“Una ciudad debe ser algo más que bares o se convierte en impersonal”

Rafael Urquízar | diseñador

El diseñador malagueño señala que el comercio pequeño y tradicional está en serio peligro de extinción y demanda más apoyos

“Larios se ha convertido en una calle de bragas y sujetadores, ya no tiene nada atrayente”, considera Urquízar

El diseñador malagueño en su atelier.
El diseñador malagueño en su atelier. / Marilú Báez

Málaga/Desde los 16 años, el malagueño Rafael Urquízar diseña, cose y vende sus creaciones a mujeres de todo el país. Sus colecciones se han presentado en Madrid y en pasarelas internacionales y, en el mundo de la alta costura, su sello ya es indiscutible.

–¿Qué le atrajo del mundo de la moda?

–Desde pequeño siempre quise hacer esto, no he dudado nunca. A mi madre le gustaba mucho la ropa, la costura y la moda, pero no se dedicaba a este negocio y mi padre era médico, pintaba, escribía, pero nada que ver con esto. Sin embargo, a mí siempre me atrajo, decía desde muy chico que iba a ser diseñador. En esa época los estudios de diseño no existían y empecé a trabajar. Soy autodidacta. Luego estudié obligado por mi padre en Madrid y en París.

–¿Cómo se consigue tener un taller propio con 16 años?

–Se consigue trabajando, trabajando mucho y equivocándote. Con esa edad ya tenía mi marca y vendía a las tiendas multimarca de toda España. Mi representante era el de Dior aquí en el país y me abrió un campo amplísimo. Primero hacía colecciones y luego trabajé un tiempo con Pedro del Hierro, pero como lo que me llamaba es hacer mis propias cosas, pues me quedé aquí. Eso sí, en una de las crisis el pequeño comercio se quedó casi inexistente y la gente ya no se gastaba dinero en comprarse un traje de chaqueta. La mujer invertía solo en novia y fiesta y hubo que reinventarse, hacer otra cosa. A eso me dedico ahora.

–¿Dónde sitúa el triunfo para usted?

–El triunfo para mí ha sido mantenerme en mi línea, cambiando, evolucionando, pero en mi línea. He vestido ya a tres generaciones y eso es porque tengo un estilo definido que les gusta. Pienso que un diseñador tiene que tener un estilo reconocible y propio.

–¿Cuáles son las claves para llegar a ese estilo propio?

–Seguir constante en las líneas marcadas es fundamental, no plegarse a los deseos de la clienta si se salen mucho de tu estilo, porque ahora con las redes sociales todo se ve. Mi línea es un clásico vanguardista, me gusta tirar hacia los clásicos pero con un punto más roquero, más juvenil. Mis clientas lo que quieren estar es más guapas, más delgadas, más jóvenes y hay que darles eso. Y siempre favorecer a la mujer. Por muy de moda esté algo, si no favorece a la mujer no lo uso, no me gusta.

–¿Cuánto han llegado a pagar por uno de sus diseños?

–Bueno, las que más se gastan son las novias y tenemos vestidos desde 3.000 euros hasta lo que quieras. Bordados, tejidos, encajes, cola... todo eso influye. El más caro fueron unos 12.000 euros.

–¿Hay mujeres que viajan a su atelier exclusivamente para comprar sus vestidos?

–Sí. Hacerte un vestido a medida es un lujo, así que la persona que quiere un vestido o un estilo, si tiene que venir desde Madrid u otro lugar, viene. Al presentar las colecciones en Madrid se le da mucha más visibilidad. Ahora mismo lo que más mueve la cosa son las redes sociales. Tengo un público nacional y también algunas clientas de fuera, aunque menos.

El creador malagueño junto a algunas de sus creaciones.
El creador malagueño junto a algunas de sus creaciones. / Marilú Báez

–¿De qué nacionalidades?

–Antes tenía varias familias de los Emiratos Árabes que veraneaban en Marbella. Ahora hay más rusas y ellas lo que quieren es el logotipo, Versace, Gucci... He vestido a mujeres árabes a las que no he visto, ni le podía probar si quiera, se les hacían dos o tres vestidos y se les mandaba allí, así era la venta. Pero ese tipo de clientela se ha acabado porque también ha cambiado la gente que hay en Marbella.

–¿Cómo se da el salto a las pasarelas nacionales?

