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Málaga/Estaba solo y abandonado en la calle Hilera. Parecía olvidado o robado y dejado después a su suerte. Ahí, en medio de la vía, sorprendía a los paseantes. Ahora empieza a ser común encontrarse un patinete en mitad de una acera cualquiera, en un barrio alejado del centro, junto a un portal, a una farola o a un contenedor. Los patinetes eléctricos de alquiler han desembarcado en la ciudad a lo grande y en los últimos cuatro meses se ha pasado de tener en circulación un centenar a un millar.
Eso, según las estimaciones porque las empresas no desvelan el número exacto de vehículos en servicio. Es la eclosión de una nueva forma de movilidad limpia que, si bien está valorada por sus usuarios positivamente –salvo el precio que resulta un poco alto–, está causando otros efectos negativos. Su estacionamiento en cualquier lugar es el mayor problema.
El sistema es fácil de usar. Consiste en bajarse una aplicación y darse de alta. Gracias a un geolocalizador aparecen en el mapa los patinetes que están en el entorno más cercano y cuando se encuentra uno de ellos se escanea el código QR que tienen en el manillar y se arranca el vehículo. Cuando se llega al destino se da por finalizado el trayecto en la aplicación, se vuelve a bloquear y listo. Encontrar un patinete preparado para ser usado en cualquier zona de la ciudad puede resultar tremendamente útil. Lo malo es que se han convertido en objetos dejados en la vía pública que, en algunos casos, dificultan la accesibilidad a los demás. El Ayuntamiento de Málaga aún tiene pendiente la regulación de su uso y, mientras tanto, las empresas aprovechan la fiebre del patinete.
En el Muelle Uno muchos de los clientes de estas empresas son turistas. “Soy polaco, vengo a Málaga por tres días, ya tenía la aplicación”, explica un usuario que en tan sólo unos segundos pone en marcha un vehículo. Otros son público local. Wenceslao, de 18 años, lo coge todos los días hasta su casa, en el barrio de la Victoria. “Me gusta por la comodidad y por la rapidez”, asegura. La aplicación, dice, “funciona bien y el camino se puede hacer perfectamente, lo malo es que aunque ahorro tiempo es carillo”. Desde el parque hasta el Santuario de la patrona paga algo menos de 4 euros.
Alfonso, de 15 años, explica que los vehículos que él utiliza cuestan un euro el arranque y 15 céntimos el minuto. “Suelo recorrer unos 10 kilómetros con el patinete, voy hasta El Palo”. Por la acera y a 26 kilómetros por hora. “Me gusta porque no hay que hacer esfuerzo físico”, apunta. Para Quino Jiménez, que trabaja en un concesionario de coches en un polígono de la capital, el patinete supone poder desplazarse al centro sin pensar en atascos ni en aparcamientos.
“No tienes que esperar, te lo encuentras al paso, puedes venir vestido de manera más formal porque no sudas, no haces esfuerzo”, señala. Lo malo para él es que “no es nada barato, desde Pedregalejo hasta el centro pago unos 5,80 euros”, dice y muestra uno de sus últimos trayectos.
Eso sí, a sus amigos que son vecinos del centro “no les hacen nada de gracia los patinetes porque los dejan en las puertas de sus casas”, confiesa. Alejandro Villén es vicepresidente de la Asociación de Vecinos Centro Antiguo. “Estamos desesperados”, asegura. “No hay ningún sitio autorizado para poner patinetes, esto es un caos. Estas empresas dicen que llegan acuerdo con los comercios, pero los ponen al lado de un portal, de una terraza, de un parque, de un BIC (Bien de Interés Cultural)”, asegura Villén.
Igualmente subraya que “en el Soho están especialmente cansados, perjudica muchísimo la accesibilidad en ciertas calles. Encima que la ocupación de la vía pública es muy alta con las terrazas, ahora se suman los patinetes”.
Y no solo cuestionan el estacionamiento de los vehículos. También su uso por las aceras, la velocidad a la que van y la inseguridad que pueden conllevar a los peatones. Además, los vecinos del centro histórico se quejan de que el Ayuntamiento aún no haya elaborado una regulación específica sobre este transporte. “No entendemos cómo el Ayuntamiento de Málaga no hace nada con un tema tan sencillo de regular. Ahora mismo no hay ningún coto y creemos que no les están llegando las multas a las empresas por dejar objetos en la vía pública”, agrega Villén.
El pasado noviembre llegó a la ciudad la firma precursora, VOI. “Desembarcamos después de reunirnos con el Consistorio y acordar que lo teníamos que hacer a través de convenios con negocios locales, con bares, restaurantes, gimnasios, para poner allí nuestros patinetes y que no estén en la vía pública, se encuentran en espacios privados pero accesibles desde la vía pública”, afirma Paula Gallego, gerente de márketing en España de VOI.
La responsable de esta empresa sueca también apunta a que están haciendo “muchos esfuerzos para integrarnos en la sociedad, nos hemos reunido con vecinos y comerciantes, con la asociación de personas con discapacidad, hemos realizado campañas de comunicación y tenemos un equipo a pie de calle que se dedica a formar a usuarios y potenciales clientes en el buen uso y el estacionamiento adecuado”. Están presentes también en Madrid, Zaragoza y otras 12 ciudades europeas.
Aunque sin querer dar cifras, Gallego indica que “mantenemos una flota acorde a los acuerdos que estamos cerrando en Málaga, que ya son 40 convenios”. De esta forma, sus vehículos son ya cerca de 200. La mayoría de sus usuarios, dice, son malagueños. “Queremos dar un servicio que la gente utilice en su día a día en lugar del coche, no se trata de sustituir los trayectos cortos que se pueden hacer andando, sino ser una alternativa sostenible”.
Una de las llegadas más reciente es Eskay, que desembarcó en la ciudad el 12 de febrero. Con dos socios malagueños, la firma ya está establecida en Madrid y está pendiente de adjudicación en Zaragoza. Emilio Santías es el director general de Eskay, una firma 100% española. “Nuestra idea es tener entre 100 y 200 patinetes”, no pretendemos inundar la ciudad, no tenemos una mentalidad enfermiza de crecer, no podemos tener activos parados, sujetos a vandalismo o robo”, señala Santías y destaca la buena aceptación que han tenido en la ciudad. En un mes unas 1.700 personas se han descargado la aplicación y ya usan sus patinetes.
Sus vehículos tienen una autonomía de 25 kilómetros sin carga. “Son patinetes con las ruedas más grandes, con tracción trasera que ofrece mayor adherencia y doble freno de disco, es un vehículo alemán de mayor calidad y estamos teniendo muy buena aceptación”, añade el director general e indica que tienen acuerdos con distintas empresas, hoteles y colegios profesionales para ofrecer descuentos. Cuentan con un bono prepago de 21 euros por 140 minutos.
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