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Málaga/Hace muchos años, Ángel García Alcántara –un médico que ha pasado más de 40 años trabajando en una UCI y ha tratado a cientos de infartados– ya decía que hacen falta “mas zapatillas y menos pastillas”, en alusión que la salud hay que trabajársela con actividad física. Ahora ha sido la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) la que ha propuesto que a los pacientes se les recete ejercicio físico.
La idea es que los facultativos de cabecera hagan esta prescripción insólita, pero razonable si se tiene en cuenta la evidencia científica y la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en ese sentido. Incluso la Junta tiene un borrador con esta idea: el Plan Andaluz de Prescripción de Ejercicio Físico (Papef).
La SEMG defiende que esta singular prescripción ayudaría a prevenir la mortalidad prematura por infartos, ictus, hipertensión, diabetes tipo 2, síndrome metabólico, cánceres, obesidad, osteoporosis, caídas, dependencia, deterioro cognitivo, ansiedad, depresión...
El responsable del Grupo de Trabajo de Medicina Deportiva de la SEMG, Pablo Berenguel, defiende el “beneficio incalculable para el bienestar y la salud de nuestros pacientes” que tiene la prescripción de ejercicio físico. “Pero tiene que ser individual y personalizado, no hay una receta genérica”, aclara. Igual que con cualquier fármaco, ejemplifica, la prescripción debe variar según cada persona, el momento de su vida, así como sus capacidades y patologías.
Así como cada persona necesita un determinado medicamento en cierta dosis, también el ejercicio tiene su posología. Pero de forma general, la SEMG recomienda actividad física moderada durante un mínimo de 30 minutos diarios, cinco días por semana o ejercicio intenso durante un mínimo de 20 minutos, tres días por semana. Se aconseja añadir un mínimo de dos días no consecutivos cada semana para practicar 8 o 10 ejercicios que desarrollen la fuerza de la mayor parte de los grupos musculares (brazos, hombros, tórax, abdomen, espalda, caderas y piernas), con 10 ó 15 repeticiones de cada ejercicio. También es recomendable, según la SEMG, dedicar dos sesiones de 10 minutos a la semana para realizar 8 o 10 ejercicios que mantengan la flexibilidad de músculos y tendones.
Aunque en su reciente congreso celebrado a mediados de junio en Granada, la SEMG puso sobre la mesa su apuesta por la prescripción de ejercicio físico desde las consultas de Atención Primaria, Berenguel apunta que podrían recetar actividad física todos los sanitarios y licenciados en deportes, dentro de sus competencias. Incluso insiste en que el enfoque debe ser “multidisciplinar” en beneficio de la salud pública. Médicos, fisioterapeutas, licenciados en deportes, enfermeros y otros sanitarios; todos sumando en esta singular prescripción para reducir los casos de enfermedades no contagiosas.
“El abordaje debe ser multidisciplinar. Todos los profesionales deben ayudar. Este asunto no es patrimonio de uno solo. Si es patrimonio de alguien es del paciente”, señala. Pero recalca que la prescripción debe ser personalizada y controlada. Según explicó, el médico de familia debe evaluar al paciente y establecer una pauta de ejercicio que se ajuste a sus características y necesidades. Porque la receta no es igual para un joven sano que para un anciano infartado.
García Alcántara opina que la propuesta de prescribir actividad física de la SEMG es “fantástica” Porque recuerda que “el sillón es malo” para la salud. “Es una iniciativa fácil y barata; sólo hace falta voluntad política”, señala. Apunta, como Berenguel, que la prescripción debe ser “a medida” para adaptarse a las condiciones de cada persona. Y advierte que a medio y largo plazo supondría al sistema sanitario un ahorro en fármacos. “Que son caros y tienen efectos secundarios”, añade.
Pero por ahora –según el representante de la SEMG– el problema para la implantación de esta singular receta es que no está protocolizada. “Falta definir cómo, cuándo, dónde y cuánto. Es decir, falta la ficha técnica, la posología”, acota.
García Alcántara –que ha contribuido con su compromiso a que miles de malagueños sepan hacer reanimación cardiopulmonar– recuerda que la actividad física no competitiva puede hacerla prácticamente el 90% de las personas. Dice que cualquier ejercicio aporta beneficios; sea andar, nadar o pedalear en una bicicleta estática o dinámica. Insiste en que siempre debe ser pautado según una escala que tenga en cuenta la situación física de cada persona. Señala que incluso las personas infartadas, con problemas respiratorios u otras patologías pueden hacer ejercicio tras las correspondientes pruebas funcionales y de esfuerzo para ajustar éste a sus posibilidades. “Y el ejercicio se debe complementar con dieta saludable”, advierte García Alcántara.
Por su parte, Berenguel aclara que la prescripción de actividad física no es excluyente sino complementaria con la de fármacos;pero puede sustituirlos o reducirlos. En resumen, la idea es que los profesionales pasen de aconsejar ejercicio a recetarlo.
La Encuesta de Hábitos Deportivos en Andalucía recoge que el 41% de la población entrevistada pasa el día sentada y el 27% de pie, pero sin realizar esfuerzo alguno. “Es decir, casi siete de cada diez hacen vida sedentaria”, alerta el contenido del Plan Andaluz de Prescripción de Ejercicio Físico (Papef).
Este documento apunta también que los tres principales motivos para no practicar deporte que esgrimen los encuestados son falta de interés o que no les gusta (27%), falta de tiempo (25%) y motivos de salud (17%). Este último punto, según el Papef, requiere de “una clara educación de la población, considerando que cualquier persona, afectada por casi cualquier enfermedad, se vería beneficiada por la práctica de actividad física”.
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