La élite de la Policía Local

Una selecta formación de 44 agentes componen el Grupo Operativo de Apoyo, sometido a situaciones de máxima exigencia

‘Málaga Hoy’ patrulla con dos equipos para ser testigo de su trabajo

Policías Locales, durante un simulacro

Abril de 2018. Un hombre amenaza con hacer saltar por los aires la vivienda en la que vive su madre, octogenaria, a la que había agredido. El gas acumulado tras haber cortado el conducto de una bombona y parapetado una habitación con colchones obliga a desalojar el edificio. Un grupo de agentes acude con premura. Son los antidisturbios de la Policía Local de Málaga. El Grupo Operativo de Apoyo (GOA), una selecta formación de 44 componentes entre mandos y policías que actúan en intervenciones de especial conflictividad.

Málaga Hoy acompaña a dos equipos para ser testigo de su trabajo, que arranca con el briefing, en el que los policías planean la jornada en función de los problemas vecinales de cada distrito. Durante el trayecto en el furgón coordinan el protocolo de acceso a los inmuebles. Dos de los efectivos se encargan de la puesta a punto de las herramientas que precisan para flanquear la entrada al existir un riesgo inminente. La primera pareja de policías se sitúa a la derecha y siempre espera a la segunda, que se coloca en el lado izquierdo.

El jefe actúa en una posición intermedia para evitar que sea el primero en caer. Su función es la de dirigir al resto y solicitar, si fuera necesario, más policías de apoyo, que aguardan en la puerta a la espera de indicaciones. La formación entra en el domicilio en línea u oruga, como se conoce en el argot policial. A veces, basta con accionar el timbre. Si la situación se complica, los agentes echan la puerta abajo y recurren al escudo de defensa o captura para inmovilizar contra la pared al presunto autor. La incertidumbre se agrava una vez dentro. “No sabemos si el peligro está en la habitación del fondo, en el salón o en la cocina. Vamos haciendo un registro. Todo está estandarizado en nuestros protocolos para improvisar lo mínimo y evitar cometer fallos que comprometen la seguridad”, explica el oficial Carrasco.

Actuación

Si la situación se complica usan el escudo de defensa para inmovilizar al autor

Son las cuatro de la tarde. Un control rutinario en Palma-Palmilla deja al descubierto la dejadez al volante. Tres menores viajan sin sistema de retención en un angosto Citroen. El más pequeño tiene 2 años y está sentado sobre uno de ellos. Un policía se coloca a la altura de la ventanilla de la conductora y le advierte que no puede seguir circulando con los pequeños a bordo. “Tengo una sillita atrás”, espeta. “Hay tres menores, necesita tres sillas”, insiste el agente. La mujer pide a los niños que se dirijan –solos– a casa de una tía.

El policía interviene de nuevo y le indica que debe llamar a un familiar para que se haga cargo de ellos o bien continuar a pie. La conductora, exasperada, arremete entonces contra el mayor, de 12 años. “Todo lo formas tú, con el cachondeo”, le recrimina. La escena se repite con clamorosa asiduidad. En escasos minutos, otro conductor recibe el alto e incurre en varias contradicciones cuando se le pregunta por la edad de la niña que se encuentra en el vehículo, también sin sistema de seguridad. “Tiene 9 ó 10 años”, dubita. Dos personas han sido sorprendidas sin cinturón. Los efectivos hallan en un maletero un palo de golf. Su dueño, que dice jugar al fútbol, no sabe explicar su procedencia.

El control llega a su fin en torno a la media hora, el tiempo máximo que debe prolongarse. Porque la barriada, en palabras del oficial Carrasco, “ya está avisada”. “Nuestra labor es más de seguridad, pero no podemos hacer caso omiso a estas infracciones”, reconoce mientras comprueba en la tablet si al conductor que acaba de sancionar le consta alguna requisitoria judicial.

Estrategia

Los controles de seguridad no duran más de media hora porque la barriada ya está avisada

La ronda continúa por la zona del 4 de diciembre, en Cruz de Humilladero, y Cortijo Alto para detectar consumo, tenencia y venta de estupefacientes. “Se trata de que nuestra presencia continuada coarte la actitud de jóvenes y no tan jóvenes que hacen mal uso del barrio. Se adueñan del espacio público y hacen que no haya un ambiente adecuado”, resalta el policía. Pero la lluvia deja desiertas las calles. “Si no hay zonas cubiertas no vamos a pillar nada”, añade el agente que va al volante.

Los equipos del GOA se dirigen a calle Hermanas Bronte, en el polígono Guadalhorce, para controlar la prostitución que, aunque cada vez con menos frecuencia, sigue ejerciéndose en las calles incluso a plena luz del día. El oficial Carrasco recalca que el Ayuntamiento “siempre ha tratado de no victimizar más a las prostitutas”, a las que se les levanta un acta de denuncia por una infracción leve. La sanción es de 201 euros, que dista de los 750 que se impone al cliente. “Si no hubiera demanda, no habría prostitutas”, apostilla.

Cae la noche y empieza el baile, coordinados con la Policía Nacional a través de un transmisor. La emisora avisa de que un individuo se ha dado a la fuga. Acude un equipo del GOA y, paralelamente, el otro es requerido para una intervención en un club de cannabis que en cinco ocasiones ha incumplido el decreto de cierre por venta de estupefacientes. Los policías esperan a unos 200 metros para acceder junto a los compañeros del Grupo de Investigación y Protección (GIP) y de la Jefatura de Carretera de Cádiz. El responsable del local acaba por tercera vez detenido y los agentes hallan marihuana y hachís escondidos en un falso techo y tras la barra del club.

Operación

El encargado de un club de cannabis, con cinco actas por incumplir el decreto de cierre, es detenido por tercera vez

La unidad canina contribuye a la búsqueda de droga. “Los perros son bastante más eficientes que nosotros”, afirma el responsable policial. Su colaboración es básica también para lidiar con los canes peligrosos que, con frecuencia, poseen los delincuentes y que suponen un riesgo añadido a la actuación. “Los caninos conocen más al animal. Lo ven y saben cómo reaccionar”, precisa otro agente. La jornada está a punto de acabar. Los policías del turno de noche toman el relevo. Por delante tienen varias horas para escudriñar los rincones de una ciudad que ya supera los 570.000 habitantes.

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