Dulces navideños con marca conventual
Ronda/La Navidad va unida a diferentes tradiciones como las reuniones familiares o el encuentro con los amigos, en los que siempre suele aparecer un elemento como los mantecados, un dulce típico de estas fechas que ya se elabora de muy diferentes formas.
No obstante, muchos conventos siguen manteniendo viva la elaboración tradicional. Es el caso de las hermanas del convento de las franciscas de Ronda, que se encuentra situado en el barrio de San Francisco.
Al traspasar las puertas del edificio y tras cruzar un bello patio de arcos, el olor del obrador se abre camino entre los pasillos silenciosos que conducen hacia este espacio en el que las hermanas trabajan para producir estos dulces.
Alrededor de una mesa, las hermanas elaboran de forma manual los diferentes dulces navideños que producen en esta época, entre los que tienen un gran predicamento los gañotes y los propios mantecados, que son elaborados con harina, azúcar, almendras, canela, matalauva, ajonjolí y un poco de clavo.
“Aquí no entran productos de esos nuevos”, explica Sor Natividad, una hermana procedente de Estepa que cuando vio que la costura ya no tenía tanta demanda, propuso introducirse en la producción de mantecados tradicionales y se desplazó hasta su pueblo para adquirir las máquinas con las que todavía hoy, cuarenta años después, siguen trabajando para elaborar sus reconocidos dulces para cuya producción aseguran no tener ningún tipo de receta secreta.
Ellas afirman que su único gran secreto es el modo de tratar la masa y la manipulación manual que aseguran que les permite dar el punto exacto antes de meterlos en el horno. Además, no realizan grandes producciones, ya que sostienen que el mantecado pierde el sabor cuando lleva ya un tiempo fabricado. Por ello hacen tiradas de unos 100 kilos de masa para los distintos productos que tienen, adaptándose así a la demanda que van teniendo. “Conforme vamos vendiendo hacemos más, nada de hacer por hacer”, explica Sor Natividad.
Todo ello mientras las hermanas, como un equipo perfectamente engranado, mantienen el ritmo de trabajo entre la mesa de elaboración, el horno y el tratamiento posterior para pasarlos por azúcar como es el caso de los roscos de vino o en envasado para su venta. Además de la comercialización directa en el propio convento, cuentan con la colaboración de la Hermandad del Santo Entierro que les vende sus productos en las actividades que organiza, a lo que se suma uno de los comercios del barrio que también ofrece estos dulces.
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