“En La Palmilla hay que trabajar para desmontar el estigma y ver sus causas”
Tomás Pérez Benz | Director de Proyectos de ASIT
La entidad, que lleva casi 30 años trabajando en Palma-Palmilla, cree que las autoridades tienen que hacer frente a los actos violentos y “dar la cara”
La pobreza es el elemento que subyace y no dar oportunidades ni formación a los jóvenes supone "una pérdida de capital humano muy importante"
Málaga/Conoce bien la Palmilla y otros barrios con altos índices de pobreza como Las Castañetas. Sabe que sus principales deficiencias son la educación, la formación cualificada de sus gentes, la infravivienda, los problemas de movilidad e, incluso, de ocio. Tomás Pérez Benz llegó hace tres décadas junto a su padre, José Pérez Palmis, para ayudar en la empleabilidad y para paliar un analfabetismo digital que superaba el 80%. Hoy en día, dice, la tecnología que nació para equipara a cualquier ciudadano es un síntoma importante de desigualdad. Actuar contra esto es uno de sus empeños.
–La Palmilla ha sufrido recientemente varios tiroteos, ¿qué supone esto para el barrio?
–Son inaceptables y es verdad que generan intranquilidad, estas cosas no pueden suceder, hay que zanjarlas. En este caso revierte todavía más en la mala fama de la zona. Los tiroteos de Marbella, una vez que suceden no van en contra de la imagen de la ciudad. Aquí sí que hay una retroalimentación.
–A pesar de que sus consecuencias son mucho menos graves que en Marbella...
–En esta barriada en los últimos diez años ha habido muchísimas menos muertes por acciones violentas que en Marbella en los últimos seis meses. Esta no es una barriada en la que la gente se esté matando. Pero sí que son las autoridades las que tienen que hacer frente y dar la cara.
–Los vecinos han denunciado, en una carta enviada a la Subdelegación, la pasividad ante esto… ¿qué habría que hacer?
–Técnicamente no lo sé, pero entiendo que cuando salen las armas tiene que entrar la Policía. Pero esto es zanjar una situación de una forma urgente. Luego hay una situación de fondo que hay que seguir trabajando. Hay algo importante que no se está haciendo y es que los responsables públicos den la cara. Ante cualquier situación similar en otro lugar ya habrían explicado qué se está haciendo, aquí no. No me cabe duda de que se está actuando pero tienen que contarlo, porque el ciudadano tiene derecho a saberlo.
–¿Cuáles son las líneas principales en las que seguir trabajando?
–Habrá que ver cuál es la causa inmediata de esta situación y luego seguir trabajando con los jóvenes que a medio plazo son los que dan respuesta positiva a esto, en la mejora del barrio, en el refuerzo de la educación… Hay elementos que diferencian a este barrio de otras zonas de la ciudad y hay que intentar equilibrar eso.
–¿Qué ambiente se respira en el barrio estos días?
–La normalidad de la barriada sigue, la gente va a su colegio, a su médico y a su compra. Pero la verdad es que cuando se viven estas situaciones la gente sale con más preocupación. Se indignan y pide una respuesta, aunque la vida cotidiana continúa.
–¿Tan fácil es comprar un arma en La Palmilla?
–No lo sé, es posible que sí, pero también en otros sitios e, incluso, sin salir de casa, en la web profunda. Lo que hay que trabajar es en que la violencia no sea la respuesta.
–¿Los estigmas se enquistan y se agrandan con este tipo de casos?
–En este caso es muy fácil proyectar esa imagen porque ya está hecha. Hay que trabajar para desmontar ese estigma y ver cuáles son las causas. En esta barriada, al igual que en otras zonas de exclusión de Málaga y Andalucía, hay una serie de elementos que son los que la convierten en una barriada diferente a las demás. Y no son las personas que viven en ella.
–¿Cuáles son esos elementos diferenciadores?
–Hay un déficit en el aspecto educativo. Hay un gran esfuerzo de los equipos que trabajan en la barriada pero están desbordados, hay que reforzarlos, conseguir que los jóvenes tengan la titulación básica y también una mayor capacitación profesional. Hacen faltas centros que impartan ciclos formativos. Además, estas barriadas tienen una movilidad muy deficiente y eso evita su desarrollo. La gente no puede salir a hacer gestiones, a buscar trabajo lejos… Aunque lo que subyace en este tipo de estigmas es la pobreza, cuando hay unos ingresos tan bajos hay que priorizar los gastos para mantener a la familia. No te sacas un carné de conducir porque no vas a poder comprarte un coche, por ejemplo.
