Rosa Francia: la mujer que no renuncia a nada
Con una vida dedicada a la docencia, acude a nuestra cita en el restaurante La Deriva
Málaga/Cuando nuestra invitada me confirmó su asistencia a nuestro encuentro, me sentí muy satisfecho ya que sé que no se prodiga en participar en nada público y mucho menos en primera persona. Quizás por eso, entre otras razones, es una persona querida y reconocida en nuestra ciudad. Una mujer sencilla y entusiasta, que no pone reparos a cualquier cuestión que se le plantee. Acostumbrada a bregar con la vida. Una mujer elegante y culta, muy culta, que baja a la arena de lo cotidiano sin ningún tipo de complejo, con la seguridad de las personas que saben que el camino lo marca uno. Desde luego que ha sido un honor y un verdadero placer mi encuentro con la profesora Rosa Francia, a la sazón, esposa de nuestro alcalde.
El RESTAURANTE
El encuentro lo realizamos en un establecimiento que marcó una revolución desde el mismo día de su apertura, tanto en lo gastronómico como en lo arquitectónico y decorativo: La Deriva, ubicada en la Alameda de Colón. Nuestra felicitación a su propietario, Antonio García. Una gastronomía, como decía, especialmente imaginativa e innovadora de la que tiene toda la responsabilidad su chef, José Rojo, y un grupo de 30 profesionales capitaneado por su jefe de sala, Rafa Figueredo, quien se desvivió, con toda la razón, en palabras de elogio a su equipo. Me adelantó el propio Rafa la próxima ampliación del establecimiento, algo que con toda seguridad será bien recibido por su cada vez mayor y fiel clientela. Pues en este espacio tan exclusivo tuvo lugar este encuentro tan especial. Ahora les cuento.
EL INVITADO
Rosa Francia es una persona dinámica, espontánea y muy directa, algo que uno agradece cuando lo que pretende es dar a conocer detalles menos conocidos de su vida. Y comencé por interesarme por su época de profesora, tanto de instituto como universitaria. “[Silencio] Las cosas van y luego vuelven. Recuerdo con cariño mi época de profesora, pero no la añoro, en todo caso, el profesor tiene que estar siempre joven y actualizado en todo lo que le rodea. Enseñar es un privilegio, es lo más bonito del mundo. Cuando hablo no puedo evitar muchas veces parecer que estoy dando clase. Es una deformación profesional”.
Estas palabras, procedentes de una persona que ha dedicado su vida a la enseñanza, dejan claro su amor por su profesión. ¿Y la juventud de los años setenta con la de final de siglo, era notoriamente diferente? “ La juventud es la juventud, eso no ha cambiado, me refiero en lo relativo de la enseñanza. Lo que si cambió fue la enseñanza propiamente dicha. El primer gran cambio en 1970 con el libro blanco de la educación, y más tarde con los cambios en planes educativos. Pero no, la juventud siempre es la juventud”. Como la que muestra Rosa cuando habla de aquellos tiempos. Es como si mentalmente estuviese con sus alumnos, con sus compañeros profesores. Y le comenté que no la imagino de otra cosa que de profesora. “[Risas] Las Matemáticas y la Filosofía me encantan. Y la música, la música es el telón de fondo de mis actividades. Cuando cocino oigo opera [risas] , me gusta la música interpretada por la voz humana y a veces hasta me animo a cantar”. Queda claro que es usted una mujer directa y espontánea. “[Risas] Claro, a mi edad, si no digo lo que pienso me salen subtítulos. La espontaneidad no es peligrosa si tratas con gente inteligente. No me gusta hacer daño a nadie, y si a veces lo hago pido perdón. Pero prefiero pedir perdón mil veces”. Por lo tanto usted es una persona entusiasta, que ama la vida. “La vida es muy bonita. La edad no importa, es más, al hacerte mayor te enriqueces. Me gusta la gente con valores, generosa, que sean en definitiva buenas personas. Detesto el egoísmo y cualquier actitud negativa hacia los demás, o sea, lo que he dicho, el egoísmo.
Su biografía
Nacida en Logroño, después de estudiar y vivir en Madrid, gana unas oposiciones y consigue su plaza en Málaga. Ya nunca abandonaría la ciudad. Doctora en Filología Clásica, ejerció de profesora de Latín y de catedrática en la UMA. Casada con Francisco de la Torre, tiene cuatro hijos y siete nietos a los que adora. Ellas se define como jubilada, ama de casa, aunque a continuación aclara: “Las mujeres realmente no nos jubilamos nunca”. Y le pregunté si después de tantos años en Málaga, va para cincuenta, se sentía malagueña. “[Silencio] Ser malagueño es mucho. Tengo que seguir siendo fiel a mí misma. Nunca digo que me considero una malagueña más, sería un acto de vanidad. Ser malagueño, repito, es mucho”. Por la profesión de su marido le pregunté si no lo echaba en falta. “Mi marido trabaja mucho, le pone mucho corazón y tiene la gran suerte de que la gente se le reconoce. Eso ya es bastante”. Y usted, no para tampoco. “Nosotros tenemos muchas cosas que decir todavía. La edad no cuenta. No podemos quedar arrumbados, por eso lo inteligente es saber amoldarse a lo que la vida te ofrece, y a mí me ha ofrecido mucho”. Para terminar quiso enviarle este mensaje a su marido: “[Silencio] Ahora tiene que pensar en dejar ejemplos en lugar de acciones. Málaga merece, por supuesto, que trabaje 24 horas al día, pero ya ha dejado la huella del hombre trabajador que es. Es hora de pensar en la renovación “. Amen.
