Oficina del Censo Electoral en Málaga: El equipo imprescindible para poder votar

Sus profesionales enviarán casi 200.000 cartas para el sufragio postal en las próximas generales, estudiarán unas 50.000 solicitudes y resolverán reclamaciones y consultas telefónicas

Además, deberán confeccionar los nuevos listados de votantes que habrá en cada mesa electoral el 23J

"Sin estadísticas, un país es subdesarrollado y manipularlas es peor que la corrupción"

La trastienda de las elecciones en Málaga

Personal de la Oficina del Censo Electoral, dependiente del Instituto Nacional de Estadística. / Javier Albiñana

Málaga/En un edificio que pasa bastante desapercibido de la calle Puerta del Mar, un equipo humano hace posible que miles de ciudadanos puedan votar. Son los profesionales de la Oficina del Censo Electoral, cuyo trabajo es imprescindible para ejercer el derecho al sufragio. El ambiente es silencioso, pero la actividad es frenética. Particularmente ahora que tras las elecciones municipales, sin tregua, están convocadas unas generales anticipadas.

La Oficina del Censo Electoral (OCE), dependiente del Instituto Nacional de Estadística (INE) suma una veintena de trabajadores. Pero siempre que hay comicios, los más de 60 empleados del INE de Málaga, de una u otra forma, arriman el hombro para que cada ciudadano pueda expresar su voluntad en las urnas. Además, en este caso, medio centenar de contratados reforzarán la plantilla. El lunes pasado, cuando todos pensaban que tendrían un respiro hasta los comicios generales de finales de año que podrían preparar con tiempo, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el adelanto electoral. Así que vuelta a empezar, sin descanso y contrarreloj.

El delegado del Instituto Nacional de Estadística (INE), Juan Manuel Cárdenas. / Javier Albiñana

“Es un trabajo estresante porque los plazos de la Ley Electoral son muy cortos. No hay sábados, ni domingos, ni fiestas”, explica el jefe de la OCE, Antonio Sánchez. De hecho, la pasada Semana Santa, los profesionales tuvieron que trabajar de cara a los comicios municipales. Ahora, algunos tendrán que aplazar sus vacaciones para garantizar a los ciudadanos su derecho al voto. Incluso, un responsable clave en la organización ha tenido que posponer su jubilación para no dejar a los compañeros en la estacada.

El delegado del INE en Málaga, Juan Manuel Cárdenas, destaca que “es un proceso bastante bien implementado” y que “el sistema es robusto”. Dice además que, aunque hay aspectos que “se pueden pulir”, es bastante “eficiente”. Y ahora que el caso de Melilla siembra dudas, Antonio Sánchez resalta que “el voto por correo es completamente seguro”.

El jefe de la Oficina del Censo Electoral, Antonio Sánchez. / Javier Albiñana

Para que los ciudadanos puedan votar, el personal de la OCE y del resto del INE tiene que hacer una labor muy rigurosa, asegurando a la vez la protección de datos. “Es un trabajo laborioso”, reconoce el delegado.

El primer deber durante todo el año, haya o no elecciones, es tener actualizado el censo electoral; es decir el listado de personas que pueden votar.

Pero además, cada cita con las urnas supone tareas añadidas. Entre ellas, resolver consultas telefónicas (de las que hubo unas 4.000 para el 28M), responder a reclamaciones al censo y confirmar si los nuevos partidos tienen los avales exigidos por la ley. Y además, el ingente trabajo que supone el voto por correo para que puedan ejercer su derecho los españoles que residen en el país (CER), los que viven en el extranjero (CERA) e incluso los que temporalmente están fuera (ERTA).

Para cumplir este objetivo de cara a las elecciones generales del 23 de julio, los profesionales de la Oficina del Censo Electoral tendrán que enviar casi 200.000 cartas. Sólo del Censo de Electoral de Españoles Residentes-Ausentes (CERA) tienen que hacer unos 120.000 envíos postales. Porque hay unos 60.000 fuera de España y ya no sólo hay que remitir la documentación a los ciudadanos que solicitan el voto por correo (voto rogado), sino a todos. O sea, a los 60.000... Pero como primero se les remite la notificación de su derecho al voto postal, una hoja informativa y los sobres para el Congreso y el Senado y en un segundo envío, las papeletas de los partidos, el resultado son unas 120.000 cartas.

Una cifra a la que debe añadirse otras 50.000 para el sufragio postal del Censo de Españoles Residentes en el país (CER). Además, en el caso del CER deben comprobar si el ciudadano tiene derecho a votar o no. O sea, estimar o desestimar las peticiones remitidas. Se calcula que serán unas 50.000... Y resolver muchas otras alegaciones. Por ejemplo, un francés que votó en las municipales pasadas, si pide el voto por correo para el 23 de julio, verá desestimada esa solicitud porque tiene derecho a votar en comicios locales, pero no en generales. Esa meticulosa y rigurosa tarea corresponde a la Oficina del Censo Electoral y al resto de empleados del INE que echan una mano –y las dos si hacen falta– ante cada cita con las urnas.

Además, son los que preparan los listados de electores que hay en cada mesa el día de los comicios, que garantizan que sólo voten quienes tienen derecho y que no se produzcan duplicidades. Es decir, que su labor también bloquea el más mínimo intento de fraude.

El delegado destaca que España “es un modelo a seguir en institutos de estadística y en la manera que se cruzan los datos administrativos”, así como la labor rigurosa y concienzuda de sus profesionales.

Aunque por el aspecto discreto y apacible de la oficina del INE nadie lo diría, el trabajo de su personal es tan desconocido como esencial para poder votar. En síntesis, son un puñado de profesionales imprescindibles para el ejercicio de la democracia.

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