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Lo más parecido que tenemos a un parque acuático natural es alguna de las muchas rutas de río en Málaga entre las que podemos escoger. En ellas hay de todo: saltos al vacío, pozas, cascadas, arenales que hacen las veces de playa, toboganes naturales (totalmente seguros en comparación con el de Estepona)...
Los últimos coletazos de esta primavera tan veraniega que estamos viviendo es la época propicia para comenzar a recorrer las refrescantes rutas de los ríos malagueños que recorren nuestra geografía. Además, son una buena excusa para hacer ejercicio, conocer la provincia y, si hay suerte y la cobertura no nos alcanza, desintoxicarnos durante unas pocas horas de las redes sociales... aunque luego las recuperemos con creces compartiendo las fotos de la caminata.
Las rutas fluviales tienen obvias ventajas frente a los parques acuáticos artificiales: puedes ser uno con la naturaleza, disfrutar de paz y tranquilidad, de aire puro, de la fauna y la flora... bueno, ya sabes, puedes recrearte en tantos clichés como se te antojen.
Otra ventaja a su favor es que puedes sumergirte en una poza natural y emerger del agua sin llevar pegada a la frente una tirita. Aunque esto último cada vez se da menos: hay una tendencia creciente por la cual los visitantes que se acercan a estos parajes naturales no respetan ni cuidan el medioambiente. Si se les rompe una zapatilla, ahí que dejan la suela. Si se beben un refresco, pues qué mejor sitio para la lata que un matorral de romero.
Definitivamente, hay algo mal dentro de esas personas que se desplazan para recorrer una ruta fluvial y, en apariencia, disfrutar de la naturaleza, y que aprovechan el viaje para dejar el camino a su paso sembrado de basura. Como si se tratara de un caminito de migas de pan que condujera a la desfachatez e incoherencia que rigen sus vidas.
Si conocemos, no obstante, los maravillosos paisajes que los ríos malagueños nos tienen reservados, quizá algo se nos remueva por dentro y nos enfrentemos entre todos a estos desalmados. Para ello, no duden en disfrutar de las siguientes rutas fluviales con respeto y civismo:
La dificultad de la ruta del río Padrón, en Estepona, depende de las opciones que escojas porque dispone de varias vertientes. Hay un par de ellas con dificultad media, por lo que es apta para excursionistas que ya tienen algo de experiencia en este tipo de actividades, con una duración de unas dos horas y media hasta cuatro horas (dependiendo del grado de abstracción que alcancemos en nuestro avance puede ser más).
Pero también encontramos una tercera ruta más dura que se tarda en recorrer siete horas aproximadamente. Tres versiones que, perfectamente, se pueden combinar en función de las ganas de andar con las que nos hayamos levantado ese día.
El río Padrón nace en la vertiente sur de Sierra Bermeja, bajo las laderas del Alto Porrejón, y a escasos trece kilómetros de la costa mediterránea. Aunque no existe un nacimiento concreto, la ruta del río Padrón nos da la bienvenida con un pequeño desafío: cruzar a nado una inmaculada poza de agua transparente como una botella de cristal verde.
La zona mejor conservada es su cabecera, con un curso fluvial bravo a lo largo del cual el incipiente río se precipita entre pequeñas cascadas y pozas, encontrándose rodeada de extensos bosques de pinos y alcornocales.
Sin embargo, conforme avanzamos, a lo largo del tramo medio y bajo del curso, la vegetación de ribera es escasa en parte debido a la acción del hombre.
En cuanto a la fauna, si tenemos suerte, podremos ver un curioso pez llamado boga del Guadiana que es endémico de la Península Ibérica, así como el bordallo del Genal, exclusivo de los ríos malagueños, el barbo gitano y la muy escasa anguila.
Los anfibios, las diversas especies de reptiles y las aves rapaces complementan un ecosistema equilibrado a la perfección que, en demasiadas ocasiones, también acusa la presencia del ser humano.
La dificultades de la rutas también difieren según la época del año por un motivo que no tiene nada que ver con la climatología o el terreno en sí mismo: en los meses de verano conviene empezar temprano porque muchos visitantes suelen tener la misma idea que nosotros y acuden a refrescarse a las charcas del río Padrón.
Por otra parte, en los meses invernales y, sobre todo, tras fuertes lluvias, no se deben realizar los tramos fluviales por razones obvias: el Padrón puede llevar una corriente importante y el frío se hace notar.
Cerca de Benahavís encontramos la ruta de las Angosturas del Río Guadalmina. De dificultad media, esta ruta, que dura unos tres kilómetros, se puede completar en dos horas y media y, al contrario que en la ruta del río Padrón, nos tendremos que mojar sí o sí. De modo que lo mejor es llevar botes o bolsas estancas para no mojar nuestros queridísimos móviles de última generación de los que, al parecer, no nos podemos despegar ni un segundo.
Dos arroyos principales conforman el Guadalmina, lo que da pie a un torrente con caudal permanente y vigoroso. En su tramo medio el curso traza unos marcados meandros antes de tomar contacto en una intrusión de calizas que, como la denominación de "angosturas" indica, son estrechos y elevados.
De hecho, entre estos espacios tendremos que atravesar zonas a nado ya que no haremos pie. Nada que no se pueda superar con unos manguitos y una gran responsabilidad por nuestra parte: si no sabemos nadar, o lo hacemos con dificultad, lo mejor es acudir a alguna empresa turística especializada que organice rutas por esta zona.
Igualmente, la falta de luz en las angosturas incide en la temperatura del agua, que puede llegar a ser excesivamente fría, por lo que esta ruta es especialmente recomendada para el verano. Si superamos estos inconvenientes disfrutaremos de la inmersión en uno de los cañones más bonitos de Málaga, sino de toda Andalucía.
