¿Quiere llevarse las sobras?
Cada vez son más los restaurantes que ofrecen envases a sus clientes para que guarden lo que no han consumido. En el extranjero, esta práctica es conocida como 'doggy bag'.
"Si ya han pagado su comida, tienen derecho a llevarse lo que les sobra". Es la filosofía de la cadena de restauración Wok Directo, una de las que ofrece a los comensales la posibilidad de guardar en un envase los alimentos que no han consumido. La crisis, que moldea hábitos y a la vez tumba prejuicios, ha provocado la vuelta al tupper, aunque no solo para almorzar en el trabajo.
En el caso de los envases de tamaño reducido de los que este restaurante chino dispone para que su clientela guarde lo que ha sobrado, el coste es de 20 céntimos, que se suman a otros 30 si se trata de fiambreras grandes. "Al igual que los supermercados cobran la bolsa para meter la compra, nosotros vendemos la base en la que los clientes se llevan su comida. Son alimentos buenos y sanos. Es una pena tirarlos porque ya están pagados", explica el responsable de Wok en Málaga, Zhen Wu Wan, que cuenta con cuatro establecimientos en la capital y otros dos en la provincia.
Pero la práctica de solicitar lo que en la sociedad estadounidense se conoce como doggy bag no está permitida si se opta por la opción de buffet libre, que suele dar lugar a abundantes desperdicios. "El cliente puede elegir todo cuanto quiera, pero si dejamos que se lleve los alimentos a casa comerían seguro varias familias por el mismo precio y de esta forma no funcionaría el negocio", señala Zhen. Lo cierto es que la voracidad visual de muchos suele ser superior a la capacidad de sus estómagos: "De cada 10 personas, una tira la mitad de su comida. Siempre les pedimos que prueben de todo y que eviten tirar restos".
La preocupación por evitar el despilfarro de alimentos se asemeja, en ocasiones, a la necesidad de ahorrar energía, como también demuestra Noodle&Go, un restaurante de cocina asiática situado en el centro histórico de la ciudad. La vergüenza, sin embargo, parece ganarle a veces la batalla al recato. "Los españoles lo practican cada vez más, aunque algunos todavía tienen cierto pudor. Entre los extranjeros, es muy frecuente que pidan para llevar porque los platos son abundantes y están muy buenos. Los europeos se muestran más abiertos a reutilizar algo que han pagado y que además les gusta", afirma Silvia Sierra, empleada del negocio, cuya consigna es ofrecer, de forma gratuita, las doggy bag a los clientes. "Prefiero que se lleven la comida a tirarla. El que no lo hace es porque tiene pensado ir de compras después de almorzar o cenar y le resulta incómodo. Solemos preguntar si ha gustado el servicio, ya que da mala sensación retirar un plato y ver que está medio lleno. Ocurre que, si uno no trae mucha hambre, no es capaz de terminarse el menú", detalla la camarera.
Otro ejemplo que refleja esta costumbre americana lo constituye el clásico Telepizza, que asegura no poner ninguna objeción a que la gente aproveche lo que le ha sobrado. "Pensamos que no podemos obligar a los clientes a que dejen sus restos en el plato si tienen pensado comérselo, aunque sea después en su casa. La crisis está influyendo, puesto que ahora vienen a pedir directamente a caja, se comen un par de porciones en el local y lo demás se lo llevan. Suele notarse, sobre todo, cuando lanzamos promociones de 3x1 o 2x1 en pizzas medianas o familiares", comenta una de las trabajadoras.
Para cualquier malagueño, comer en Los Montes no es ninguna novedad, aunque a muchos les suponga un sobreesfuerzo acabarse el tradicional combinado, que por lo general se compone de huevo, chorizo, lomo, patatas y pimientos. Una de las ventas más populares en la ciudad es el Ventorrillo de Santa Clara, que cuenta, entre otras especialidades, con berenjenas con miel, callos, lomo con manteca, además de carnes variadas. "Si se dejan el vino, hasta le damos el tapón para que se lo lleven, e incluso el pan cortado. La gente siempre ha estado muy concienciada con la comida, pero lo que antes era una costumbre ahora se ha convertido en algo normal", añaden desde el restaurante. En su caso, el modus operandi se basa en preparar los alimentos para evitar que se deterioren, lo que conlleva que el 90% de la clientela decida llevarse a casa parte del menú que no ha consumido.
El jugador de baloncesto Pau Gasol presentó hace unos meses la campaña ''Ciudadano 0,0%, impulsada por San Miguel. Entre las acciones que ya están teniendo presencia en Málaga destaca la de abastecer de cajas de cartón a los restaurantes para que quien lo desee pueda regresar a casa con la comida que le ha sobrado. Uno de los establecimientos que se ha sumado a esta iniciativa es la venta Cotrina, que abrió sus puertas hace unos 40 años. "Siempre he permitido esa posibilidad. Son alimentos que se han pagado y no puedo impedir que se los lleven", afirma Miguel Cisneros, el propietario.
La idea de comprometerse con el medio ambiente también parece convencer a Alberto Acosta, dueño de la tapería Malabar, situada en calle Beatas. "Mis clientes son, sobre todo, estudiantes y trabajadores, que llegan con el tiempo justo, comen algo y el resto se lo terminan en la oficina. Aprovechan las sobras de platos como ensaladillas rusas, hamburguesas y patatas". Comenta.
Otros sectores también se han beneficiado del éxito de los tupper, entre los que destaca la empresa Thermomix, que ahora ofrece la posibilidad de financiar su compra hasta en 18 meses sin intereses. "Las ventas se han incrementado muchísimo. La sociedad se ha dado cuenta de que necesitamos cambiar nuestra forma de ver las cosas. Queremos comer más sano y mejor. Thermomix es para ello una herramienta imprescindible porque consume menos aceite y electricidad", subraya Angélica Cambil, presentadora oficial en Málaga. A su juicio, el único inconveniente de este artilugio es el coste, que estriba en 980 euros, aunque puede pagarse a plazos.
También te puede interesar
Contenido ofrecido por SO/Sotogrande Spa & Golf Resort
Contenido Patrocinado