Ruidos que impiden el descanso

Convivencia Algunos malagueños cuentan su experiencia con vecinos incívicos

Tacones sobre el parqué, reformas varias veces al año, pasillos utilizados como pista de carreras son algunos de los actos que los malagueños aguantan de sus vecinos de arriba

El ruido que producen los tacones es bastante molesto para los vecinos del piso de abajo.
El ruido que producen los tacones es bastante molesto para los vecinos del piso de abajo.
Victoria R. Bayona / Málaga

14 de febrero 2010 - 01:00

"Me va a costar una enfermedad, llevo dos años sin descansar bien". De este modo describe Jesús Díaz la convivencia con sus vecinos del piso de arriba. El único consuelo que le queda es que hace dos semanas probó unos nuevos tapones y ahora empieza a dormir algo más. Todas las mañanas se produce la misma situación, sobre las 6:00 ó 6:30 empieza un movimiento de muebles que dura casi media hora y que acaba por despertar a Díaz. "Creo que tengo un piso patera, porque la gente que entra va cambiando y hay épocas del año en las que se concentra un mayor número de personas", asegura, por lo que probablemente el ruido se produzca al recoger "todas las camas". Además, las reformas son constantes, dos o tres veces al año, "es como una maldición", añade este malagueño. Por eso, busca un nuevo piso al que mudarse, a pesar de llevar casi toda su vida viviendo en Héroe Sostoa, mientras se lamenta de que no haya una ley más dura que ampare a "los ciudadanos cívicos". A pesar de todo, lo que sí logró es que la dueña del piso dejara de usar tacones.

Después de un año de adivinar la zona de la vivienda por la que caminaba, Jesús Díaz se decidió a subir y a pesar de que le aseguraron que "ellos no eran los que hacían ruido", a la mañana siguiente los tacones desaparecieron. Como él muchos malagueños sufren ruidos por parte de sus vecinos que les evitan descansar y tener una convivencia cívica, pero ¿realmente somos conscientes del ruido que hacemos, de las molestias que podemos llegar a causar? La primera vez que Ana Romero descubrió que sus vecinos de arriba eran algo descuidados fue durante unas vacaciones de verano en las que dejaron conectado un despertador eléctrico que sonaba a partir de las 7:00. Como en la vivienda no había nadie sonaba varios minutos seguidos durante horas. "Era horrible, no podíamos dormir a partir de esa hora". A pesar de que a su regreso, ella y varios vecinos a los que también había molestado se quejaron, "cada fin de semana que salían de viaje, volvía a pasar lo mismo". Después de insistir mucho consiguió que dejaran de utilizar el despertador.

Pero ahí no terminó la cosa. Esta misma vecina tiene dos niños pequeños y para ellos el pasillo se convierte en una pista de carreras. Los patinetes no dejan de rodar desde que los niños llegan del colegio, acompañados de un buen número de canicas. "Puedo soportarlo durante toda la tarde, pero considero que a partir de las 22:00 deberían empezar a tener más cuidado con ese tipo de ruidos, sobre todo teniendo en cuenta que a los pequeños hay que acostarlos temprano", explica Ana Romero.

A Antonio Sánchez los ruidos que más molestias le causan son los de sus vecinos cuando mantienen relaciones sexuales. "Comprendo que estén enamorados y se lo demuestren, pero lo que no entiendo es que formen un escándalo cada vez que deciden hacerlo", asegura. Para poder conciliar el sueño, Sánchez ha insonorizado su dormitorio y aunque el sonido todavía se cuela, confiesa que al menos puede volver a descansar.

El caso de Manuel Arias es cuanto menos curioso. Durante años ha convivido con un local de alterne debajo de su balcón con ruidos "insoportables" todas las noches y hace unos meses decidió empezar una nueva vida en la calle Strachan. Antes de trasladarse comprobó que fuera un piso silencioso e incluso colocó una doble ventana en el salón. Pero para su sorpresa, a pesar de ser un bloque con pocos vecinos, hace unas noches ni él ni su novia pudieron dormir por los ruidos que provenían de alguno de los pisos. "Era como si alguien se lamentara a voces", comenta. A la mañana siguiente Arias se dispuso a buscar a los causantes, por lo que acudió al piso de abajo. La mujer que le abrió la puerta, lo negó todo e incluso le dijo que no había pasado la noche allí. "Espero que no vuelva a pasar", concluye Arias.

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