–También seguir estudiando cuesta tiempo y dinero…
–Pues sí, y cuando lleguen a Secundaria sus hijos no van a poder tener un ordenador o hay un móvil para toda la familia y normalmente lo tiene el padre.
–¿Qué necesita La Palmilla?
–Además de todo esto, también faltan espacios de ocio y deportivos de un mínimo de calidad. Los niños no tienen un sitio para jugar en condiciones ni hay otro tipo de alternativas deportivas que no sea el fútbol. Otro elemento diferenciador es la ausencia de un comercio normalizado, tiendas que hablen de empleo en el barrio. Y, por supuesto, se necesita mejorar su situación laboral.
–¿Qué índice de desempleo tiene La Palmilla?
–Aquí estamos en torno al 60% de la población activa en paro. Si no hay una cualificación adecuada, si no tienen medios para ir a un centro de fuera a estudiar, si no acceden a la tecnología… todo lo que genera es una infracualificación de personas que tienen el mismo talento que cualquiera. La tasa de paro se dispara, al final tienen acceso a empleo precario e inestable, de dos o tres días. Aunque hay también muchos vecinos con empleos totalmente cualificados y eso hay que ponerlo en valor.
–¿Cómo afecta también la calidad de la vivienda?
–La infravivienda es otro de los aspectos clave. Aquí muchas viviendas son antiguas, pequeñas, mal acondicionadas, los niños no tienen un lugar idóneo para estudiar, al final todo cuesta más. Y eso se traduce en que vivir en una barriada de estas es como cuando un equipo de fútbol desciende a tercera división, que le cuesta mucho salir del hoyo.
–Palma-Palmilla es una zona con mucha movilidad, pero los vecinos de toda la vida ¿han tomado las riendas para la defensa de su espacio?
–Todavía queda trabajo en ese sentido. Hay bastantes vecinos que sí han asumido esas riendas, que están intentando dignificar sus bloques, que ejercen el liderazgo social y que luchan por su barriada. Lo bueno sería que esto se aumentase. Se ha producido una reacción de los vecinos empeñados en mejorar su entorno frente a otros que no tenían ese comportamiento cívico. Se ha conseguido mucho, aunque al final lo que se destaque sea lo negativo.
–Casi el 7% de la población de Málaga reside en zonas de exclusión social, ¿por qué ocurre esto en el siglo XXI y en el motor económico de Andalucía?
–Hay una serie de factores estructurales como educación, capacitación, movilidad, ocio, igualdad… Y luego cada barriada tiene una situación propia. Lo que creo que falta realmente es un compromiso político a nivel de pacto de ciudad. Este tipo de barriadas no pueden existir con nosotros, hay que mejorarlas, así que estaría bien que los políticos se arremangasen y se pusieran a trabajar por encima de ideologías y siglas. El marco teórico ya existe, diagnósticos y estudios hay. Ahora falta su desarrollo.
–¿Y qué supone para una ciudad como la nuestra estas zonas?
–Esto para empezar lo que supone es una pérdida de riqueza. Son gentes que no están dando de sí todo lo que quieren y pueden dar. Málaga pierde mucho dándole la espalda a este tipo de barriadas y no esforzándose en normalizar la situación. Es una pérdida de capital humano muy importante.
–¿Los Asperones es el ejemplo más doloroso?
–Asperones es un caso claro de inoperancia. Se intentó solucionar rápido un problema y ahí se quedó. Con voluntad real Asperones hoy no existiría y la gente tendría una vivienda mucho más digna y un mejor acceso a la sociedad.
–¿Cómo la tecnología está ayudando y ayudará al desarrollo humano? ¿Y cómo es de importante en contextos de exclusión?
–La tecnología ya ha dejado de ser un capricho para ser un bien de primera necesidad. La tecnología en principio nos pone a todos en la misma línea de salida, todos podemos realizar al mismo tiempo una gestión o inscribirnos en una oferta de empleo. Pero realmente hay mucha gente que no tiene acceso a la tecnología y, por ello, no se preocupan de desarrollar capacidades. Al final hay dos líneas de salida, la de la gente que está preparada y la del resto, por lo que se genera una mayor desigualdad cuanto más avanza la administración electrónica pública y privada.
