El Rayo Verde, ecosistema innovador gestado entre la UMA y el PTA
Universidad y Empresa
La Universidad de Málaga y el PTA comparten un edificio en el campus en el que se unen proyectos emprendedores y multinacionales consolidadas
David Báez y Álvaro Anaya, socios de la firma A Bonfire of Souls, trabajan en su despacho de la primera planta en el videojuego Wizards Tourney, que en unos meses lanzarán para PlayStation. Su estancia no tiene más de 20 metros cuadrados, pero sus proyectos crecen en ella de forma exponencial con tan sólo tres años de vida. En la segunda y tercera planta son centenares de trabajadores los que ocupan puestos frente al ordenador en Viewnext, filial de IBM, y en la multinacional canadiense CGI, en la cuarta. Y en la incubadora de empresas de la UMA, Ángela y José intentan levantar desde cero Janpek, nacida de una idea para la optimización de recogida de residuos urbanos. Es el perfecto ecosistema de innovación en el que grandes, medianos y pequeños comparten un escenario de incesante actividad y con lugares y momentos diseñados para la comunicación, la formación y la transferencia de conocimientos. Es El Rayo Verde.
“El Rayo Verde es el resultado de un acuerdo que formalizaron la Universidad de Málaga y el Parque Tecnológico en 2010 para crear un edificio dentro del campus que reprodujera un ecosistema de innovación y que fuera un espacio compartido por la UMA y las empresas”, explica Rafael Ventura, vicerrector de Innovación Social y Emprendimiento.
“El PTA quería tener una proyección dentro del ámbito universitario, al considerarlo fuente de innovación y talento, y la UMA quería tener empresas dentro del campus para facilitar la transferencia y la comunicación entre ambos sectores”, agrega Ventura. Así, el edificio, junto a la última parada del metro, está ocupado en un 30% por la Universidad de Málaga y en un 70% por empresas con un fuerte componente de I+D y que tienen una relación estrecha con la entidad académica a través de la empleabilidad o de la investigación.
“Hay una gran tipología de empresas en base al tamaño, desde firmas tractoras con grandes plantillas a muchas iniciativas emprendedoras, pequeñas startups capaces de encontrar aplicación a la investigación”, comenta el vicerrector de Innovación Social y Emprendimiento. La sede de su vicerrectorado también se encuentra en este edificio, igual que todo el Servicio de Empleabilidad y Emprendimiento de la UMA con la Agencia de Colocación y el servicio de orientación profesional a la cabeza. Pero no sólo esto. También hay un espacio de coworking de acceso libre para la comunidad universitaria, un salón de actos, salas dedicadas a formación y espacios muy polivalentes para sus múltiples actividades.
El Link by UMA-ATech tiene su propio espacio de incubación y siempre hay diez startups originadas por investigadores o estudiantes egresados que se seleccionan anulamente a través de la convocatoria Spin-Off. Durante un año los ganadores del certamen tienen el espacio de forma gratuita, pero no sólo eso. También cuentan con un programa de formación y de mentorización, “además de una conectividad muy grande porque aquí viene mucha gente a conocer los proyectos, el Rayo Verde genera muchas visitas, mucho interés, tanto de inversores como de entidades y empresas grandes, el edificio tiene mucha vida”, apunta Rafael Ventura.
Junto a estas propuestas recién nacidas, están las firmas que el PTA alquila a las empresas. El espacio está completo y con una importante lista de espera. “El PTA valida el interés de esa empresa para el conjunto del edificio, la vinculación que tenga con la UMA y también la viabilidad del proyecto”, dice el vicerrector. Aunque cada cual trabaja en sus proyectos, el espacio común genera convivencia, neworking y flujos de información.
Se programan unas 300 actividades al año. Su vitalidad ha hecho que ocupe el séptimo lugar –entre 500 viveros de empresas de España analizados– en el primer ranking publicado por la Fundación de las Cajas de Ahorro. Ana Muñiz, técnica de emprendimiento, apunta que los programas son múltiples y polifacéticos. “Polaris es nuestro programa de mentorización, se hace un proceso de formación y acompañamiento de los proyectos incubados, cada año se da apoyo a 13 ó 14”, afirma Muñiz y subraya otros como Entreprenurial Brains o Creative Lab. “No pretendemos que todos los estudiantes sean emprendedores pero sí que si les surge una idea sepan ponerla en marcha, quién y cómo se les puede ayudar”, indica la técnica.
Una vez concebida y generada la idea, existen también programas de aceleración para poder ponerla en el mercado. El Málaga Startup School es un programa en el que se pasa del papel al prototipo en tan solo seis semanas gracias al acompañamiento de profesionales en todo el proceso. “La formación se hace aquí y traen a los CEO de las empresas más potentes, funciona muy bien”, considera Ana Muñiz.
