Stephanie, una de las operadas en Nikki Reina y la primera denunciante: "En una cura me cortaron un trozo de pezón"
Una de las mujeres que asegura haber sufrido "lesiones irreversibles" tras ser intervenida en esta clínica cuenta su historia a este periódico
Detienen a dos médicos y a la dueña de una clínica estética de Málaga por las lesiones sufridas por al menos 14 mujeres
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Stephanie fue la primera en dar altavoz a las supuestas malas prácticas que se estaban llevando a cabo en la clínica de medicina y cirugía estética Nikki Reina, situada en la capital malagueña. También la primera que interpuso una denuncia por "lesiones irreversibles" e informó a los agentes de que algunos de los cirujanos que las intervenían no estaban colegiados en España, una práctica que resulta ilegal.
La denunciante pisó por primera vez la clínica el pasado septiembre tras conocer que una amiga se había operado en el lugar el año anterior. Quería realizarse una maxtopexia -un levantamiento y aumento de las mamas- y corregirse una cicatriz. En una primera entrevista con la entonces directora de la clínica -una de las ahora detenidas, junto con la dueña y dos médicos-, ambas acordaron la marca de la prótesis que le colocarían y la técnica que emplearían durante la intervención.
Aunque Stephanie ya tenía fecha para operarse en otra clínica, la ex directora le hizo una oferta y le ofreció operarse en apenas un mes. La afectada aceptó y el 7 de octubre, un día antes de entrar en quirófano, le presentaron al que sería su cirujano, relata. El día 8, la intervención transcurrió con normalidad en un hospital de Lucena (Córdoba). O, al menos, eso creía.
Una semana después de la operación, un viernes por la noche, asegura que empezó a encontrarse mal y el domingo de esa misma semana avisó a la clínica de que “no estaba bien”. No hubo contestación, siempre según su versión de los hechos. Y, el lunes, llamó. “Su respuesta fue que no me preocupara, que a lo largo del día el cirujano se pondría en contacto conmigo”. Si bien, “esto nunca pasó”, apunta.
El martes afirma que volvió a mandar un mensaje por whatsApp insistiendo en que no se encontraba bien y pidiendo que la viese un médico. “Me dijeron que mandara fotos de cómo tenía el pecho cuando ya las había mandado el día anterior”, manifiesta. “Desesperada”, el miércoles, a las 8:00 horas, avisó a la clínica de que se está desplazando hacia el establecimiento.
Una vez en el lugar, denuncia que quien la atendió y auscultó fue la directora, pese a “no tener conocimientos de medicina”. “Tenía un pecho supurándome, pero me dijo que eso no era nada, que era fibrina –proteína principal en los coágulos de sangre que detienen el sangrado y sanan las heridas–”, lamenta. Dos días después, relata que la vio el cirujano que la intervino. Si bien, este también le afirmó “que era fibrina, por lo que era totalmente normal”, cuenta.
Un día después de esa cita, ya en casa, al descubrirse la gasa que le tapaba el pecho, cuenta que “ya tenía un color verdoso”. “Me asusté y volví a llamar al cirujano para explicarle la situación”. Su respuesta volvió a ser que era totalmente normal y que si acaso me untara miel”. Tras esta recomendación, la afectada, reconoce que entró en pánico. “Me asusté mucho porque era evidente que tenía pus y el médico me estaba diciendo que me pusiera miel”.
Stephabie entonces se trasladó a Urgencias de su centro de salud, que la derivó al Hospital Costa del Sol de Marbella. "Allí me dijeron que los dos pechos los tenía infectados". Pero la sorpresa le llegó cuando los especialistas, tras revisar su parte quirúrgico, le dijeron que tenía que avisar de su situación a un cirujano que, asegura, no conocía, pero era quien había firmado como responsable de su intervención.
