Sara García, astronauta: "No hay profesiones de hombres y de mujeres, ni las más técnicas ni lo contrario"
Sara García, bióloga molecular, ha sido recientemente elegida como miembro de la reserva de astronautas de la Agencia Espacial Europea
Ha participado en el ciclo de divulgación de la Universidad de Málaga 'Encuentros con la Ciencia'
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Es alta, delgada y pelirroja, con ojos grandes y penetrantes, como una superheroína de Marvel o DC. Pero lo que más fascina de la leonesa Sara García Alonso es la seguridad aplastante con la que habla, la brillantez que se percibe en tan solo unos minutos de conversación. No cabe duda alguna de que la Agencia Espacial Europea (ESA) sabe lo que se hace al elegir como miembro de la reserva de astronautas a esta bióloga molecular que, además, trabaja en dianas terapéuticas contra el cáncer en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. Este viernes, el ciclo de divulgación de la UMA ‘Encuentros con la Ciencia’, celebrado en el Ámbito Cultural de El Corte Inglés, la trajo hasta Málaga.
-¿Un artículo sobre que la ESA buscaba mujeres astronautas le encendió la chispa?
-Sí. Mi tía me mandó el enlace a una noticia del periódico que decía que la Agencia Espacial Europea buscaba mujeres para ir a Marte y me puse a investigar. Desde 2008 no se abría una convocatoria de plazas similar. Y ahí es donde se materializó el sueño de que esto puede ser una realidad.
-¿Había había mostrado interés por la aventura espacial antes?
-Salvo de niña, que decía que quería ser astronauta pero como estas cosas que nadie toma en serio, nunca después había manifestado que quisiera dedicarme a ello. Pero la gente que me conoce sabe que soy tremendamente inquieta y que todo lo que sean nuevas experiencias y aventuras me llama. Realmente sí que sería el trabajo de mis sueños por mi forma de ser.
-¿Por qué una bióloga molecular con una prometedora carrera investigadora decide embarcarse en esta misión?
-Vi los requisitos que buscaban y son relativamente fáciles de cumplir. Con tener formación en una carrera STEM y algo de experiencia profesional puedes presentarte. En la descripción del puesto de trabajo afinanban un poco más en el tipo de habilidades que buscan en un astronauta y, aunque pueda sonar un poco presuntuoso, consideré que cumplía gran parte de ellas debido, sobre todo, a mi formación como investigadora.
-¿Cuáles son esas habilidades que debe de tener una astronauta?
-Pedían gente capaz de asimilar y reunir gran cantidad de información, sintentizarla y aprender nuevos conceptos y eso lo hacemos los investigadores todos los días. Manejar situaciones de riesgo y seguir procedimientos, algo que realizamos en el laboratorio porque hay que manejar virus, bacterias, radioactividad... También mantener la calma y yo, por lo aventurera que soy, he probado paracaidismo, puenting, buceo, espeleobarranquismo, sé lo que es reaccionar cuando hay una situación peligrosa y no perder los nervios. Capacidad de comunicar, divulgar y transmitir la información de tu trabajo, y eso lo hacemos también los investigadores porque es parte de lo que se nos exige… Entonces, me pareció que podía encajar. Al fin y al cabo, la misión de un astronauta es avanzar en el conocimiento para generar un beneficio para la sociedad y eso es lo que hacemos los científicos. O al menos ese es mi propósito de vida desde que era pequeña. Yo no sabía que quería ser científica, bióloga, química, física o astronauta, yo sabía que quería dar pie a mi curiosidad, investigar, aportar algo a la sociedad y que eso repercutiera en un beneficio. Eso lo puedo hacer siendo investigadora y siendo astronauta.
-El proceso de selección duró 18 meses. ¿Qué fue lo más duro?
-Honestamente, lo más duro fue aguantar 18 meses de proceso. Es difícil porque son seis fases, no te puedes preparar realmente para ninguna de ellas porque no hay un temario que te puedas estudiar y hacer a la perfección, no sabes lo que te vas a encontrar. De hecho, eso es parte del proceso, ponerte en situaciones intensas, en las que estás incómoda porque no controlas lo que ocurre y ver cómo reaccionas, ver si eres capaz de resolver desde una actitud calmada. Mi estrategia fue ser yo misma, porque si intentas dar las respuestas que crees que ellos quieren al final te van a pillar y no vas a sostener un discurso coherente. Luego los tiempos de espera… Eso a nivel psicológico fue lo más duro.
-¿Y la prueba más difícil a nivel técnico?
-Para mí fue la primera. Fueron once horas de exámenes de inteligencia muy difíciles, muy duros, exámenes de inglés, matemáticas y física, no demasiado complicadas las preguntas pero para responder en 20 segundos, sin calculadora, sin papel, todo de cabeza y bajo presión. También pruebas de memoria muy complejas. Por ejemplo, te decían una cadena de números y la tenías que repetir al revés o girar mentalmente un dado y saber después de diversos movimientos dónde se encontraba la x.
-Ha sido elegida entre casi 23.000 aspirantes que se presentaron. ¿Eso cómo se digiere?