También destaca el Pinsapo, un programa piloto que nace de la mano de la Junta de Andalucía para fomentar el emprendimiento en la Sierra de las Nieves. “Tenemos un convenio con el Ayuntamiento de Guaro y Andalucía Emprende y ya hay solicitudes de otros municipios para el año que viene”, añade la técnica. Certámenes como el Ideas Factory, los Juernes del emprendedor, los Martech junto al Club de Márketing, los encuentros de UnBlock Chain... el Rayo Verde es un hervidero de propuestas de las que se pueden beneficiar todos sus habitantes.
“Entramos aquí a través del Spin-Off y luego continuamos porque te dan facilidad económica, cuentan David Báez y Álvaro Anaya, de la empresa A Bonfire of Souls. Y destacan que se encuentran especialmente cómodos en el espacio, “nos avisan de actividades que pueden ser interesantes, hay mucho movimiento entre la UMA y el PTA”, agregan. Junto con su otro socio, Antonio J. Fernández trabajan no sólo en la creación de videojuegos, sino también en aplicaciones y experiencias interactivas como pueden ser las visitas en realidad virtual.
Además de los tres socios, que se conocieron en el máster de Creación de Videojuegos de la UMA, trabajan otras dos personas contratadas y una en prácticas. La formación es otra de las patas de su proyecto. Los fundadores de la firma son profesores del máster y tienen la academia Gamia para jóvenes de entre 14 y 18 años en el Polo de Contenidos Digitales. El primer producto que sacaron al mercado fue un juego para dispositivos móviles, el Quest to Aztlan. Ahora ya tienen para PC el Wizards Tourney y pronto formará parte de PlayStation Talent. Desde el Rayo Verde exportarán el talento malagueño a todo el mundo.
Janpek, cómo optimizar la recogida de residuos
Ángela Fernández, José Carvajal y otros dos compañeros más del grado en Ingeniería en Tecnologías Industriales desarrollan sus soluciones para una recogida más eficiente de residuos urbanos. Van a sensorizar los contenedores para “tener un control de lo que está en la calle y así mejorar la ruta de recogida”. Esa información se enviará a un servidor para que desde el puesto de mando se puedan tomar decisiones más óptimas. También están trabajando en una aplicación móvil para que el propio camionero pueda ver la ruta más rápida y efectiva, aunque estos detalles deberán de cerrarlos con la empresa cliente. Ahora mismo están desarrollando la tecnología con el protocolo de comunicación Lora, que puede mandar información a mucha distancia. Cada socio tiene repartida una parte del trabajo y es en la oficina del Rayo Verde donde lo ponen todo en común. “Esto ayuda a dedicarle tiempo y a concentrase, cada uno desde su casa sería más difícil, es un punto de reunión, un espacio grande y gratuito”, dicen los emprendedores.
Saader, posicionamiento para drones
Juanmi Cuesta y Álvaro Casanova, ingeniero industrial e ingeniero electrónico respectivamente, crearon Saader para intentar hacer realidad su sistema de posicionamiento para drones autónomos. Con él se podría ayudar a estos objetos voladores a aterrizar o a seguir un objetivo dado. “El GPS no tiene una precisión tan buena, el nuestro es casi milimétrico y, además, puede trabajar dentro de edificios porque va por campo magnético a baja frecuencia MFLF”, explica Juanmi Cuesta. Los drones necesitan de una antena receptora y una emisora que se tendría que colocar a la persona u objeto sobre el que se quiere aterrizar. Está pensado para la industria del cine o para el dron de reparto. “Estamos informándonos de las posibles salidas del sistema, viendo la regulación y hablando con fabricante y pilotos que les podría interesar, nuestro mentor nos ha pedido validar la idea antes de desarrollar el producto”, agrega Cuesta. Si lo de los drones no sale bien podrían utilizar esta tecnología en otras aplicaciones.
AA Noise Control, freno al ruido de las terrazas
Dos arquitectos y un ingeniero mecánico, de un grupo de investigación de la Escuela de Arquitectura de la UMA, se presentaron al Spin off para poder continuar con su trabajo sobre el control acústico en las calles. Esta empresa ya tenía una actividad anterior en el campo de la acústica y de la arquitectura. “Hemos creado una serie de prototipos para exteriores, intentamos transportar la tecnología del acondicionamiento acústico e insonorización que se hace interiores al exterior”, explica la arquitecta María Teresa España. Aunque sin desvelar aún mucho, se trata de objetos de quita y pon que se colocarían como el resto de mobiliario de la terraza del local. “Estamos en un punto experimental, tenemos los prototipos diseñados, estamos haciendo las maquetas y los ensayos acústicos aquí en el despacho”, comenta España. Para la firma ha sido fundamental su participación en el certamen de la UMA para contar con un espacio, un laboratorio de pruebas gratuito y obtener la financiación para los equipos que les permitirán sacar adelante su propuesta.
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