La tensión de las últimas horas
Rescate de Julen en Totalán
Expectación ante la cercanía de los mineros al pozo por el que cayó Julen
Totalán/Queda menos de un metro, pero la incertidumbre continúa. Hay nerviosismo y tensión. Este viernes, poco después de las 19:00, la subdelegada del Gobierno, Maria Gamez, llegaba a Totalan con semblante serio. Sin hacer ninguna declaración, ha entrado directamente al puesto de mando.
Más de medio centenar de periodistas se congregan junto al carril que conduce al cerro, inquietos esperando para informar del desenlace. La galería horizontal que deben excavar es de unos cuatro metros. Los mineros llevan 3,35 metros y se palpa el nerviosismo. De la prensa, los guardias civiles, los voluntarios y los vecinos.
A las 20:30, el portavoz de la Benemérita, Jorge Martín, informaba de que era necesaria una cuarta microvoladura porque la montaña sigue poniendo difícil llegar a Julen. Nuevo contratiempo.
Martín comparece en una multitudinaria rueda de prensa que refleja la expectación y el interés por el caso. Televisiones de toda España hacen sus directos para informar de la última noticia sobre el rescate: otro obstáculo, una nueva veta de extrema dureza.
Los psicólogos del Grupo de Intervencion en Crisis y Emergencias (Gipse), mientras, continúan su labor de apoyo a la familia. Habitualmente, estas intervenciones van de 24 a 72 horas. En esta ocasión se ha prolongado de manera excepcional para ayudar a los padres a sobrellevar casi dos semanas de incertidumbre.
Pasa el tiempo. Ya el milagro es casi imposible, pero todos lo esperan. Las mujeres de la asociación de Totalán siguen haciendo su puchero reconstituyente para que los mineros estén fuertes. En el bar Arriba y Abajo, los periodistas reponen fuerzas con el menú diario mientras mandan crónicas y fotos.
Totalán, un pueblo de poco mas de 700 habitantes, soporta estos días el trasiego de casi medio millar de personas entre guardias civiles, periodistas, bomberos, voluntarios y políticos.
Durante el día, los helicópteros de la Guardia Civil sobrevuelan el pueblo. Uno trae explosivos para romper la roca. Otros, guardias civiles expertos en microvoladuras para el relevo.
Por la noche, un perro desconcertado sube la carretera esquivando milagrosamente los coches. Debe estar acostumbrado a menos tráfico.
Sobre las 22:00, los coches van y vienen en una intensa hilera de luces, inusual para este tranquilo pueblo de la Axarquía. Cerca, en una casa cedida para que estén estos días, los padres esperan el desenlace.
Lejos, en muchas partes del mundo, otras personas también aguardan noticias.
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