Trucos muy numerosos
Dos familias de Málaga, con siete y cuatro hijos, cuentan cómo se organizan en su vida diaria para compatibilizar trabajo, colegio y casa, con la ayuda y colaboración de todos sus miembros
Felicidad, diversión y mucha organización son los tres términos en los que puede resumirse el ambiente en la casa de una familia numerosa. Lejos de ser un caos, todos los miembros se organizan con una serie de tareas fijas que hacen que los hijos liberen de algunas responsabilidades a los padres, se hagan independientes y sigan unos horarios fijos, sobre todo los días de colegio. Jorge Veintimilla y Julia Porlan tienen seis hijas y un hijo. La mayor, Verónica, de 19 años, es la única que no vive con ellos, porque está en Madrid estudiando Arquitectura. Los demás son "muy independientes desde pequeñitos y todos colaboran en algo", explica Julia sobre las tareas diarias. "El truco está en automatizar todas las tareas".
Los primeros en levantarse por la mañana son los padres, a las 7:00. Jorge se encarga de vestir a los más pequeños, Victoria y Jorge, que tienen 4 y 5 años, mientras los demás se preparan solos para ir al colegio. Cuando todos están listos, la madre y los niños se montan en el vehículo familiar y se van al colegio. La suerte es que todos estudian en el mismo centro, donde además trabaja la madre. Allí están hasta después de comer, cuando Teresa -10 años- y Maripaz -13- recogen a los dos más pequeños y se encuentran con el resto de hermanos y con Julia en el coche para volver a casa sobre las 17:00. El padre, profesor de la Universidad, tiene horarios diferente, pero tampoco suele llegar tarde a casa por las tardes.
Empieza la hora de los deberes para las mayores y de juego para los más pequeños, que se entretienen casi sin molestar a sus hermanas. Los padres no tienen ni que ayudarles con los deberes, lo hacen las de mayor edad. Por las noches Teresa se encarga de bañar a los pequeños y preparar los zapatos para el día siguiente, cenan juntos y a la hora de dormir Mercedes -15 años- y Jorge se van a su habitación, Teresa y Victoria a la suya y Maripaz y Julia -17 años- se van a dormir con la abuela, que vive en el piso de abajo. Esto ayuda a aliviar el espacio del piso y además le hacen compañía a la madre de Julia, "una gran ayuda para nosotros, ya que mi madre nos echa una mano con el cuidado de los niños", reconoce Julia.
Fuera de esta rutina, Mercedes acude dos veces en semana a una academia de teatro y baile, la madre se encarga de llevarla y recogerla, y Julia juega al baloncesto en Los Guindos. Y los viernes Maripaz, Teresa y Julia van a un club donde se organizan actividades.
El sábado es el día de la semana en el que más tiempo pasan juntos, por lo que hacen planes por edades; van al cine o al parque con los pequeños y luego, cuando éstos se duermen, ven alguna película con las hijas mayores. Aunque Jorge y Julia aseguran que cuando eran más pequeños hacían más cosas juntos: "Ahora las mayores van teniendo sus propios planes", explica Julia. Pero esto también tiene sus ventajas para los padres, que pueden salir o ir de viaje mucho más tranquilos, sabiendo que Julia y Mercedes, con la ayuda de la abuela se hacen cargo de la casa.
Tanto Jorge como Julia vienen de familias con muchos hermanos, ella tiene tres y él seis, por lo que, al igual que sus hijas ahora, tenían muy claro desde que se casaron que querían ser familia numerosa y educar a los hijos "fomentado la solidaridad", explica Jorge. De hecho, los uniformes del colegio los van heredando e incluso reciben y dan ropa a otras familias.
Además, pertenecen a la Asociación de Familias Numerosas de Málaga (Afanma), que forma parte de la Federación española, desde la que informan sobre las subvenciones que se pueden solicitar y luchan para que las familias numerosas obtengan un mayor número de ayudas desde las administraciones.
Para Guillermo Gallego y Rosa Cardeña, la vida diaria con sus cuatro hijos tampoco resulta especialmente complicada. "La gente piensa que al tener un hijo dejas de disfrutar, que no tienes vida, pero es al contrario, es lo más maravilloso que te puede pasar", afirma Rosa. Los tres niños son hijos biológicos y la niña es adoptada; en 2005, casi recién nacida, fueron a China a por ella. A diario los padres se levantan temprano y a las 8:00 Guillermo acude a su trabajo como contable. Rosa prepara a los más pequeños Antonio y Rosa, de 7 y 4 años, les da el desayuno y los lleva al colegio, junto con Pedro, su hijo de 14 años. Cuando vuelve del colegio, organiza un poco la casa y la comida para el mediodía y se va a iniciar su jornada laboral como comercial. A partir de ese momento, el hijo mayor, Guillermo -18 años-, se encarga de las tareas de la casa y termina de hacer la comida. Como acude al instituto en horario nocturno, su aportación a las tareas de la casa es importante. A la hora de comer, cuando los hermanos salen del colegio, Pedro recoge a los dos más pequeños y vuelven los tres juntos a casa. Después, a las 15:00 llega el padre, que ya se hace cargo de los pequeños durante toda la tarde. Entre deberes, bromas y juegos pasan la tarde hasta la cena.
Algunos días de la semana, la rutina se rompe con actividades extra escolares, Rosa asiste a clases para aprender chino, porque los padres quieren que tenga muy presente su procedencia, Antonio practica inglés y Guille juega al fútbol sala, mientras el padre se decanta más por el padel. Los fines de semana aprovechan para pasar más tiempo juntos y visitar el pueblo Rosa en Jaén (Lopera) o quedan con otras familias.
Rosa y Guillermo tenían muy claro desde que eran novios que les gustaban los niños y querían adoptar, por lo que una vez que tuvieron tres niños, hijos y padres decidieron ir a por la hermanita.
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