–¿Cómo es de importante la alfabetización digital?
–Fundamental. Hay mucha gente que se queda fuera de un trabajo, del ocio, afecta a muchas parcelas. Hay que hacer una auténtica apuesta por la igualdad digital. Es un problema igual que la falta de otros recursos. Cuando llegamos a La Palmilla, a principios de los 90, ya dijimos que hacía falta formar a la gente en informática. Nos miraban como a marcianos, pero es que veníamos del PTA y de saber por dónde se iba a desarrollar la tecnología. El analfabetismo digital estaba en torno al 80% de la población. Hay que manejarse en le mundo digital, no hablamos de un capricho sino de estar en igualdad de condiciones.
–¿Cómo ve el avance de la ciudad?
–Qué Málaga ha sufrido un cambio es evidente y que se ha posicionado en España como una ciudad de referencia es innegable, pero creo que le sigue faltando mucha proyección exterior. En el contexto europeo todavía no es una ciudad referente más allá del turismo. Le falta desarrollar mejor su económica, que sigue siendo frágil, y desarrollar su tejido industrial. Hay aspectos en los que tiene mimbres que no está aprovechando, por ejemplo, la economía azul, la que se produce en torno al mar. Queda mucho por hacer, falta capacitación, emprendimiento… Otro ámbito en el podría jugar un papel importante es en el de las industrias creativas, que está generando mucho empleo y dinero en el entorno europeo.
–¿Le queda mucho por hacer?
–Sí, aunque el desarrollo es totalmente innegable. Creo que falta ambición y sobra avaricia. El apoyo al emprendimiento y a la inversión de fuera es clave. Por ejemplo, no me gusta nada la torre del puerto pero sí es verdad que hay unos señores que van a invertir 100 millones de euros en la ciudad. Al margen del modelo, llevar dos años moviendo papeles y pensar en que todavía quedan otros tres para poner la primera piedra, no es lógico. Hay que eliminar tanta burocracia sin perder garantías. Nunca hay que hacer las cosas a cualquier precio, pero sí es verdad que hay muchos que se desaniman ante los procesos de años que tienen que abordar y se han ido a otros destinos.
–Tampoco se ha sabido dar respuesta a Amazon...
–No solo a Amazon, hay muchas empresas de estas características, más allá del sector logístico, que no han podido instalarse. Hay que ver por qué el suelo industrial no se está desarrollado para este tipo de inversiones. Nos conformamos con inversiones de 3.000 ó 4.000 metros cuadrados cuando nos podemos encontrar con empresas que a lo mejor necesitan hectáreas de terreno. Suelo hay, falta poder incentivar este desarrollo.
–Luego se tiene una nave nodriza como el PTA y no se hace nada por mejorar sus accesos…
–Nadie entiende por qué no hay un metro al PTA ni a Campanillas, distrito que no se ha desarrollado al ritmo del parque, que está como hace 30 años. Se pelean los partidos, lo utilizan como un arma política y el problema sigue sin arreglarse. El cercanías tal y como lo plantean, desde mi punto de vista, es tirar el dinero. El PTA trae empresas y genera empleo, es un dinamizador de la economía de Málaga. Sin él esta sería una ciudad mucho más mediocre económicamente hablando. Así que hay que afrontar el problema con valentía y darle una solución a los accesos.
Empleo, formación y tecnología en La Palmilla
ASIT, Asociación al Servicio de la Investigación y la Tecnología, se fundó en 1989 para impulsar la puesta en marcha del PTA por parte de profesionales independientes. Su primer gran proyecto fue la puesta en marcha de Cetecom. “Llegó un momento en el que nos planteamos nuestro papel y por una cuestión, no sé si genética o vocacional, decidimos proyectar nuestra experiencia para el desarrollo social de la ciudad, aunque sin abandonar proyectos innovadores”, explica. “Dimos con una asociación de Palma-Palmilla y entramos viendo en qué podíamos ayudar, en aquella época había indicadores centroafricanos, ha mejorado mucho desde entonces”, agrega. Desde entonces trabajaron en tres ámbitos, empleo, tecnología y formación y juventud. Ahora, aunque el año se presenta complicado por la falta de convocatorias de programas de financiación, han seguido “seguir adelante” con proyectos como el del reciclaje de ordenadores antiguos para familias sin recursos u ONG.
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