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Los muertos de diciembre
Málaga/Muchos eran los que llevaban advirtiendo hace días de la posibilidad de invasión de Ucrania por parte de su vecino ruso. Durante la madrugada de este jueves, las peores noticias se confirmaron. Rusia ha atacado nueve regiones ucranianas, en su mayoría infraestructuras, aeropuertos y aeródromos.
Los residentes en Ucrania siguen sufriendo y también lo hacen sus familias, aunque se encuentren a más de 3.000 kilómetros de distancia. Y es que la comunidad española ucraniana en España asciende a las 107.000 personas –según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE)–, de lo que se estima que unos 11.000 se encuentran en la provincia de Málaga.
Olga Symiv llegó a la capital malagueña hace ya diecinueve años. Al principio lo hizo sola; más tarde, se reunieron con ella su marido y sus hijos. Ahora, una de sus descendientes, junto a su pareja y su hija de tres años, ha regresado a Ucrania para “defender su país”. Aunque se encuentran en la zona oeste, Symiv cuenta que en una localidad no muy lejana han bombardeado un aeropuerto y una base militar.
“Sabíamos que iba a pasar y que iba a doler, pero uno nunca está preparado para sentir esto”, manifiesta con la voz entrecortada esta mujer, quien suplica ayuda. “Pido que paren esto por favor y que nunca haya guerras, que nadie sufra esto”, expresa emocionada.
Casi sin poder hablar, temblando y pegada al televisor para conocer las noticias que transcienden, también se encuentra Yaroslava Nakonechna, presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Ucranianas en España, -organización con sede en la capital malagueña-. “Han atacado todos los puntos estratégicos, bombardeado las bases militares, los aeropuertos para dejar indefenso al país y al ejército”, lamenta.
A sus 46 años, Nakonechna recuerda sus comienzos en Españas. Vino a trabajar con apenas 20 años, se casó y se quedó. Echa la vista atrás y relata que cuando salió de su país “todo estaba más tranquilo”. En la actualidad, no confía en que Europa puede parar la situación. “A Putin no le importa nada, ni sanciones, ni su gente. Solo entienden de fuerza física y de armas”, señala. Confiesa que esperaba la llegada de este momento, pero “cuando te toca es un miedo mortal”. También informa de que la asociación que lidera ya recauda medicina y comida en conserva para enviar a Ucrania, aunque -asegura- hay mucha gente que, desde hace años, acumula víveres por el miedo a la posibilidad de invasión. Un presagio que, hace horas, se ha hecho realidad.
“Llevamos ocho años avisando de que este hombre –Putin– quiere reescribir el mapa del mundo y la historia”, manifiesta Aleksander. Este ucraniano –que lleva en Málaga desde los 20 años– explica que la familia que le queda allí le ha informado que hay problemas relacionados con la comida y con el petróleo en las gasolineras. “Es un caos”, define.
Por su parte, Maryana Kasiv, residente en Málaga desde hace más de una década, cuenta que acaba de salir de una misa celebrada “por la paz”. En Ucrania tiene hermanos, sobrinos y sus mejores amigos. A su juicio, la única alternativa para frenar esta situación es “aislar” a Rusia del mundo: “Embargar los aviones rusos, y prohibir la entrada de cualquier barco procedente de este país en los puertos europeos”.
Kasiv acaba de regresar de su país, ya que estaba informada del peligro que corría si permanecí allí. Ya en España dice que estará también en la lucha difundiendo información. Además, la joven –de 29 años– ha asumido la portavocía de la Asociación Ucraniana Costa del Sol.
Maks Kholivchuk (18 años) también confiesa que tenían la esperanza de que “todo fuese un farol” y, finalmente, no se desencadenase un conflicto bélico. Apunta que quizás esta guerra la pueda parar el propio pueblo, y es que asegura que ha podido comprobar casos en los que el ejército ucraniano “ha cogido rehenes, pero no los ha matado”.
Muchos de estos ucranianos defienden que la mayoría de la población civil rusa se posiciona en contra de las actuaciones que está llevando a cabo su Gobierno. Así lo confirma la presidenta de la Asociación Rusa Costa del Sol, Alla Yevsyukova. Aunque nació en el país invasor, se muestra “totalmente en contra de la guerra”.
Asegura estar en estado de “shock”. Además, explica que hay muchas familias con mezcla ucraniana-rusa. El padre de su hija -cuenta- pertenece al país invadido y ella misma ha vivido allí muchos años. “No entiendo como se pueden estar enfrentando dos países que son hermanos. Tampoco quiero entenderlo”, lamenta. En cuanto a su líder no quiere opinar: “Nadie sabe lo que piensa”.
Decenas de ucranianos decidieron este jueves por la tarde, a eso de las 17:00, unirse a una concentración celebrada en la plaza de la Marina. A decenas de personas -muchas, visiblemente afectadas- la lluvia no les impidió reunirse para empuñar banderas de su país y pancartas con las que pedían el fin de la guerra. En algunas, se comparaba incluso al presidente del Kremlin con Hitler. También entonaron el himno de su país, rezaron y quitaron frases como “queremos libertad” o ucranianos para siempre”.
A Darina Mamchur y Oxana Urieva, por momentos, la tristeza les impedía articular palabra. Cuentan que -como tantos otros ucranianos- vinieron a España hace ochos años, cuando en 2014 comenzaron las revueltas a consecuencia de la adhesión ilegal de Crimea a Rusia. Y, aunque sabían que esta situación podía desencadenar en un conflicto bélico, estas jóvenes confiaban en que se solucionara mediante el diálogo. “Es una situación terrorífica, esperemos que la ayuda internacional pueda parar esto”. De lo contrario, advierten que “Putin acabará invadiendo Europa”.
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