La cara más solidaria de la Policía Nacional: donan cuatro toneladas de alimentos y juguetes en Málaga

Autoridades policiales y representantes de las escuelas beneficiarias de la ayuda.
Autoridades policiales y representantes de las escuelas beneficiarias de la ayuda. / M. J. Díaz Alcalá

Se acercan fechas especiales. De estar rodeado de seres queridos. Comida encima de la mesa y juguetes debajo del árbol. Una realidad que, sin embargo, saca a relucir la otra cara de la moneda. La más dura. Muchas familias, especialmente menores, se encuentran en una situación especialmente vulnerable sin apenas recursos económicos. La Policía Nacional, un año más, ha hecho gala de su solidaridad donando cuatro toneladas de alimentos y juguetes a casi 200 niños de todas las edades.

Se trata de la trigésima edición de esta altruista iniciativa que organiza la Comisaría Provincial de Málaga junto con la asociación cultural de policías nacionales La Biznaga Azul con motivo de la época navideña y en la que participan los agentes que quieran. "Los alimentos y los juguetes los donamos los propios policías -además de varias empresas colaboradoras-", ha explicado Abel Molina, el presidente de la asociación.

Todo el material recaudado con fines benéficos ha sido recolectada en el pabellón de la Comisaría. A continuación, los policías de La Biznaga Azul se encargan de cargar los enseres y trasladarlos al centro educativo y casa de acogida Ciudad de los Niños y a la Escuela Infantil Santa Teresa. Como cada año, los productos donados por los agentes van destinados a los niños de estos centros. "Cuando vamos también aprovechamos para que nos cuenten las necesidades que tienen y lo que les viene mejor", cuenta Molina.

Sor Aurora, hermana de la caridad, daba clase entre semana en el colegio San Manuel. Los fines de semana, llevaba a los niños de excursión. También les daban catequesis. Muchos vivían en chabolas que echaron abajo. Se fueron a vivir entonces a la barriada de La Palmilla. Entonces la hermana tenía 27 años y decidió irse con ellos "porque hacía falta". "Vimos que los niños se quedaban tirados en la calle y empezamos a conseguir albergues y abrimos una guardería. Más tarde le pusimos el nombre de Santa Teresa", relata a este periódico. De aquel momento ya ha pasado medio siglo. Y allí sigue.

Comenzaron desde lo más abajo. Sin nada. Ahora, cuando la gente se acerca a la escuela comenta que parece de ricos, comenta. "Yo siempre les digo que no son ricos pero tienen amor". La Escuela Infantil cuenta con una guardería que acoge a un centenar de niños. También dispone de un comedor social y un centro de día. "Vienen y les damos siempre lo que podemos. También los llevamos al médico", relata Sor Aurora al tiempo que añade que en todos los casos "son personas muy desfavorecidas y sobre todo muy solas".

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