Solidaridad frente a la mala ortografía
Un profesor de Lengua del IES Serranía propone a sus alumnos la donación de un producto a las Hermanitas de los Pobres de Ronda por cada falta cometida Han recogido 500 kilos
El pasado viernes se llevaron las bolsas del IES Serranía de Alozaina y los voluntarios de las Hermanitas de los Pobres de Ronda no podían creer todo lo que habían logrado reunir los alumnos de Bachillerato. En total 500 kilos de alimentos no perecederos, productos de limpieza y de higiene. Pero salvo alguna rara excepción, los donativos no se debieron a una acción exclusivamente altruista. Eran el efecto de una campaña nacida de la imaginación de su profesor de Lengua y Literatura, Javier López. Este docente propuso a sus 120 estudiantes llevar al centro un producto por cada falta de ortografía.
"A todos los profesores nos sorprendía el elevado número de faltas de ortografía y la gravedad de algunas para tratarse de alumnos de Bachillerato", comenta el docente, enemigo de medidas correctoras como la copia repetitiva de la falta por considerarla de poca utilidad pedagógica. Su opción consistía en dejarles preguntar cómo se escribe una palabra en mitad de un examen y en restar puntos por cada error ortográfico finalmente cometido -0,1 puntos hasta un máximo de 2 puntos menos en el resultado final-. Pero en mitad de una broma surgió una idea distinta.
"Un día bromeando con los de segundo de Bachillerato se me ocurrió que podíamos colaborar con una campaña anunciada en el centro para una residencia de ancianos", explica López. Así surgió, entre la seriedad y la risa, la iniciativa Tu ignorancia me alimenta. "Por cada falta que le restaba puntos en el último examen tenían que traer un producto si querían recuperar la nota", dice el docente. Y la gran mayoría de los alumnos comenzaron a traer sus lentejas, arroces y fideos para redimir sus errores y volver a tener la calificación obtenida por sus conocimientos.
En las cinco clases a las que imparte Lengua y Literatura este docente malagueño se hizo la campaña y lo normal es que cada alumno colaborara con la campaña con cinco o seis kilos. Los hubo, también, que tuvieron que venir con dos bolsas llenas, ya que acumulaban 20 faltas. Y otros, solidarios convencidos que no necesitaron recuperar puntos para colaborar. Pero más allá de lo anecdótico, lo que queda claro es que son minoría los alumnos de Bachillerato de este centro que no cometen faltas de ortografía en exámenes, e incluso, en trabajos realizados por ordenador.
La ausencia de tildes es una constante. También pueden llegar a entender el cambio de la b por la v y viceversa. Pero a Javier López lo que más le llama la atención son las "de creación léxica, por ejemplo tuviendo como gerundio de tener o fuéramos por hubiéramos en frases como si no fuera venido. Igualmente destaca las faltas por separar las palabras como por ejemplo en pieza en lugar de empieza o a de más por además. Sin embargo, si hay que destacar algo por lo común entre los alumnos adolescentes es la influencia de la comunicación en las nuevas tecnologías.
"La ch desaparece y se convierte en x y escriben muxo en lugar de mucho y la g la cambian por la w y te sueltan wapo en un examen", asegura este docente, que ni siquiera incide en los errores en la construcción de frases porque eso ya "es demoledor". Asegura que "no suelen escribir con abreviaturas, pero el lenguaje que utilizan es el que están acostumbrados a usar en las redes sociales o en el móvil", dice López y recuerda haber visto el iba del verbo ir escrito con v, con h y con b o ivan en lugar de iban. También han eliminado de su vocabulario la diéresis y la u que sigue a la q. "Son faltas que a una persona de Secundaria las puedes medio tolerar pero que saltan a la vista con chavales de 16 a 18 años", además, futuros universitarios.
El docente quiere fijar la atención de sus alumnos en la ortografía y fomentar el uso del diccionario on-line. Asegura que "el error, la duda, no es un problema, lo es no satisfacer la duda, no corregir el error".
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