sido y una vez que entro me quedo un rato pasando de una red social a otra. Hay veces que lo pongo en silencio, pero aún así tengo que mirarlo cada 5 minutos mínimo", revela un estudiante de bachillerato.
Cristófol recuerda que todo esto que en generaciones anteriores pasaba por el encuentro cara a cara, está hoy en un altísimo porcentaje mediatizado por las redes sociales y el uso de dispositivos. "De manera que arraiga de manera casi visceral en la satisfacción de un hambre importantísima que tienen los adolescentes: el hambre de ser reconocidos y de sentirse parte de un nosotros", remata.
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