Treinta años al servicio del mar
Medio Ambiente
El Museo Alborania-Aula del Mar lleva más de tres décadas concienciando a la sociedad malagueña sobre el patrimonio marítimo que aguarda el mar de Alborán
Málaga/Julio de 1989. Cinco estudiantes acaban de terminar sus estudios en la universidad. Sus inquietudes por el conocimiento y el amor a la naturaleza les lleva emprender un proyecto complicado, laborioso y de gran responsabilidad, pero sobre todo apasionante. Dos biólogos, una psicóloga, un maestro y un especialista, todos con una pasión común: el mundo marino.
Estos jóvenes visionarios tienen nombre, son Juan Jesús, Cristina, Francisco, José Luis y Juan Antonio. Juan Jesús dice que el Aula del Mar ha vivido dos milagros: “Por un lado, seguimos los cinco que iniciamos el proyecto y por otro, nos podemos dedicar a la educación ambiental que, como pasa con los artistas, es renovarse o morir”, bromea.
La idea era clara: Málaga, vinculada al mar desde el asentamiento fenicio, tenía que tener un espacio dedicado a la investigación y la divulgación sobre el desconocido mar de Alborán, el que baña las costas de Málaga.
Nació así el Museo Alborania-Aula del Mar, con muy pocos recursos y con la ayuda de la Cofradía de los Pescadores que acogió este proyecto en su sede en el Muelle Heredia durante 23 años. Juan Jesús Martín recuerda el inicio del museo hace ahora más de 30 años. Lo cuenta en la primera sala del itinerario del actual Museo Alborania, en el Palmeral de las Sorpresas. Este primer espacio está dedicado al mar de Alborán y hay una escultura de una ballena elaborada con plásticos. El mensaje para el visitante que entra es claro: no estamos cuidando bien nuestros mares.
“La idea era a dar a conocer a la sociedad la riqueza y patrimonio del mar que baña Málaga, pero sobre todo, mejorar la relación de la ciudadanía con el entorno marítimo, concienciando sobre su importancia y el daño que causamos a nuestro ecosistema marino. Málaga fue junto con Mónaco, la única ciudad europea en tener un oceanográfico y un acuario dedicado al mar”.
Situado en del Paseo de la Farola, ese espacio cerró hace 70 años y este grupo de jóvenes quería recuperarlo de la forma más parecida posible. Así que se pusieron manos a la obra y crearon una cooperativa. Uno de las propuestas de valor que tenía su proyecto es la situación natural de Málaga, el enclave marítimo en el que se encuentra.
“El mar de Alborán es el único espacio del mundo donde conviven todas las riquezas del Atlántico con las del Mediterráneo”. A eso hay que sumar que el estrecho de Gibraltar es la puerta del Mediterráneo y estas costas han visto pasar a lo largo de la historia a todas las civilizaciones que se han asentado aquí.
En la planta baja hay un acuario en el que se representan los hábitats o paisajes submarinos más característicos del mar de Alborán. Acantilados costeros, fondos rocosos o praderas marinas albergan una enorme biodiversidad formada por lenguados, caballitos de mar, morenas y otras especies.
En otra sala de la planta de arriba se puede observar una extensa muestra de invertebrados como son los equinodermos con esponjas y estrellas de mar. En frente está el cuerpo de un calamar gigante conservado en alcohol. Un ejemplar de Architeuthis que parece sacado de una película de Piratas del Caribe. Apareció en 1997 en una playa de Fuengirola y se trata de una especie que vive en grandes profundidades.
El Aula del Mar también trabaja con distintas asociaciones en el proyecto C. R. E. M. A. (Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas). Atienden a especies marinas en peligro y prestan atención sanitaria a los animales. Una vez que el animal se recupera se devuelve al mar y a su hábitat. Además, también imparten talleres de primeros auxilios con especies marinas.
“Mucha gente cuando se encuentra una tortuga o cualquier mamífero marino varado en la playa lo primero que hacen es devolverlo al mar. No son conscientes de que si el animal ha llegado hasta ahí es porque posiblemente no pueda respirar en el agua”. Es alguna de las lecciones que pretenden dar con estos talleres y cursos.
Lo primero que hay que hacer si nos encontramos con esta situación es avisar al 112 y evitar mucha gente y ruidos. Hay que acomodar al animal, sujetándolo en el agua o sobre la arena y refrescarlo continuamente con agua o paños húmedos sobre el cuerpo.
La educación ambiental se convirtió en el pilar fundamental de este centro, que congrega cada año a más de 20.000 escolares, entre visitas a museo y campañas y proyectos de concienciación. El museo es sobre todo interactivo. “Siempre hemos intentado ser una herramienta útil del profesorado. Queremos sensibilizar y eso se hace a través de los sentidos: el tacto, la visión”.
Es por eso que las salas están repletas de juegos e instrumentos interactivos por los que los estudiantes desde primaria hasta secundaria pueden experimentar los conocimientos sobre la biodiversidad marina. “Ellos tienen que pasárselo bien aprendiendo, y que luego sirva para que aporten su granito de arena en la conservación del mar”. Entre otros proyectos se encuentra el fomento de voluntariado medioambiental con campañas de limpieza de playas y fondos marinos.
También destaca Infomedusa, un programa de información y prevención sobre la presencia de medusas en las playas de la provincia de Málaga que, a través de una aplicación móvil, mantiene informado en tiempo real a los ciudadanos.
Sobre estos 30 años dedicados al mar, Juan Jesús reflexiona que nadie valora lo que no conoce. Esa es una afirmación que va muy bien ligada a la actividad del Museo Alborania. “Incluso contra viento y marea merece la pena aportar nuestro granito de arena en la conservación del mar. Haber podido dar a conocer un poco más el mar que nos rodea y su importancia ha permitido que mucha más gente se preocupe y cuide este entorno”.
Como dice el biólogo “muchas barbaridades las hacemos por ignorancia y no con mala intención”. Por eso, la labor educativa y de concienciación de este museo es imprescindible. Ahora hay muchos retos a los que hay que hacer frente: reducir el uso de plásticos y evitar que acaben en el mar.
El Aula del Mar cuenta con un equipo de 20 profesionales con un papel “multidisciplinar”, pues son muchas las tareas que desarrolla cada uno de los trabajadores. Juan Jesús confiesa que la situación económica del museo es complicada. “En ese sentido estamos peor que nunca, tenemos que pagar un alquiler importante a la Junta por esta sede y se nota bastante”.
Cuando crearon la cooperativa, sus miembros pensaban que posteriormente el Aula del Mar se convertiría en un patronato o fundación que agrupara distintas instituciones. No ha resultado así, pero el centro sigue cumpliendo una importante función social manteniendo ese legado y compromiso por el mar que hace treinta años iniciaron cinco jóvenes volcados con el mundo marino y su importancia para Málaga.
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