"Entonces me reúno con la dueña de la clínica y le reprocho que la directora era la que me había atendido la primera vez después de encontrarme mal y que yo quería saber qué formación tenía para decirme que eso no era nada. También le pregunté que quién era el doctor que había firmado mi parte de operación, a lo que me dijo que era el jefe de cirugía y que él era el que firmaba todo", cuenta.
Días después, en una de sus curas, señala que le recibió el jefe de cirugía. “Me hizo la cura en el primer pecho y, cuando llegamos al segundo, me dijo que eso estaba feo y que había que quitarlo. Entonces, me cortó un trozo de pezón con una tijera, sin anestesia ni nada. De ahí para delante no recuerdo nada, entré en estado de pánico”, lamenta.
Aunque buscó otros centros para poder seguir curándose las heridas, garantiza que todas ellas se negaron porque “era evidente cómo estaba el pecho”. Me encontraba entre la espada y la pared, con un pecho abierto, feo y el cual me tenía que curar alguien. No me quedó más opción que volver a Nikki Reina”, expone.
Tras tres días de curas con dos enfermeros, destaca que uno de ellos le dijo que la tenía que ver un cirujano porque el pecho “se estaba poniendo feo”. “Cuando me vio el médico, el pecho estaba abierto en canal porque cuando el jefe de cirugía me cortó el trozo de pezón se llevó el hilo y se abrió entero”. En ese momento, la pasaron al quirófano habilitado en la clínica para cirugías menores y le cosieran, expone. “Yo fui para una cura de 20 minutos y acabé tres horas en quirófano”, critica.
A los tres o cuatro días, afirma que “el pecho se volvió a abrir en canal”. “Me lo descubro para ver cómo estaba y me veo la glándula mamaria, me desmayo y acabo en el Hospital Regional de Málaga”. Allí, señala que los especialistas que la atendieron le explicaron que las personas que la habrían intervenido supuestamente no eran cirujanos colegiados y que llevaban un año y medio recibiendo pacientes de esta clínica.
“El médico que me atendió también me insistió en que tenía seguir yendo a la clínica a realizarme las curas porque lastimosamente la Seguridad Social no se hacía cargo, pero que , bajo ningún concepto, me volviese a operar allí”. Lamenta que en ese punto se vio sumida en un “bucle de depresión” tras no quedarle otra opción que continuar asistiendo a la clínica.
Como solución, en Nikki Reina, le ofrecieron ponerle unos parches prevena –un sistema que utiliza la presión negativa, como una aspiradora, para ayudar a proteger y sanar una incisión quirúrgica–. “Me dijeron que iba a ser un momento, firmo mi consentimiento para entrar a quirófano y ya ahí escucho que me van a poner anestesia general. Yo les digo que debe ser un error porque solo voy a ponerme los parches y me explican que antes me tienen que operar para reconstruirme el pecho, a lo que yo me niego sabiendo lo que me habían dicho los facultativos del Regional”, expresa.
El siguiente recuerdo de Stephanie, según detalla, es despertarse gritando socorro. “Me levanté y ya estaba operada. Me dejaron toda la noche ingresada y, al día siguiente, no me dieron ninguna documentación y me dijeron que el doctor ya se había ido a Colombia y que me verían en ocho días”, narra.
A mediados de diciembre, Stephanie dejó de asistir a la clínica y comenzó a contar su historia en redes sociales. Su propósito, que "esto no le pasara a más chicas”. Algunas de las clientas de Nikki Reina, también afectadas tras ser intervenidas, comenzaron a ponerse en contacto con ella para confesarle que se encontraban en la misma situación o, incluso, peor.
Al menos 14 mujeres han denunciado ante la Policía Nacional supuestas malas prácticas por parte de esta clínica. Si bien, Stephanie destaca que “a algunas les ha costado dar el paso hacia adelante”. “La mayoría están muy afectadas, se avergüenzan de lo que les ha pasado y no quieren dar la cara. Hay quienes tienen préstamos de 15 o 20.000 euros y llevan meses de baja por las secuelas que les ha causado esto", manifiesta. Ahora, solo pide "que se haga justicia".
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