Una sociedad sana no puede permitirse el abuso sobre el débil. Sea quien sea el débil. En la vida como en la cocina todo está en el punto. Lo acertado es conseguir la dosis exacta”. Me interesé por su defensa de la mujer. “[Silencio] La mujer no es más pero tampoco menos que el hombre. Somos seres humanos por encima de todo. La única diferencia en todo caso son los condicionantes que impone la naturaleza. Hay una manía con extralimitar todo lo femenino. A la mujer hay que empoderarla solo hasta donde la mujer quiera.” Dada su vida familiar, por ser la mujer de quien es, le pregunté por lo que pueda haberse perdido en la vida. “ [Silencio] Vivir es elegir y lo que he elegido me ha dado un excelente resultado. No me he perdido nada”.
Su vinculación con la ciudad, especialmente con los colectivos y asociaciones, es de todos conocido. “ Sí, así es. Y gracias a ello tengo un montón de amigas. Las mujeres expresamos muchos más los sentimientos. En Málaga hay mujeres que veo a lo mejor una vez al mes o menos, y sin embargo son para mi algo muy cercano. De ellas he aprendido muchísimo”. Como consecuencia de ello le ha tocado pregonar en más de una ocasión. “[Risas] Sí, es cierto. He pregonado todo lo pregonable, y lo he hecho con el mayor de los gustos. Ellas se lo merecen todo. El asociacionismo en Málaga es algo digno de estudio”.
Hablando de Málaga, le pregunté cómo ve nuestra ciudad. “ Me encanta. Quiero aclararte algo. Soy una fan de la gestión mi marido, pero Málaga ha estado siempre en el mapa. Llegué a Málaga en 1968 y me enamoré de inmediato de ella. Oposité para venirme a Málaga. Soñaba con vivir aquí. Siempre me ha encantado y me encanta la falta de presunción y lo sencillo de su gente. Málaga ha sido siempre una maravilla”. Y después de estás bonitas palabras a nuestra ciudad continuamos con la comida.
LA COMIDA
El primer gran acierto del amigo Rafa Figueredo, de una larga serie de ellos a lo largo de la comida, fue dejarnos bajo el profesional y atento servicio de Javier Arguelles. Nuestra invitada no se ahorró elogios para el trabajo tan esmerado y profesional de Javier. Todo en él es tacto y conocimiento de su trabajo.
Enhorabuena a Javier, aunque tenemos constancia que es marca de la casa el servicio y trato al cliente, algo que hoy se valora tanto como la comida. Y comenzamos, tras el descorche de una botella de blanco Habla del Mar, riquísimo, con un aperitivo de sardina en emulsión de Joselito y ensalada de foi y mango, realmente exquisitos. Y como andábamos degustando unos platos exquisitos, me interesé por su fama de buena cocinera. “[Risas] Me gusta la cocina. De pequeña ayudaba en casa y eso, sumado a la tradición gastronómica de mi tierra – Rosa Francia es natural de Logroño– , me hizo que me gustase cocinar. Un buen rato en la mesa es un regalo para la familia.
Me encanta especialmente la cocina tradicional. Guisar las pochas, las lentejas, los garbanzos. Son muy versátiles. Por supuesto que no rechazo la comida moderna, como estos platos que estamos disfrutando. Son riquísimos”. Como riquísimas estaban las vieiras a la plancha con crema de cebollas y el pulpo con base de patatas. Extraordinarios. Como suelo hacer con nuestros invitados, le pregunté por algún sueño por cumplir. “Claro, muchos. Especialmente lograr terminar cosas en las que llevo desde hace años. Unos cuentos que yo denomino de la abuela, en los que llevo trabajando hace mucho tiempo. Y poesía. Y latín. Y por supuesto la expectativas que tengo puesta en mis nietos”. Pues queda claro que a soñar no hay quien le gane a Rosa Francia.
El descorche de una botella de Astrales, selección de bodegas Lara, nos hizo prepararnos para el plato final: asado de vaca rubia gallega. Toda una experiencia que maridamos con el magnífico vino, finalizando con un deconstruido de tarta de queso, que aparte de original, estaba delicioso. Felicitaciones al chef y a todo el equipo de la Deriva. Y a nuestra invitada un especial agradecimiento por regalarnos sus reflexiones más personales y por mostrarse libre como el viento. Gracias Rosa. Hasta siempre.
LOS VINOS
Blanco: Habla del Mar
Un vino fresco, ligero y brillante, que evoca el mar con sus toques ácidos y de mineralidad salina. Excelente.
Tinto: Astrales crianza
Magnífico vino de la D.O. Ribero del Duero. Monovarietal- Tinta Fina- es un vino que equilibra perfectamente la fruta y la madera. Maridó perfectamente con la carne que degustamos.
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