Piden 4 años de prisión al primer investigado en Ballena Blanca
La Policía descubrió la trama de blanqueo siguiendo la pista a este traficante francés
Sophiane Hambli, el narcotraficante franco tunecino que marcó el inicio de las investigaciones policiales por blanqueo de capitales en la operación Ballena Blanca, se sentará finalmente ante un tribunal español. Durante casi cuatro años ha estado en busca y captura, hasta que fue localizado y detenido por la Policía en marzo de este año en Puerto Banús.
El tardío arresto de Hambli originó que su implicación en el lavado de dinero negro se derivara a una pieza separada del caso Ballena Blanca. Ahora, la Fiscalía Anticorrupción le reclama cuatro años de prisión por un delito continuado de blanqueo de capitales.
Imputado también en el caso Hidalgo, el fiscal considera que blanqueó 1,5 millones de euros través del despacho del abogado Fernando del Valle, presunto cerebro de la trama Ballena Blanca.
La Fiscalía Anticorrupción indica en su escrito de acusación provisional que Fernando del Valle y sus colaboradores conocían su condición de "narcotraficante, lo cual no impidió que se prestaran a colaborar en la constitución de sociedades usadas a modo de tapadera, como en la propia gestión de los fondos ilícitamente invertidos". En este sentido, para ocultar su dinero y verdadera titularidad "se valió del entramado societario que Fernando del Valle diseñó al efecto, siendo plenamente consciente del origen ilícito de los fondos a invertir, prestando la colaboración necesaria para ocultar la identidad de su dueño y el origen ilegal" del dinero.
De hecho, las investigaciones en torno a las actividades de blanqueo que presumiblemente se desarrollaban en el despacho del abogado se originaron después de que la justicia francesa remitiera una comisión rogatoria a las autoridades españolas pidiendo que se indagaran las inversiones de Hambli y de sus familiares ante la sospecha de que desde la Costa del Sol daba salida a los beneficios que obtenía con el negocio del tráfico de hachís entre Marruecos y Francia.
El historial de Hambli arranca en 1999 cuando fue juzgado en rebeldía y condenado a ocho años de cárcel por tráfico de hachís. En 2002 fue detenido en la Costa del Sol y extraditado a Francia, donde ingresó en la prisión de su ciudad natal, Mulhouse, en la Lorena francesa.
La policía gala, no obstante, obtuvo indicios que apuntaba que seguía dirigiendo el contrabando de drogas desde la cárcel, con la ayuda de un móvil y la colaboración de su abogado. Ante estas circunstancias lo trasladó a la prisión de Saint Mihiel. El 4 de agosto de 2003 logró evadirse. Aquella noche había sido trasladado al hospital de Metz para someterse a una radiografía de muñeca. Cuando salía del centro hospitalario para volver al furgón policial apareció un motorista que encañonó a los gendarmes que lo custodiaban con un arma que resultó ser simulada, Hambli saltó a la motocicleta. Los dos hombres abandonaron el hospital de Metz y la pista del franco tunecino se desvaneció.
Las investigaciones apuntan que regresó a Marbella, donde volvió a ocuparse de sus negocios. La Udyco le seguía el rastro y varios integrantes de su banda fueron detenidos por tráfico de drogas y blanqueo, entre otros delitos en una operación en la que fueron decomisadas tres toneladas de hachís, además de dos fusiles Kalashnikov.
Estuvo casi un año desaparecido, hasta que en junio de 2004 fue interceptado cuando salía de un concesionario de automóviles de San Pedro Alcántara. Hambli se enfrentó a la Policía, varios agentes sufrieron lesiones y uno heridas de bala, pero el sospechoso logró huir de nuevo.
Las pesquisas para dar de nuevo con su paradero siguieron hasta Marruecos, donde se sospecha que se refugió antes de regresar a la Costa del Sol y afincarse en Benahavís. Cuando en marzo de este año fue detenido en Puerto Banús opuso de nuevo una resistencia feroz al arresto y posteriormente, en la comisaría, volvió a enfrentarse con los agentes que trataban de tomar sus huellas. Incluso intentó evitar la identificación frotando los dedos con los barrotes del calabozo.
En el momento de la detención portaba documentación francesa falsa, así como dos teléfonos móviles y 530 euros en efectivo. Posteriormente en el registro domiciliario se encontraron 210.000 euros en metálico distribuidos en paquetes de 5.000 euros.
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