Poner a raya a los piojos, esos molestos inquilinos

Una emprendedora malagueña fundó el año pasado Piokito, el primer centro andaluz para tratar la pediculosis

Aspiración del mechón de una niña en Piokito.
Cristina Fernández Málaga

04 de abril 2014 - 01:00

Pica la cabeza, el niño se rasca y los padres se echan a temblar. Temen que su hijo se haya infectado de piojos porque saben que el tratamiento no es ni agradable ni fácil ni barato. Pero alguien en el grupo de whatsapp de la clase habla de Piokito y se abren nuevas posibilidades. Este centro, creado por una emprendedora malagueña después de trabajar 14 años en una empresa familiar de instalaciones eléctricas, fue el primero en Andalucía en tratar la pediculosis. Desde 50 a 75 euros cuesta el tratamiento que asegura la eliminación de los molestos parásitos sin productos químicos y de forma natural. Desde enero de 2013 ya han atendido a más de 600 familias. Hasta abuelas han pasado por consulta para desparasitar sus cabezas.

Cuando su empresa, muy vinculada a la construcción, cesó la actividad cayó en sus manos un artículo sobre los piojos. "Ya había centros en Madrid y Cataluña dedicados a desparasitar y empecé a informarme, vi que en Andalucía no había nada y que podía ser un servicio que tuviera bastante demanda", explica Belén Rozas, fundadora de Piokito. De Estados Unidos se trajo la información, el método Shepherd y la aparatología. "En España hay muy pocos estudios sobre el piojo", asegura y subraya que aún sobreviven muchos tópicos alrededor de estos bichitos que ni saltan ni vuelan, que no se encuentran en animales, ni pueden sobrevivir más de 48 horas fuera del cuero cabelludo.

"El problema del piojo son sus huevos, que se pegan al pelo con una película pegajosa muy resistente y la única manera de limpiar con efectividad es utilizando un método mecánico, es decir, limpiando pelo a pelo con una lendrera", considera Rozas. El procedimiento que se hace en su centro consta de tres fases. Tras realizar el diagnóstico y comprobar que hay una infectación, se divide el pelo en ocho o diez secciones que se aspiran una a unacon una máquina diseñada para el tratamiento de la pediculosis. Luego el pelo se humedece con una solución con suavizante y aceite del árbol del té y se peina con una lendrera cabello a cabello. En una semana suelen volver a una inspección.

El tratamiento dura hora y media aproximadamente y se realiza en sillomes de masaje. Para favorecer que los pequeños se estén quietos se les ofrece un recurso que no falla, una tableta. A casa se van con la cabeza limpia, pero vuelven a su entorno y si se contagian en menos de 15 días reciben un nuevo tratamiento sin coste adicional.

Asegura Belén Rozas que se sabe muy poco de la vida del piojo y que una mayor información en los centros escolares ayudaría a los menores y sus padres a detectarlos a tiempo y frenar su proliferación antes. "Los piojos viven de 30 a 40 días y los bichos adultos hembras ponen una media de 8 a 10 huevos diarios en su etapa reproductiva, por lo que un solo parásito podría llenar con 150 huevos una cabeza. Prefieren ponerlos en la zona de la nuca y detrás de las orejas porque se sienten más protegidos y calientes", relata la fundadora de Piokito.

Se mueven con gran agilidad y rapidez en el pelo seco, se alimentan de sangre a través del cuero cabelludo y pica por una reacción alérgica a su saliva. Se contagian por contacto con otra cabeza, de ahí que nadie esté a salvo de ellos. "En un artículo hablaban de los selfies como grandes aliados de los piojos entre los adolescentes", comenta Belén Rozas, que quiere llevar a una decena de centros este año sus charlas informativas y su actividades para llegar a los más pequeños de la casa y, en general, los más sufridores de la pediculosis.

El silencio es también otro aliados de la proliferación de piojos, algo que aún es estigmatizante aunque se haya demostrado que no tiene nada que ver con la falta de higiene.

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