Al igual que en el resto de cursos fluviales del entorno, la insaciable mano del hombre ha perfilado el paisaje debido a las construcciones de los alrededores y de su necesidad de agua. Es por ello que la vegetación sufre cierta degradación y solo en periodos de lluvias podremos ver el Guadalmina entregando sus aguas al mar Mediterráneo.
La ruta de Barranco Blanco, en Coín, es una de las rutas más cortas de Málaga, pero si aún queda un lugar hermoso en la naturaleza de nuestra provincia, de aguas cristalinas, piedras blancas y vegetación generosa, es éste: el Barranco Blanco, donde el río Alaminos ofrece refugio a nutrias, barbos, sauces, madreselvas y a todas nuestras esperanzas de un medioambiente más protegido.
El río Alaminos es resultado de la unión de varios arroyos provenientes de Sierra Alpujata que, a su vez, al descender desde gran altura y pendiente, ha creado este cañón llamado Barranco Blanco o Tajo Rayo. Este río, de caudal permanente porque se surte del acuífero del macizo de Mijas, es el principal afluente del río Fuengirola. Estamos en un Lugar de Importancia Comunitaria (LIC), un paraíso natural entre Alhaurín el Grande y Coín.
El mejor mes para recorrer esta ruta es julio, entre semana y bien temprano, pero debemos tener en cuenta que la pista forestal de la Fuente, donde se inicia el recorrido, está cortada al tráfico entre el 15 de junio y 15 de octubre como medida de protección ante los incendios.
En esta ruta tendremos también que cruzar pozas a nado, pero su dificultad es muy baja, por lo que puede recorrerla toda la familia ya que, salvo dichos tramos, el recorrido tiene un buen acceso y nos ofrece algunas zonas de baño de las que, como siempre, hay que hacer uso con precaución. El contraste entre el blanco de las calizas y los mil verdes de la vegetación añaden encanto al lugar, hábitat de diversas especies protegidas.
Saltos de agua y pozas de aguas cristalinas forman parte de este cómodo itinerario que acaba en el llamado charco del Infierno. Esta zona, con un nombre como salido de una mala novela de espada y brujería, es un lugar idílico donde cae una doble cascada.
A algunos bañistas les da por saltar a ella desde un promontorio situado a seis metros de altura, pero no recomendamos realizar esta práctica si uno es torpe como Pepe Viyuela.
La ruta del Río Verde, en Istán, es en verano un lugar muy frecuentado. Conocido por ese nombre por la gran cantidad de verdín que cubre sus rocas, la ruta del río Verde es muy fácil, pero hay que tener en cuenta que es resbaladiza en todo su trazado: debemos extremar las precauciones con respecto a nuestros tobillos, que se pueden doblar con facilidad cuando menos lo esperas.
Las aguas de río Verde abastecen al pantano de la Concepción y su ruta parte desde Istán por la zona más ardua del valle que se encuentra en el Parque Natural de la Sierra de las Nieves.
Es un recorrido lleno de sorpresas ya que en la zona hay puentes colgantes, aunque en muy mal estado, y su primera poza, la que inaugura el camino, es de gran profundidad e inapropiada para aquellos que no sepan nadar bien, ya que no existen muchos agarraderos en sus orillas.
También en esta poza hay una cascada artificial que cae con bastante fuerza, por lo que puede hacer daño. Por lo que recordamos, una vez más, que debemos tener cuidado y nunca hacernos el gallito. A menos que vayamos con la chica o el chico que nos gusta.
Justo al final de este itinerario encontraremos el charco del Canalón, una zona con una bonita poza de aguas cristalinas, constreñida entre paredes calizas y que adopta su nombre de la caída de agua de una acequia que está situada unos metros por encima.
Por suerte, la fama de la ruta del río Chíllar en Nerja todavía no se basa en los excursionistas que se pierden en su recorrido, tradición que tan célebremente inauguró en 2011 la turista holandesa que sobrevivió 18 días desaparecida en este entorno natural.
Desapariciones que son difíciles de entender porque el río Chíllar propone una ruta ya clásica que, por desgracia, está hoy en día algo saturada, recordando en ocasiones a una Romería. De hecho, para escapar de esto es mejor hacer la caminata en días entre semana y bien tempranito, como siempre exigen los padres.
A pesar de esto, el río Chíllar supone un recorrido de gran belleza gracias a sus estrechos cañones o "cahorros", que el agua labra en un proceso erosivo paciente e inquebrantable, y sus numerosas pozas, en las que elegiremos refrescarnos o no: esta ruta no tiene por qué mojarnos más arriba de las rodillas.
Con una duración de unas tres horas y una distancia de algo más de seis kilómetros y medio, la ruta del río Chíllar es un recorrido de dificultad media, que en su tramo alto se perfila como un típico río montañoso, rodeado de cantiles verticales que llegan a superar los cien metros de caída en los tajos del Sol, Nido del Buitre y Almendrón.
En este intervalo algo inhóspito y salvaje del Chíllar sobresalen por su belleza y espectacularidad los cahorros de la Paloma, con una cascada de veinte metros de altura, y del Imán.
Por desgracia, la belleza del río Chíllar le acarrea lo que hemos comentado antes: masificación. Lo que a su vez provoca que en su recorrido encontremos bastante basura. Para ayudar a mantener limpio este santuario de la naturaleza, es recomendable llevar una bolsa donde recoger nuestros desperdicios y los que los desaprensivos van dejando tras de sí. No hay mejor manera de educar que con el propio ejemplo.
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