Cajón de madera donde se encontraban los restos óseos de Sibora.
Cajón de madera donde se encontraban los restos óseos de Sibora. / Policía Nacional

08 de junio 2023 - 09:30

Los restos de Sibora Gagani han permanecido ocultos nueve años tras la pared del dormitorio de un piso de Torremolinos, el que la joven compartió con Marco G. R., su pareja entonces, ahora en prisión acusado de matar a puñaladas a otra exnovia, Paula, en la misma localidad malagueña. Fue precisamente tras el asesinato de esta última mujer, el pasado 17 de mayo, cuando las alarmas saltaron y se desencadenó una investigación que ha llevado a la Policía a encontrar el cadáver de Sibora emparedado en el piso de Torremolinos en el que convivía la pareja. La autopsia ha confirmado que se trata de la joven italo-albanesa, y que murió apuñalada, posiblemente siguiendo el mismo modus operandi que con Paula.

A Sibora se le perdió la pista en julio de 2014, cuando tenía 22 años, justo después de que pusiera fin a su relación con el detenido. Precisamente fue este la última persona que tuvo contacto con ella. A los familiares de la joven les explicó que se había marchado sin previo aviso y él tampoco sabía dónde se encontraba. El día que Marco G. R. mató, presuntamente, a Paula en su vivienda, una foto suya llegó hasta la familia de Sibora, en Italia, y su madre reconoció de inmediato al hombre (un ciudadano italiano que ahora tiene 45 años) que había mantenido una relación con su hija. Entonces se puso en contacto con la Policía.

Una confesión espontánea

Se encontraba aún en sede policial cuando manifestó a los agentes que lo custodiaban, de manera espontánea, que la desaparecida "estaba enterrada en el ático donde vivía con ella". Una manifestación que, si bien, después no ratificó en presencia de su letrada, ni tampoco en sede judicial.

A partir de ese momento, agentes adscritos a la Brigada Local de Policía Judicial de la Comisaría de Torremolinos-Benalmádena centraron la investigación en el último domicilio conocido de la mujer de origen albanés, situado en el barrio de El Calvario, en Torremolinos, en busca de indicios que aportasen información relevante sobre el paradero de la desaparecida.

Inicialmente, se practicó una primera diligencia de entrada y registro en la vivienda, contando con la colaboración del Grupo Operativo de Intervenciones Técnicas -GOIT-, que emplearon densímetros y microcámaras entre las paredes del inmueble, aunque sin resultado éxito.

Más tarde, los agentes sumaron dos nuevas inspecciones oculares de la Policía Científica ante la sospecha de la utilización de alguna sustancia abrasiva por parte del investigado para la eliminación de pruebas. Continuando con las pesquisas, los investigadores pusieron en práctica una novedosa técnica con instrumental de Rayos X en una nueva búsqueda en la vivienda, siempre con la colaboración de los nuevos inquilinos.

Un gran cajón de madera

Una anomalía en la construcción de una de las paredes hizo sospechar a los agentes. Se comparó este espacio con la vivienda colindante, y comprobaron que en el lugar correspondiente se había construido un armario, hueco que no existía en la casa objeto de registro. Una construcción perfecta que pasaba totalmente desapercibida.

Con la colaboración del propietario y los inquilinos actuales de la vivienda, los investigadores demolieron el muro. Tras la pared, un cajón de madera de aglomerado, a modo de sarcófago. Una vez completado el derrumbe de la pared, se levantó la tapa de la caja, pudiendo comprobar que el interior estaba repleto de cal, despidiendo un fuerte olor a esta sustancia.

En el interior, sobre un montón de cal, encontraron una bolsa de plástico que contenía un cuchillo con restos de sangre seca. Enterrados en cal, también se encontraban diferentes objetos de la desaparecida y un ramo de flores sobre el torso de el torso de un cadáver, que estaba metido en un saco de acampada y envuelto en bolsas de plástico. Así fue el escondite perfecto de Marco, que le valió para ocultar el crimen durante nueve años.

Lugar en el que la Policía encontró los restos de Sibora.
Lugar en el que la Policía encontró los restos de Sibora. / M. G.

Sibora murió apuñalada

El hallazgo sacó a la luz un cadáver completo, en condiciones de "saponificación", aunque podía intuirse que se trataba de una mujer.

Finalmente, se procedió al levantamiento del cuerpo, que fue trasladado al instituto anatómico forense para la práctica de la autopsia, que confirmó que se trataba de Sibora Gagani y que murió apuñalada.

Sibora tenía varios tatuajes, unos dibujos grabados en la piel que también ha presentado el cadáver hallado y que han permitido al equipo forense del Instituto de Medicina Legal (IML) de Málaga resolver la identificación del cuerpo sin vida. Una fecha en el brazo, una estrella y la letra A en la nuca, otra estrella en el pie y un dibujo en la espalda son los tatuajes que llevaba la joven, según anunciaba la plataforma Sos Desaparecidos en 2014 cuando difundió la alerta sobre su desaparición.

De la investigación, que continúa abierta y bajo secreto sumarial, entiende el Juzgado de Instrucción número 3 de Torremolinos.

Nueve años desaparecida

Sibora Gagani -que utilizaba documentación falsa italiana con el nombre de Simona Faraone- empezó una relación sentimental con Marco en 2009 en Italia, donde ya estuvieron conviviendo. Pero, un año más tarde, siempre según el relato de su familia, él decidió viajar a España, país donde ya había residido, para buscar trabajo. La mujer también lo acompañó, aunque por temporadas.

En 2013, Sibora regresó a Italia con la intención de dejar la relación con Marco y no regresar a España. Le contó a su madre que no quería vivir más con él, pero asegura que nunca le mencionó que fuese víctima de malos tratos por parte de él. Ese mismo año, la joven cambió de opinión, voló de vuelta a Torremolinos para darse una nueva oportunidad con su novio, pero esta vez en viviendas cercanas, pero diferentes.

Unos meses más tarde, en verano de 2014, con tan solo 22 años, Sibora desapareció. Su madre denunció los hechos en Italia, por lo que los agentes de la Policía Nacional comenzaron a trabajar con las autoridades del país transalpino, llegando incluso a pedir la colaboración ciudadana ante la dificultad para encontrar a la joven.

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