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A los arenales torroxeños debes llegar bien temprano si quieres reclamar un pedacito de costa, un trocito de la república independiente de tu verano. No hay reserva que valga. En ninguno. De modo que todas las playas de Torrox se convierten en una suerte de juego de estrategia en tiempo real en el que debemos conquistar nuestro propio nanorreino por un día. Cada nuevo amanecer, una conquista que parte de cero.
Una tradición muy extendida entre los estudiantes universitarios durante su época de exámenes establece que es posible reservar cuantos espacios sean necesarios en las mesas de estudio de las bibliotecas con el sencillo y enervante acto de marcar los huecos con un folio. Por mí y por mis compañeros. Una tradición tan arraigada, sagrada e irrompible que ríete tú de los Diez Mandamientos.
Cuenta la leyenda que, debido a esto, hay sillas en la Biblioteca General que nunca han sido estrenadas. El Infierno le tiene reservado un círculo muy especial al que inauguró semejante costumbre.
Pues bien, se ve que en el Ayuntamiento de Torrox alguien tuvo que soportar dicha ignominia en sus años mozos y cuando llegó a la costa para pasar un día en la playa y vio cómo algunos bañistas empleaban sombrillas, toallas, sillas o neveras para reservar los mejores sitios de la arena, se dijo a sí mismo "¡Aquí no!".
Y, bendito sea, no dudó en marcar una línea roja que ya quisieran algunos políticos nacionales, atajando el asunto de raíz al promover una ordenanza para sancionar a quienes pongan en juego este molesto sistema de reservas.
Torrox se convertía, así, en 2014, en una auténtica pionera con esta iniciativa y desde entonces ha llegado a retirar más de un millar de artículos de las playas, muchos de los cuales no han sido reclamados. Hay una pareja que ha perdido para siempre la nevera playera que les había acompañado desde que los niños estaban en proyecto, nevera que estaba llamada a ser la estrella de la futura herencia.
Pero las playas de Torrox no son sólo rompedoras por acabar con este injusto sistema de reservas, sino también por abrir la veda con un tema peliagudo al incluir espacios sin humo en sus principales calas.
Una franja de poco más de 300 metros repartida entre las playas de Ferrara, El Morche y El Peñoncillo convirtió hace menos de un año a éstas en las primeras playas de toda la Costa del Sol en delimitar espacios sin humo (sin humo de tabaco, se entiende). Una iniciativa que ya se ha comenzado a imitar en otros municipios de litoral malagueño.
Unas medidas, pues, que son una auténtica declaración de intenciones y que nos sirven de largo prólogo para llegar a donde queríamos ir: a reseñar todas lasplayas de Torrox:
La playa del Morche es una de las calas más conocidas de Torrox. Es la más occidental del municipio y se sitúa entre la veleña playa de Lagos y la playa de las Lindes.
Su extensa superficie, de kilómetro y medio de largo y unos considerables 50 metros de ancho, está formada principalmente de fina arena oscura y suele ser un lugar muy recomendable para el baño y el descanso familiar gracias a la suavidad de su oleaje.
Es una cala concurrida, pero aún mantiene espacios cuidados, como las dunas de la zona de La Carraca. Un cordón dunar bien conservado en su frente (no tanto en su trasera), siendo una zona que no dispone de paseo marítimo ni chiringuitos, por lo que es poco atractivo para el turista medio.
Con escasas infraestructuras, esta zona de El Morche no es una de las más frecuentadas, aunque a su alrededor sí hay espacios en un entorno más urbano, incrementándose en ellos los servicios y la afluencia de bañistas.
De hecho, el resto de la playa del Morche sí tiene paseo marítimo y, por tanto, un cómodo y fácil acceso que hace de esta cala un litoral concurrido y lleno de vida.
La playa de las Lindes también es conocida como playa de los Llanos e, irónicamente, como playa del Cenicero (cosa que, como hemos visto, se trata de evitar).
Sea como sea conocida, la playa de las Lindes cuenta con una extensión arenosa de alrededor de los 1.400 metros y un ancho de 40 metros que se extiende desde el arroyo Manzano hasta el Barranco del Mascuñar.
Tiene un oleaje moderado, bastante vegetación y dispone de cómodos accesos y abundantes servicios al encontrarse en un entorno claramente urbano.
Comparte características muy similares a las playas de El Morche -con presencia también de vegetación natural y de paisajes dunares- y Ferrara, aunque con un grado de ocupación relativamente más bajo.
En esta zona litoral existe una población de la especie vegetal protegida llamada pancratium marítimum, conocida como lirio marítimo, que crece en las dunas.
La playa de Ferrara es la única playa torroxeña que posee orgullosamente una Bandera Azul que certifica su calidad.
