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El Perchel, en el recuerdo

El barrio prácticamente desapareció con la prolongación de la Alameda que se hizo en el siglo XX

El Perchel, en el recuerdo
Raquel Garrido / Málaga

25 de septiembre 2011 - 01:00

Sin el puente de Tetuán, el barrio del Perchel no hubiese tenido el cordón umbilical que le conectaba con el resto de la ciudad. El puente de 1860 fue la primera comunicación directa entre la Alameda y este popular barrio malagueño, y el primer puente de la ciudad que permitía el tráfico de carros y vehículos. Además de ser único hasta la inauguración del puente de Armiñán en 1911, era un nudo estratégico en las comunicaciones urbanas ya que enlazaba la zona industrial del oeste y la Estación con el centro y con el puerto, salvando el obstáculo del río, apuntó el historiador Víctor Heredia.

Fue el primero de este nombre y fue inaugurado en 1860, coincidiendo con la victoria lograda por el ejército español en la ciudad marroquí durante la llamada Guerra de África. Fue proyectado por Luis Gracián y llamaba la atención por sus características vigas que separaban las zonas peatonales laterales de la calzada central para vehículos.

La imagen deja traslucir la importancia de este puente para el barrio del Perchel del que apenas se ven algunos edificios ya que la arboleda de la rampa que bajaba desde el puente hasta la calle Cuarteles formaba entonces una densa barrera vegetal. Aún así, detrás de los árboles se intuye el final del pasillo de Santo Domingo y el comienzo de las calles Peregrino, Cuarteles y Salitre.

El Perchel es un barrio prácticamente desaparecido en la actualidad, y eso le da un carácter mítico. "La nostalgia de sus antiguos vecinos y el desconocimiento de su verdadera historia hacen que su memoria esté todavía envuelta en una cierta leyenda de barrio obrero y popular que, al menos, merece una revisión", dijo el historiador. La presencia de viejas casas principales en el entorno de Santo Domingo dan idea de un barrio que en los siglos XVII y XVIII no era una ciudad tan aparte como habitualmente se sugiere.

Sí es verdad, según Heredia, que era un barrio, surgido sobre el antiguo arrabal medieval de al-Tabbanin o de los mercaderes de paja, que en un principio se desarrolló a partir de las industrias pesqueras -las salazones para las que se empleaban las perchas que acabaron por darle nombre-, las bodegas y la tonelería. El crecimiento urbanístico del barrio se organizó en torno a los conventos de Santo Domingo, al norte, y del Carmen, al sur, y la iglesia de San Pedro en la zona central. Su superficie era tan grande como el propio centro urbano, lo que daba lugar a áreas muy diferentes dentro del barrio.

La disposición urbanística del barrio, tangencial al río, hizo que la expansión hacia la Vega a través de la prolongación de la Alameda tuviera que plantearse rompiendo el barrio. La obra se llevó a cabo a mediados del siglo XX y la especulación del suelo acabó rematando la vida del antiguo barrio popular. Donde antes había casas de vecinos, corralones, almacenes e industrias, hoy se levantan grandes edificios, centros comerciales y anchas avenidas. Sólo permanecen pequeños restos en la calle Ancha y en los alrededores del Llano de Doña Trinidad, ya inconexos y desprovistos de una identidad común.

l EL GERMEN INDUSTRIAL DE UNA ÉPOCA. A lo largo del siglo XIX se fue acentuando el carácter obrero del barrido del Perchel y en su entorno se instalaron grandes fábricas como textil La Aurora, numerosos almacenes y muy diversas industrias, desde serrerías y refinerías de aceite hasta fábricas de pianos o la fábrica Cerveza Victoria. En la zona de La Muñeca, se encontraba también la destilería y bodega de Jiménez y Lamothe, industria instalada en el barrio a finales del siglo XIX. Su chimenea muestra que la destilería se halla en actividad. Sus licores y bebidas espirituosas pasaron posteriormente a manos de los Larios, que mantuvieron su símbolo, la famosa águila que todavía llevan las botellas de la ginebra Larios. Estas destilerías fueron transformadas más tarde en aceitera, y de ellas se conserva hoy en día la chimenea.

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