–Presenté la primera vez una colección en Cibeles en 1998 y lo hice porque me eligieron, me llamaron. Luego entró la Mercedes-Benz y se cargó la pasarela. Ciertos diseñadores no nos sentíamos identificados con la filosofía de Cibeles, que sigue siendo costura de pret-a-porter, y eso no se vende en España. Por eso hicimos otra plataforma, Atelier Couture, nos salimos de los desfiles impersonales de Ifema para presentar la alta costura en palacetes y otros espacios, como se hace en París. En esta plataforma valoramos que todo esté fabricado en España, defendemos el taller español y con mano de obra española.

"Puedes ser muy creativo para hacer un cuadro que cuelgas, pero si haces algo que no se vista, para mí no es moda"

–En los desfiles, muchas veces se ven diseños imposibles de vestir...

–En las pasarelas utilizas cortos más cortos, largos más largos, más transparencias... pero en mi caso siempre he tenido una máxima. El 90 ó 95% de la colección tiene que ser ponible. Lo que me gusta, además de que me digan que es muy creativo, es que me comenten al salir todo lo que se pondrían. Puedes ser muy creativo para hacer un cuadro que cuelgas, pero una prenda se la tiene que poner la gente. Si haces algo que no se vista, para mí no es moda.

–¿Hay que gastarse mucho dinero para vestir bien?

–No, para nada. Es más, con unos buenos complementos puedes ir muy bien vestida y por poco dinero. Hay que tener un poco de gusto y saber qué es lo mejor en cada ocasión. También es verdad que en Andalucía se viste muy bien sólo en las bodas y eventos. Tengo público del norte que lo hacen, además, en el día a día. Aquí, quizás por el calor, de diario se viste peor que de Madrid hacia arriba.

–¿Hay que salir fuera para trabajar o con el mundo tan globalizado en el que vivimos ya no es necesario?

–Trabajo muy bien en Málaga, no me mudé de joven a Madrid y no lo voy a hacer ahora. Voy a presentar mis colecciones allí y me vuelvo, mis compradoras son las que se mueven y las redes son muy importantes. Antes era básico salir en las revistas y ahora lo fundamental es estar en las redes.

–¿Qué le aporta Málaga a un diseñador?

–Un creativo lo que tiene que estar es cómodo y Málaga me ha aportado mucha comodidad. Tengo calidad de vida, el trato con la clientela es más cercano. Sin embargo, en cuanto a colecciones soy quizás más para el norte que para el sur, me gusta poner mucha prenda, mucha manga, pero diseño pensando en las clientas y me da igual de donde sean. Eso sí, hay ciertas temáticas que están muy presentes en mis colecciones, como la Semana Santa y el bordado, el flamenco... se nota un cierto aire del sur. En general, los diseñadores del sur hemos sido bien acogidos en los desfiles nacionales.

Urquízar y sus vestidos de novia.
Urquízar y sus vestidos de novia. / Marilú Báez

–¿Se espera de un diseñador andaluz cierto toque de la tierra?

–Sí, a mi me gusta que tenga un toque, pero no me gusta el tópico, ni del volante ni de la flor en el pelo.

–¿Cómo es el mundo de la moda visto desde dentro?

–La gente lo ve como muy glamuroso, pero supone trabajo durante todo el día. Y cuando eres creativo, por la noche no duermes pensando en lo que vas a hacer. Son muchas horas. También hay un concepto de que para diseñar hay que entrar dibujando y yo la mayoría lo hago a posteriori, me pongo con la tela, empezamos con los patrones y se hace el vestido. Lo que está claro es que es fundamental que sepas hacer de todo, un creativo tiene que saber coser, hacer patrones, de todo. Has de tener la práctica, no sólo la imaginación. Tú puedes dibujar muy bien una cosa y crear algo espectacular, pero luego hay que poder hacerlo con la tela.

–¿El turista que viene a la ciudad entra en su tienda?

–No. Ni en muchos otros negocios tampoco. El turismo viene muy bien a la hostelería pero no a nosotros. La colección de desfile sí se podría comprar aquí pero es muy difícil que alguien de vacaciones se lleve un traje nuestro. A muchos le gusta la ropa, entran y miran, pero en ventas no repercute en nada.

"Todo no debe de valer, ahora que ya no hay que atraer deberíamos de seleccionar para quedarnos con el turismo de calidad"

–¿Estamos tendiendo hacia un turismo de bajo coste?

