Ruta al yacimiento del cerro de la Tortuga de Málaga
Redescubriendo la provincia
Una senda en medio de la ciudad
Hay a quien le molesta mucho que se emplee la palabra 'ruinas' para describir restos arqueológicos, pero...
Que mucha gente juzga a mucha otra por salir de casa en plena tercera ola de coronavirus es un hecho incuestionable. Nosotros, por enésima vez (y las que hagan falta), matizaremos el sentido de este artículo: que cada cual haga de su capa un sayo siempre que la transformación textil en este caso respete las medidas anti-Covid instauradas por las diversas autoridades sanitarias de uno y otro signo político.
Si está permitido salir de ruta al campo siempre con la mascarilla puesta, mientras se nos encomienda a quedarnos en casa, cada cual ya es mayorcito para discernir qué opción toma. Y para saber que la elección, sea cual sea, sólo es imputable al que la toma.
Pues nada, en esto estamos, dando explicaciones que en una sociedad madura no se deberían dar para poder hablar de una ruta senderista para visitar el yacimiento del cerro de la Tortuga en Málaga capital.
Como decíamos en el subtítulo, muchos se molestan si en lugar de 'yacimiento' se usa la palabra 'ruinas'. Sólo diremos que es lamentable el estado de abandono de algunos enclaves arqueológicos y que da cuenta de la importancia que se da en determinados casos al patrimonio histórico de la provincia.
Sea como fuere, subir al monte de la Tortuga supone un ascenso fácil y sencillo, pero, eso sí, con algunas puntuales zonas de peligro en las que debemos permanecer muy atentos.
Que su sencillez no despiste a nadie: esta senda se puede recorrer en familia, incluso con niños muy pequeños, pero que no lleve a engaño: debemos ser muy vigilantes, sobre todo en la cima del cerro, donde existe una profunda y amplia grieta propicia para caídas.
Como decimos, el ascenso no es nada complicado y una vez arriba tendremos unas vistas inmejorables de la ciudad, gracias a que el punto más elevado alcanza la cota de los 175 metros de altitud sobre el nivel del mar. Un lugar perfecto para ir cada cierto tiempo y ver cómo Málaga capital crece y crece y crece...
Para seguir la senda correcta, y aunque no hay pérdida, consultar el trayecto colgado en la web de Wikiloc hace el asunto mucho más ligero.
Uno de los arranques, porque hay al menos dos, se localiza junto a la residencia militar Castañón de Mena, situada en la avenida Lope de Vega. Un camino que además de conducirnos al cerro de la Tortuga nos lleva a visitar el cerro Cabello que se encuentra un poco más al norte.
La distancia de esta senda casi urbana es de entre dos y tres kilómetros, todo depende de lo que dediquemos a explorar el entorno, algo que tiene recompensa ya que nos tropezaremos con elementos como el arroyo Teatinos, con el llamado acueducto de Dos Ojos o con la mina de agua del Almendral del Rey.
Pero ¿qué tipo de yacimiento se entrevé entre los restos pintarrajeados que encontraremos por el camino? Pues es un poblado íbero-púnico. Fue hallado en 1959 por el arqueólogo malagueño Juan Manuel Muñoz Gambero, descubridor también del yacimiento fenicio de cerro del Villar, entre otros.
El mayor interés arqueológico de este lugar estriba en el material empleado, fundamentalmente cerámico. De hecho, esta es una de las características por las que al yacimiento se le atribuyen connotaciones sagradas, junto con su ubicación y restos de estructuras halladas, siendo la hipótesis que el conjunto fue empleado como templo y como necrópolis.
Los principales restos descubiertos lo forman algunas estructuras de plantas de habitación, cuevas, pozos, muros, enterramientos y varios grabados en rocas. El lugar más importante del yacimiento estaría ubicada, como decimos, en la cima del cerro, donde se encontraría el santuario destinado al culto y los ritos, situándose el asentamiento y la necrópolis en torno a ésta.
Este yacimiento está incluido en el Catálogo de Protección Arqueológica del Plan General de Ordenación Urbana de Málaga, pero, claro, a la hora de la verdad esto se traduce en dejarlo a su suerte. Así que, spoiler, quien espere encontrar hermosos restos en la cima se llevará una sorpresa: lo único hermoso allí son las vistas.
En cualquier caso, los restos encontrados se encuentran en la sección de arqueología del Museo de Málaga, por si alguien quiere echarles un vistazo: ánforas, cerámicas, objetos de cobre y bronce, esculturas de barro, un pebetero...
Así que actualmente lo más destacado de esta ruta es el bonito pinar que lo rodea y bajo cuya sombra podremos crear eternos recuerdos de un paseo de domingo con nuestra familia.
Claras y marcadas veredas nos regala el camino hacia la cumbre, ascendiendo poco a poco durante el recorrido. Alguna que otra pendiente acusada nos aguarda, pero si vamos de tranquileo, resulta un ascenso sin intensidad, perfecto para este tiempo de mascarillas perpetuas.
De todos modos, si la ruta se queda corta, podemos pasarnos por algún parque o jardín cercanos como el parque de la Laguna de la Barrera, que está ubicado en el distrito 11 Teatinos-Universidad, donde podremos ver unos patos bien gordos, alimentados con toneladas de pan.
Como apunte final: la senda ha sido recorrida por -por llamarlos de algún modo- incivilizados que la han dejado plagada de basura, de pintadas con espray grafitero y bolsas que parecen contener los excrementos de sus mascotas (!): no sería mala idea llevar una bolsa de plástico para ir recogiendo los desechos menos asquerosos y hacer que nuestra visita tenga, además, un puntito altruista y civilizado que compense el incivismo de esas personas que se empeñan en hacer del mundo un lugar peor.
Vivir para ver: realizar una ruta para ensuciar la senda… En fin.
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