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En la zona occidental de la provincia de Málaga, arropando a Manilva en un fraternal abrazo, encontramos la localidad de Casares y al propio pueblo sobre una escarpada y enorme peña, dominando las tierras a su alrededor, que descienden hasta el mar Mediterráneo. De este modo, todas las playas de Casares son vigiladas desde un nido de águilas, un blanco mirador desde donde otear las mismas aguas donde el célebre Julio César pudo haber combatido los rigores de la canícula íbera con un regio y orgulloso chapuzón.
Y es que cuenta la leyenda que el famoso conquistador de casi toda la Galia -una aldea resistió siempre al invasor- paseó por las tierras casareñas dejando como recuerdo de dicha visita su nombre en la localidad.
De hecho, a unos cuatro kilómetros del municipio podemos visitar los restos de Lacipo, un yacimiento romano de una población ibérica que alcanzó notoriedad como plaza fortificada y que controlaba los caminos entre la costa y el interior.
Casares es, pues, otro ejemplo más -y en la provincia son incontables- de cómo el pasado de Málaga abarca insondables hechos escondidos en las profundidades de un mar de tiempo. Y esto es algo que, quizá por nuestra naturaleza mortal, tendemos a olvidar con demasiada facilidad.
Una localidad que puede mirar de cara al futuro porque se apoya en un pasado muy ligado al Mare Nostrum y donde sus playas siguen teniendo un gran protagonismo.
La primera playa de Casares si comenzamos su listado de oeste a este, es playa Ancha. Esta cala, por tanto, es la más occidental de la localidad y es vecina de la playa de Sabinillas de Manilva.
Playa Ancha ha sido galardonada este año con una Bandera Azul, de modo que puede lucir con orgullo este reconocimiento a su calidad y su esmero en acoger a los visitantes.
La extensión de playa Ancha es de aproximadamente 1.300 metros de largo con una anchura media de 50 metros, abarcando su arenal desde el río Manilva hasta aproximadamente el arroyo de la Parrilla. Precisamente el río Manilva se encargado de marcar el límite entre ambas poblaciones.
Compuesta principalmente por arena oscura, su nivel de ocupación es alto ya que se trata de una playa urbana con paseo marítimo, accesibilidad para personas con movilidad reducida, servicios sanitarios y de salvamento, dos pistas de voley playa, porterías de fútbol... es decir, de toda clase de comodidades y opciones de ocio.
Sus aguas suelen estar muy tranquilas y en algunas guías dividen su trazado en tres tramos diferenciados: la propia playa Ancha, playa Chica y playa la Sal. Nosotros, por nuestra parte, diferenciaremos las tres playas.
Por tanto, la siguiente cala casareña es playa Chica. Este arenal está limitado por el arroyo de la Parrilla, en su parte occidental, y por un acantilado cubierto por vegetación, en su zona oriental.
Playa Chica sólo dispone de accesos peatonales, lo que hace que sea una calita muy tranquila.
Además, su extensión no es homogénea, oscilando entre lo 20 y los 50 metros de anchura media.
Playa Chica se convierte de este modo en un pequeño tesoro para los amantes de las playas coquetas, calmas y sin mucha ocupación.
Tras playa Chica localizamos playa la Sal. Esta cala es un suspiro de arena de tan sólo 20 metros que se sitúa entre la Torre de la Sal y el límite marcado por el acantilado que también hace de límite a playa Chica.
A playa la Sal se puede acceder desde el paseo de la urbanización Perla de la Bahía.
En esta costa encontramos una edificación que le da nombre a la cala: Torre de la Sal.
Dicha torre se conoce desde el siglo XVI y se cree que es una obra nazarí que constituía parte del sistema de torres de vigilancia del litoral andaluz.
Más adelante en el tiempo, en sus inmediaciones se construirían unas salinas y la torre se emplearía para almacenar la sal, procediendo su nombre de este uso.
Tras la torre de la Sal encontramos playa Piedra Paloma. También esta cala casareña tiene unos límites que dependen de a quién le preguntes.
Playa Piedra Paloma es la playa más oriental de Casares y hace de frontera con la localidad vecina de Estepona. Es una preciosa y cuidada playa de más de dos kilómetros de longitud de oleaje moderado y limpias aguas.
En su interior, junto a playa la Sal, encontramos la cala Salto de la Mora: de nombre políticamente incorrecto, algunas guías consideran que es una playa diferenciada en sí misma.
Sea como fuere, nosotros incluimos Salto de la Mora dentro de Piedra Paloma al igual que en su delimitación se enmarca la playa canina que la localidad ha habilitado para el uso y disfrute de nuestras mascotas.
Dicha zona abarca algo menos de medio kilómetro y está rodeada de pequeñas zonas de vegetación que le proporcionan tranquilidad y personalidad.
De baja ocupación, hasta hace poco casi salvaje, sin apenas servicios y un único chiringuito, esta línea costera casareña está compuesta de grava, arena y fondos rocosos, perfecta para que nuestros animales corran en libertad. Incluso cuenta con una zona de fondeo abierta durante la época estival. Tampoco tiene limitación horaria en verano.
Como en cualquier otra playa canina, debemos respetar una serie de normas como recoger los excrementos de los perros y tenerlos controlados en todo momento, intentando no molestar a los demás usuarios.
También debemos tener las vacunas de la mascota al día, llevar la cartilla y si es un perro considerado potencialmente peligroso, se debe mantener atado y con bozal por precaución.
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