–Sí, cada vez hay más despedidas de solteros y eso no nos viene bien a casi nadie. Es verdad que hay mucha gente, ves maletas por todos lados, pero ¿realmente es lo que queremos? Todo no debe de valer, ahora que tenemos el turismo bueno, el regular y el malo hay que seleccionar, ponerlo más difícil, más caro. Antes había que atraer pero ahora las llegadas son masivas, en estas fechas no hay ni un asiento en el AVE desde Madrid. Nos estamos convirtiendo en la playa de Madrid, en la ciudad de las despedidas. Si ese turismo no nos favorece, habría que intentar frenarlo, quedarnos con lo bueno. Todo no puede valer porque igual que lo tenemos igual nos lo cargamos y desplazamos al turismo de calidad.

–¿Cómo percibe la evolución de la ciudad?

–Me parece muy bien el cambio que está teniendo, pero le veo un peligro muy grande, se le está dando mucha importancia a la hostelería, hay una sobredosis de terrazas por la calle y se ha puesto muy poco o nada en valor el pequeño comercio. Ya se ha perdido casi todo y el poco que queda se irá perdiendo. Larios se ha convertido en una calle de bragas y sujetadores, no tiene un comercio atrayente. Está Inditex y las tiendas de ropa interior, y poco más. En el centro ya no hay tiendas, solo bares y franquicias. Una ciudad debe de ser algo más que bares o se convierte en impersonal, sin elementos diferenciadores.

–¿Qué opina de las terrazas?

–No dan una imagen de calidad. Un centro en el que veas casetas tipo chiringuitos por todo todos lados no es bonito.

–Usted vive en el centro, ¿se ha convertido en algo casi imposible?

–Vivo en el centro porque es muy cómodo para mí estar en cinco minutos en el trabajo. Pero es verdad que se ha puesto complicado. He vivido arriba de un bar y he tenido marcha todos los días hasta las 5:00, las 6:00 de la mañana. Cuando al día siguiente te tienes que levantar para trabajar, imagina. Es duro.

–¿Y qué me dice de los alquileres vacacionales?

–En mi bloque no había ni uno hace años, eran sobre todo vecinos mayores. Ahora son todos. Así que maletas, idas y venidas a todas horas. Sin embargo, siempre he dicho que quien quiera tranquilidad se vaya a un monte, aunque, a veces, es difícil.

El diseñador tiene su tienda en la calle Calderón de la Barca.
El diseñador tiene su tienda en la calle Calderón de la Barca. / Marilú Báez

–¿Ha sufrido con los patinetes?

–Sí, he tenido siete u ocho patinetes tirados en la puerta de la tienda. Pienso que tiene que haber mayor regulación. Málaga ha tenido un crecimiento muy rápido pero no se ha sabido gestionar y hay que hacerlo, se debe de controlar más.

–Si continúa De la Torre al frente de la alcaldía, ¿qué le pediría?

–En lo que tiene que ver conmigo, creo que es necesario que se ayude a que el pequeño comercio no desaparezca e incentivar para que haya más. Creo que el equipo de gobierno ha hecho un buen trabajo y ha ayudado a que esto vaya a más. Ha habido una Málaga antes y una de después, que está muy bien, pero ahora hay que controlar un poco ese crecimiento.

"En Málaga hay mucho potencial pero no nos lo creemos, nos comparamos demasiado con los demás”

–¿Cuáles cree que son las fortalezas de Málaga y cuáles sus debilidades?

–Tenemos un potencial muy grande, un mar que nos envidian mucho, y talento. Pero nuestra debilidad es que no nos lo creemos. Miramos mucho a los demás, no comparamos mucho y deberíamos de defender más lo que tenemos nosotros. Tenemos que empezar a creérnoslo sin mirar tanto a los demás.

–¿Su reto cuál es?

Continuar aquí y haciendo lo que me gusta. En esto con 34 ó 35 años. El mantenerme ya es bastante cuando han caído ochenta. Lo mejor para cualquier profesión es mantenerse, no son buenas las grandes subidas porque se cae y la hostia es más gorda.

–¿Se siente reconocido en su tierra?

–Sí se me reconoce, pero creo que tengo más reconocimiento a nivel nacional que local. Ahí es donde los malagueños empezamos a flaquear, que los demás nos tienen que decir que algo es bueno para que nos lo creamos. Y no debe de ser así, hay que valorar lo que se tiene y no sabemos valorarlo.

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