El Pimpi en colores

La noche del 13 de junio quedará inaugurado El Pimpi Marinero, la nueva apuesta de José Cobos por la coctelería y la marisquería Será una oferta moderna desde los sabores clásicos

Hugo Díez y Elena Cobos posan en las entrañas de El Pimpi Marinero.
José L. Malo Málaga

05 de junio 2013 - 01:00

Calle Granada se convierte en un combate por el tiempo al mediodía. La estampida de malagueños que aprietan el paso para hacer su recado o no llegar tan tarde a su cita contra los turistas de reloj desconectado, chaleco descolorido y calcetines estirados. La puerta de El Pimpi da una tregua. Desde el pasillo se oyen los susurros de ninfa que lanza el Patio de los Geranios. Ahí comienza la ruta por esos laberintos sepia de la bodega, que a cualquier hora ofrece a sus visitantes esa impagable sensación de medianoche amiga. La embriagadora trampa es la misma entrando por la terraza que custodia la Alcazaba, uno siempre brinda con su copa de vino dulce y la conciencia de ser el protagonista de una foto antigua. La noche del 13 de junio quedará cortado el cordón umbilical del nuevo espacio de la familia Cobos: El Pimpi Marinero. El hermano pequeño viene a completar la histórica oferta. Coctelería y marisquería, el círculo se cierra. La cárcel voluntaria de los sentidos.

Vecino pero independiente, el edificio blanco y su colorido letrero contrastan con el verde y el barril de la terraza a la que se asoma. Su interior recrea la vida en el interior de un barco y atrapa con la sensación de que el agua tibia acariciará los pies del comensal mientras prueba la carta en una mesa presidida por una farola. Una amplia cristalera contrasta la atmósfera marina con el Teatro Romano, al que esta vez se puede dominar desde la mirada en alto. La sensación vívida de su colorido refuerza el alumbramiento de la sinestesia que propone. "El edificio abandera nuestro afán de expansión. Queríamos una oferta más integral y ahora el visitante podrá venir para quedarse aquí", expone Elena Cobos, quien administra la bodega con la posición privilegiada de ser hija del dueño, su academicismo y haberse criado entre moscateles, ilustres visitas y público de todas las generaciones.

La nueva propuesta busca convocar a los inconscientes que viven ajenos al corazón vinícola y gastronómico de la ciudad. Sede moderna, carta con memoria. "Queremos recuperar el marisco canalla, la filosofía de las antiguas campanas", adelanta Elena sobre el marisco que presidirá la nueva carta. Pero la sensación de que el Pimpi siempre ofrece algo más no desaparece en esta nueva aventura, al contrario. Albergará El Pimpi-Club Gastronómico Kilómetro Cero para ser la conciencia de la receta autóctona, una promoción constante de los productos malagueños a través de la venta directa, exposiciones específicas y días temáticos que defiendan el valor de lo propio y contenten al dueño del emporio, José Cobos, en su perenne anhelo de convertir su bodega en un museo de lo malagueño. Clases maestras, catas o talleres no faltarán en esta nueva aproximación al malagueño de la sociedad que capitanea Esperanza Peláez.

La inauguración del recinto tendrá la guinda de ser con una cena benéfica de la mano de un desfile de alta costura, otro flamenco y uno del Patronato de Turismo de la Costa del Sol. Seis ONG se beneficiarán de ello; la clientela, de una degustación de la carta de cócteles. Parecía imposible que el Pimpi y su visitante se enamoraran más aún, pero qué son cuatro décadas para una bodega de placeres inmortales.

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