Y esto, ¿quién lo paga?
OPINIÓN | TERRITORIO COMANCHE
Sorprende bastante la actitud de la Mesa del Turismo ante la nueva tasa de 7 euros que quiere imponer la Unión Europea a los turistas extracomunitarios
El prisma
Gentrificación verde
Málaga/ALLÁ por 1999 en el transcurso de unas jornadas de muestreo de suelos por la Axarquía coincidimos con el Día de las Migas en Torrox. Estábamos con unos colegas de la Universidad de Bochum (Alemania). Cuando terminamos nuestra tarea, y todo hay que decirlo, en diciembre y seducidos por el olorcito que nos llegaba, decidimos acercarnos al lugar de celebración a pasar el rato. Comimos y bebimos de todos cuantos productos que la gastronomía del entorno natural nos brindaba. Antes de que estuviésemos demasiado alpistelados decidimos dar por concluida nuestra experiencia gastronómica. Rotamos sobre nuestro propio eje, y tiramos para nuestro vehículo. Mis colegas se asombraron tras comprobar la gratuidad de una buena parte de lo que consumimos, y durante los días siguientes de trabajo de campo, siempre salió la conversación de las migas, y siempre la misma pregunta por si no lo habían entendido bien: ¿Y eso quién lo pagó?
Unos años después, con unos colegas de la Universidad de Trier (Alemania) con los que aún seguimos trabajando, estábamos haciendo un estudio sobre hidrología de pequeñas cuencas torrenciales y andábamos por la rambla de Albuñol, de muy tristes recuerdos por aquello de las inundaciones de 1973. Cuando llegamos a Albondón después de haber transitado por una excelente autovía en la que algunos tramos eran una concatenación de viaductos con túneles, y así repetidas veces, me volvieron a hacer la pregunta de los otros colegas… ¿Y esto quién lo ha financiado? ¿Gobierno de España? ¿Gobierno autonómico? Me extrañó que precisamente colegas alemanes, con la robustez económica e infraestructural que se les presumía, me hicieran esa pregunta, no ya vinculada a un plato de migas o de boquerones fritos, sino a un tema tan serio como las infraestructuras. Recuerdo que en la conversación salió también el AVE a relucir. Recuerdo una sensación de cierta incomodidad como si no tuviéramos derecho los del sur a semejantes infraestructuras, y argumenté el clásico de las desigualdades de Andalucía respecto al norte en mitad de una dinámica turística expansionista que requería la actuación infraestructural y blablablá. Pero la respuesta a sus preguntas estaba clara: la Unión Europea, es decir, todos. Ellos también.
Sin entrar en pequeños detalles, las grandes cifras coinciden en que Málaga desde 2005 ha multiplicado por tres el número de pernoctaciones anuales, pasando de 1 a 3 millones, lo que habrá incrementado en la misma medida la necesidad de recursos, desde los territoriales con una extraordinaria dinámica de urbanización en el litoral, hasta los hídricos, pasando por los agrarios y toda una serie de servicios e infraestructuras. Pero también contribuyendo al deterioro de los ya existentes, y por tanto incrementando las necesidades de su mantenimiento. Porque es evidente que cuando se amplía la capacidad de un aeropuerto y se le construye incluso una segunda pista, por ejemplo, no es para que los aviones lleguen repletos de ornitorrincos, sino de criaturitas, muchos de ellos turistas, que usan y consumen nuestros recursos e infraestructuras.
En estas, sorprende bastante la actitud de la Mesa del Turismo ante la nueva tasa de 7 euros que quiere imponer la Unión Europea a los turistas extracomunitarios, entre los que ya se encuentran los británicos, que son el principal cliente internacional para el sector turístico malagueño. Incluso la del propio presidente de Turismo Costa del Sol, Francisco Salado, posicionado diametralmente en contra, y utilizando como argumento que vienen a encarecer las vacaciones y a poner en peligro la competitividad del destino. “Todo lo que sea impositivo lo que hace es encarecer el producto. Por eso siempre digo que dejen al turismo en paz”. ¡Así, sin anestesia! Tasa de 7 euros.
Dice que el turístico es un sector que funciona muy bien por sí solo a través de los profesionales y los agentes implicados como son los ayuntamientos, Turismo Costa del Sol y Turismo Andaluz y recalca que esta industria es el motor de la economía andaluza, pero a su vez reclama más infraestructuras para la provincia, y pide a los alcaldes que moderen el consumo de agua porque no llueve. Así que, en esta lógica marxista, pero de los hermanos Marx, reclama a la UE que se dejen de inventos, porque aquí que entendemos mucho de eso, cuando subimos las tarifas se hace porque se mejora la calidad con lo que un impuestazo de 7 euros no la mejoraría, sino que supondría un sobrecoste al servicio final prestado. Porque claro, este nuevo impuestazo de 7 euros nos hará menos competitivos, por mor de una Unión Europea, que está siempre inventando en temas que al final sufrirán los ayuntamientos, como la tasa del saneamiento integral o la implantación del contenedor marrón en un plazo establecido para evitar una sobretasa de 20 euros por tonelada. Vamos, que allí arriba legislan y nosotros pagamos siendo el ciudadano el que se verá afectado.
Es una falta de lealtad que las administraciones locales no estén ahí a la hora de tomar estas decisiones analizando los pros y los contras. Y si se toman que haya una ayuda económica o una financiación para sobrellevarlas”. Paralelamente reclama que los fondos Next Generation de la UE tengan una mayor incidencia en la provincia de Málaga, con unas infraestructuras como Dios manda y como nos merecemos, que para eso somos el motor económico de Andalucía gracias al turismo. En definitiva, que recibimos turistas gracias a unas infraestructuras que en una gran parte han sido financiadas por la UE -Aeropuerto, Estación AVE, autovías, Estación marítima-, pero la UE no puede pedirles a esos turistas que con su uso contribuyen a su deterioro, que contribuyan a su mantenimiento con una tasa de siete euros, porque eso generará unas consecuencias terribles en nuestra economía pujante. En fin, cuando en la provincia estamos ya padeciendo unas consecuencias de la crisis climática que se deberían traducir en más medidas adaptativas, a los gestores del territorio se les debe exigir cuando menos coherencia y sentido común, y no razonamientos como estos. Ibon Navarro tenía un plan, parece que Francisco Salado no.
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