La playa de Ferrara es una amplia cala de fina arena oscura y oleaje moderado, de 1.300 metros de largo y 30 de ancho, que alberga el mayor porcentaje de concesiones e instalaciones de restauración y ocio, tanto de temporada como fijas, entre el Barranco del Mascuñar en la playa de las Lindes y el faro de Torrox.
Tras su paseo marítimo se asientan varias urbanizaciones y edificios asociados al turismo por lo que el grado de ocupación de esta playa es alto, especialmente en los meses de verano.
También destaca por la protección medioambiental especial que se delimita en la punta de su faro, ya que aquí se da una especie endémica y autóctona de la costa malagueña llamada limonium malacitano, especie que sólo está representada en esta zona del municipio.
Cerca del faro, igualmente, encontramos la playa canina de Torrox. Esta es la playa para perrosmás oriental de la provincia, y se encuentra delimitada entre el faro y el río de la localidad.
De fácil acceso y compuesta por grava, ésta es una cala canina muy tranquila que según las normas no cuenta con limitación horaria de ningún tipo y el baño no está recomendado a las personas, ni siquiera para los propietarios.
La playa del Peñoncillo es un largo arenal de más de kilómetro y medio y 30 metros de ancho que, aunque cada vez despierta un mayor interés por parte de los visitantes, sigue siendo un enclave alejado de edificios de apartamentos y lugares intensamente poblados.
Su primer tramo, de poniente a levante, es el que recibe el nombre de Cuartos catalanes (la palabra cuartos, ¿hará aquí referencia al dinero...?).
La playa del Peñoncillo es ideal para los que prefieren investigar espacios menos masificados, o para los que sencillamente busquen un poco de aislado descanso en un lugar donde no tener que contemplar las lorzas achicharras del guiri borracho que la pasada noche se pasó con los mojitos.
Esta cala, compuesta en su gran parte por guijarros, cuenta con servicios limitados y se extiende desde la desembocadura del río Torrox hasta el denominado Tajo de la Virgen o playa de Mazagarrobo.
Al igual que la playa del Peñoncillo, la playa de Mazagarrobo -conocida también como Tajo de la Virgen- no suele tener una excesiva afluencia de público y cuenta con servicios limitados. Por suerte, la cercanía con la localidad asegura que cualquier necesidad imperiosa de servicios, restauración u ocio que nos pueda surgir de manera imprevista sea fácilmente resuelta.
La playa de Mazagarrobo a pesar de encontrarse escondida y tener una baja afluencia de público, posee un acceso sencillo. Pequeña cala de anchura y longitud muy variable, sometida continuamente a corrientes y oleaje, en la temporada de baño mantiene, sin embargo, una longitud media cercana a los cien metros y una anchura entre los 10 y 20 metros.
De hecho, esta playa se divide en dos zonas: por un lado el arenal propiamente dicho y, por otro, una serie de acantilados pequeños que son como una muestra en miniatura de los Acantilados de Maro, que encontramos más al este, en Nerja.
Esta zona es ideal para relajarse, pasar un día en pareja, o con los niños, o ir a bucear -dejando a tu pareja con los niños- en plena Axarquía.
Pequeña y resguardada, la playa de Calaceite es una cala muy recomendable para visitar con respeto; una experiencia muy recomendable si se busca pasar un rato de tranquilidad en un entorno natural.
Ajena a construcciones o apartamentos, la playa de Calaceite discurre en paralelo a la carretera nacional, pero cobijada al amparo de unos macizos de sinuosas montañas.
De arena oscura, y con 400 metros de largo y 40 de ancho, este espacio protegido es un secreto a voces de baja presencia de visitantes. De hecho, sus servicios no son los propios de una playa urbana, como las que podemos encontrar en otros lugares de Torrox y del resto de la Costa del Sol.
El oleaje es moderado por regla general y el baño sumamente agradable, lo que la convierte en una buena opción de ocio, deporte y descanso en familia en el litoral torroxeño.
En último lugar, la playa de Vílchez, Vilches o Wilches es la cala situada en el extremo más oriental de la localidad, en la frontera con Nerja.
La playa de Vílchez es una pequeña y encantadora cala de sólo 200 metros de largo y 20 metros de ancho, bastante aislada del gentío de poblaciones cercanas. Su ocupación es generalmente baja, de oleaje habitualmente moderado y fácil acceso a pie, esta zona de la costa torroxeña es un pequeño tesoro escondido, aislada y con caletas de fina arena oscura.
Aunque apartada y tranquila, cuenta con servicios básicos como aparcamiento y alquileres de sombrillas, tumbonas y hamacas.
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