Tabacalera, un acuerdo con pocos cimientos
Municipal
El Ayuntamiento recibió los edificios de Altadis sin "planos originales" y sin comprobar su estado estructural. La cimentación "funcionaba en una situación límite".
La histórica operación que permitió al Ayuntamiento de Málaga hacerse en 2002 con la propiedad de los edificios de la antigua Tabacalera , eso sí, a cambio de compensar a la firma Altadis con 42.500 metros de techo edificable (33.000 de uso residencial y 9.500 hotelero, de los que 7.000 quedaron en manos municipales), incluía una tara invisible y que no fue conocida hasta pasados los años. Tantos como los que transcurrieron hasta que la empresa Ferrovial dio inicio a los trabajos de rehabilitación de parte de estos inmuebles para que sirviese de continente a Art Natura y se percató de que su cimentación era "tan somera y liviana" estaban "funcionando en una situación límite".
Fue en el preciso instante en que los obreros iniciaron las actuaciones cuando descubrieron, para sorpresa de todos, que las construcciones, por más maquinaria pesada que hubiesen acogido en su interior durante años, contenían "una patología oculta en la cimentación". Una rémora cuya subsanación acabó costándole al Consistorio un incremento en la inversión inicialmente prevista de 5 millones de euros y una demora en el proyecto finalmente fracasado.
La dimensión de la "sorpresa" que supuso esta anomalía queda bien patente en alguna de las actas de la comisión de seguimiento del contrato con Royal Collections para la puesta en marcha del centro cultural Art Natura. En una de estas reuniones, celebrada a lo largo de 2009, el asunto sale a relucir, subrayando la fricción existente entre la promotora del proyecto y la Gerencia de Urbanismo.
Según el contenido literal de la reunión, el aún jefe del departamento de Arquitectura, Javier Pérez de la Fuente, advirtió de la imposibilidad de haber conocido con anterioridad el problema estructural, que llegó a paralizar las obras, ya que "no había ninguna sintomatología en el edificio que permitiera sospechar este problema". No fue hasta el momento en que se descalzaron las zapatas cuando se comprobó la existencia de una cimentación "muy somera".
A modo de justificación, Pérez de la Fuente llega a incidir en que si bien se hubieran podido realizar estudios de "absolutamente todo y chequear el edificio hasta la saciedad", esto no era lo razonable. "Lo razonable es plantear estudios cuando aparecen posibles problemas", expuso, al tiempo que destacó: "ha sido una sorpresa para todos que un edificio con una apariencia tan sólida tenga una cimentación tan liviana, las zapatas son prácticamente inexistentes y apoyan directamente sobre un lecho de arena". El propio alcalde, Francisco de la Torre, llega a admitir que le sorprendía "la sensación de solidez del edificio, que además había soportado mucho peso".
En esta misma línea, el que era arquitecto director de obra, Francisco Eguilor, llegó a admitir la inexistencia de los planos originales del edificio de Tabacalera . "Los que aportaron por parte de la anterior dirección de la fábrica hacían referencia a la cimentación que hay en la fábrica de Tarragona, que es muy similar a esta, que presenta una cimentación a base de pilotes de madera que aquí no la han hecho".
Esta cuestión, según se observa en el acta oficial, provocó una fuerte discusión entre los técnicos de Urbanismo y los representantes de Royal Collections, que defendían la necesidad de haber realizado "un estudio geotécnico" previo al arranque de los trabajos. Sobre ello, Pérez de la Fuente se reafirmó en la sorpresa de lo ocurrido y llega a precisar que la cimentación es "tan somera y liviana que seguramente está funcionando en una situación límite".
De acuerdo con el devenir de los acontecimientos, la "sorpresa" estructural pasó desapercibida por el Ayuntamiento en el proceso de negociación con Altadis para cerrar este intercambio patrimonial. Así, en el convenio formalizado por las partes el 22 de julio de 2002 y ratificado por el Pleno varios días después se elude mención alguna a la necesidad de que los edificios estuviesen en un estado adecuado. Cabe recordar que el propósito formal de ya entonces alcalde, Francisco de la Torre, al asumir los edificios antiguos no era otro que en el destinarlos para usos sociales, administrativos y culturales.
Y ello, dado el destino industrial que habían tenido durante décadas, obligaba a un importante proceso de transformación y rehabilitación. Nadie, sin embargo, pensó en analizar la posibilidad de que los mismos tuviesen problemas estructurales, como se comprobó años más tarde. De la Torre recibe las llaves de Tabacalera , en diciembre de 2004.
De un acuerdo de "20 millones" a una venta por unos 66 millones
"Altadis se ha ido con menos de la mitad de lo que planteaba (…) de esta operación va a sacar en torno a 20 millones de euros, menos de lo que tiene". Estas fueron algunas de las palabras que formaron parte de la intervención de Manuel Ramos, ex concejal de Urbanismo, en el Pleno celebrado en agosto de 2002 y en el que fue ratificado el convenio urbanístico firmado con la firma francesa mediante el que el Consistorio, a cambio de una importante compensación urbanística, se hacía con la propiedad de los históricos edificios de la antigua fábrica. Ramos informó de que según las valoraciones realizadas por los técnicos municipales, lo que "tenía Altadis allí, con edificios, con edificios protegidos y sus actuales instalaciones, está cifrada en 37 millones de euros". "Han pasado de 37 a 21 millones de euros en relación con su situación allí", llegó a asevera el que fuera edil del PP. Ignoraba Ramos lo que acabaría ocurriendo casi dos años después, cuando la empresa gala, al salir al mercado, obtuvo del orden de 66 millones de euros por la venta de los 33.000 metros cuadrados de techo edificable. 46 millones más de los que predijo Ramos.
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