-A día de hoy me cuesta asimilarlo, me parece increíble. Es que las probabilidades eran ridículamente bajas, eran del 0,004% si cogían solo a un español. Si cogían a dos, como ha sido el caso, eran 0,007%, que tampoco es mucho más. Ser yo una de ellas me sigue sorprendiendo muchísimo. Claro que soñaba con conseguirlo, pero para mí era como cuando compras un billete de lotería y te haces muchísimas ilusiones aunque sabes que las posibilidades son muy bajas. Haberlo conseguido es maravilloso.
-Un 25% de solicitantes eran mujeres pero en la elección final del equipo hay paridad ¿Qué lectura puede salir de esto?
-Creo que es algo que se va a estudiar mucho, porque el proceso fue ciego. Se nos asignaba un código alfanumérico, no se sabía nada de nosotros salvo los resultados de las pruebas. Que haya habido un 25% de solicitudes de mujeres, aunque es un porcentaje bajo, es un incremento sustancial con respecto a la última promoción. Esto dice que poco a poco las mujeres se ven más capaces de aspirar a puestos que por el puñetero estereotipo parecía que eran de hombres cuando es una auténtica mentira. No hay profesiones de hombres y de mujeres, de ningún tipo, ni las más técnicas ni lo contrario. Cualquiera podemos desarrollar esas capacidades y desempeñar cualquier profesión. Sí que se ha incrementado el interés pero todavía hay que hacer para que no haya esas diferencias. Y que al final haya habido paridad justifica que las mujeres, como mínimo, están igualmente capacitadas. Si nos guiamos por los números, quién sabe si a lo mejor las mujeres superan estas pruebas con mayor capacidad. Eso habrá que estudiarlo.
-Habla con tanta seguridad que pareciera no tener miedo a nada ¿Pero qué es lo que más le asusta?
-Cuando lo miro desde un punto de vista profesional, me abstraigo totalmente de lo que yo como Sara García Alonso pueda sentir. Si soy una astronauta y tengo que cumplir con una misión, lo que sienta no importa. El objetivo es cumplir la misión. Los miedos que pueda tener soy capaz de apagarlos en mi cerebro y centrarme en el objetivo. Cuando hay gente que depende de mis acciones, mi determinación sí que va más allá de este planeta.
-Los experimentos son una parte esencial de las misiones espaciales. ¿Los científicos pueden elegir algunas líneas de investigación en sus misiones?
-No, eso ya está diseñado. A mí me encantaría diseñar la misión como investigadora principal y ejecutarla también. Pero esas misiones se programan con muchísimos años de antelación, hay que diseñarlas al detalle porque son tremendamente costosas y la implicación que tienen es muy elevada. Aparte, todos los investigadores del planeta querrían hacer estudios en microgravedad y no se le puede dar prioridad a unos frente a otros. Esto tiene que estar sometido a comités y a un análisis muy profundo.
-Si pudiera elegir, ¿cuál sería su propósito investigador en microgravedad?
-Algo que pueda mejorar o encontrar pistas para curar patologías en humanos. Mi investigación como tal sí que podría verse beneficiada de la microgravedad porque trabajo en estructura de proteínas y cristalizar proteínas es más sencillo en el espacio. Pero quizás me gustaría más utilizar modelos de organoides, que hay proyectos muy interesantes. Cuando no hay gravedad, las células, que son los modelos que utilizamos en el laboratorio para estudiar fármacos y posibles diana, forman estructuras muy similares a los tumores humanos. Es un modelo perfecto, porque realmente reproduce lo que ocurre en un humano de manera mucho más fiel a lo que ocurriría en la tierra. Estudiar las células tumorales y su comportamiento en microgravedad, que se comportan de manera distinta, podría poner de manifiesto vulnerabilidades que a día de hoy desconocemos y desvelar nuevas formas de tratamiento que a lo mejor no se han pensado porque estamos estudiándolas en la Tierra.
-¿Para usted qué es lo esencial de las misiones espaciales?
-Avanzar en el conocimiento científico, porque los descubrimientos que se hacen tienen aplicación en tierra. No tendríamos teléfonos móviles si no se hubiera hecho toda la investigación que necesitaron las misiones Apolo, por ejemplo. Observación de la tierra, miniaturización, inteligencia artificial, tratamientos nuevos para las distintas enfermedades, cirugía láser, todo este tipo de cosas viene de la investigación que ha de realizarse para llevar a cabo misiones espaciales tripuladas. La tecnología que se desarrolla repercute en puestos de trabajo. A nivel económico, cada euro invertido repercute con 3,5 euros por cada individuo. Y también está la parte inspiracional. Los astronautas son como una especie de súper héroes y la gente joven los mira de esa forma y se motiva para perseguir, por ejemplo, carreras STEM. Tener un tejido empresarial y fuerza de trabajo con una alta capacidad y buena formación es súper interesante porque favorece el I+D y eso es lo que hace que un país crezca. Beneficios hay miles, merece la pena cada euro.
-¿Cómo se ve de aquí a diez años?
-Espero que preparándome incluso para la segunda misión, si puede ser. De los próximos cinco a diez años quiero trabajar en terminar mi proyecto de investigación en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas. También tengo estudiantes de doctorado a mi cargo que quiero que terminen sus tesis bajo mi supervisión y en ese tiempo me gustaría ir construyendo una misión que a lo mejor se pueda financiar desde España. O ver qué posibilidades hay de que se me asigne una misión real.
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