"Estados Unidos no podrá captar talento si pone trabas a la inmigración"
JOSÉ CIBELLI. CIENTÍFICO de la Universidad de Michigan
Pionero mundial en clonación, es director científico del centro andaluz que trata de reprogramar células adultas para devolverlas a un estado embrionario con fines terapéuticos
Si se teclea en la versión española de Google el nombre de José Cibelli (Santa Fe, Argentina, 1963) el primer hallazgo que proporciona el buscador es un fabuloso titular: "El científico que irritó al Papa", publicado por el periódico argentino La Nación en 2001. Hubo un momento en que este científico de carácter tan apacible estuvo en el ojo del huracán porque fue el primero en el mundo en casi conseguir un clon de embrión humano. Catedrático de Biotecnología Animal de la Universidad de Michigan (Estados Unidos) desde hace 14 años, es el director científico del Laboratorio Andaluz de Reprogramación Celular (Larcel), con sede en Málaga, un proyecto en el que se ha comprometido tanto que le está dedicando el primer año sabático que se toma en su vida. En agosto volverá a Michigan.
-¿Qué es Larcel?
-Es una iniciativa de la Consejería de Salud. El mérito es suyo porque fue uno de los primeros lugares del mundo que vio que la medicina regenerativa tenía futuro. Para hacernos una idea, Andalucía empezó casi al mismo tiempo que el Centro de Medicina Regenerativa de California. Fueron visionarios.
-¿De qué año hablamos?
-Principios de la década de 2000. Una serie de leyes permitían trabajar con embriones humanos y ahí empezó la colaboración de nuestro laboratorio con grupos de Andalucía. Después vieron la necesidad de formar jóvenes en nuestra área. Primero enviaban a posdoc [doctores] a Michigan y más tarde se vio que desde el punto de vista económico convenía más que se capacitaran aquí. Así fue como se estableció el laboratorio en Sevilla. Después encontramos un lugar en Málaga, en Bionand que siempre me pareció el lugar ideal, porque podemos interactuar con ellos, tiene su propio animalario y muy buenas instalaciones científicas.
-¿A qué se dedican?
-Todavía colaboramos en Sevilla porque colaboramos con la Iniciativa Andaluza de Terapias Avanzadas en un proyecto preclínico de utilización de células humanas reprogramadas para el tratamiento de lesión de médula cervical. Aquí caracterizamos las células que luego se colocan en ratas en Sevilla. Además, hacemos técnicas de reprogramación para hacer que las células puedan volver hacia atrás y ser más plásticas. Estamos mirando moléculas y genes nuevos y utilizamos como modelo animal peces cebra.
-¿Qué significa reprogramar una célula?
-Una célula ya comprometida a ser una célula específica del cuerpo, por ejemplo un hepatocito [célula del hígado], se puede revertir con ciertas técnicas y transformarla en una célula madre embrionaria. Esto es lo que llamamos producir células pluripotenciarias inducidas. Hay otra forma de reprogramación que tampoco se encuentra en la naturaleza normalmente y consiste en tomar una célula que esté comprometida, por ejemplo, a ser una célula del hígado, para transformarla por ejemplo en una célula del páncreas sin tener que pasar por el estado embrionario. Eso lo llamamos transdiferenciación. Hay gente, por ejemplo, que ha tomado células de la piel y las ha transformado en neuronas. Funciona, aunque la eficiencia es más baja.
-¿En qué nivel de desarrollo está?
-Transformar células que ya están comprometidas en un tejido en embrionarias está bastante avanzado, pero el área de transdiferenciación está en los comienzos. Se seguirá trabajando porque es la solución ideal ya que cuando se producen células embrionarias después hay que volver a diferenciarlas al tejido que se quiere y esa diferenciación no es perfecta.
-¿Las técnicas son ya eficientes?
-Son todas ineficientes. Si quieres obtener neuronas motoras no todas van a ser motoras. Vas a tener un 80% de células que no lo son. Después que termines el proceso tienes que tratar de eliminar las que no quieres. En el caso de las células inducidas pluripotenciales tampoco obtienes todas las células que tú quieres y, además, cuando las pones en un paciente o en un animal puede generar tumores. El tema más importante todavía es la seguridad, pero se va a llegar. No hay que desalentarse.
-Las células madre crearon un furor que parece evaporado. ¿Han sido una decepción científica?
-Las células madre van a tener y tienen ya impacto en la medicina, no tanto como por ser utilizadas directamente en el enfermo, sino como herramienta para descubrir nuevos tratamientos y ese es el legado más grande que tienen también las células inducidas. Hay quien trabaja con células de pacientes que sufren la enfermedad de Huntington, que es lo que hace también Elena [González, investigadora del Larcel]. Convierten células de un paciente en células pluripotenciales inducidas y después producen las neuronas de ese paciente. A partir de ahí se pueden testear drogas [fármacos] en el plato de Petri. En este momento se pueden comprar librerías de drogas que contienen hasta un millón de moléculas que se pueden poner a las células de un enfermo Huntington para ver cuál es la más eficaz. Así, por ejemplo se han encontrado moléculas capaces de acelerar la producción de sangre.
-Casi parece un método de ensayo y error.
-Lo ideal va a ser que seamos capaces de descubrir células que están en su nicho, que las tenemos pero están dormidas. Hay animales capaces de reactivar esas células. Por ejemplo, si a un oxolote le cortan un brazo lo regenera. Esos fenómenos se están estudiando ahora para comparar y comprender por qué nosotros no somos capaces de hacer eso. No solo pasa en el brazo, sino también con otros órganos. Ha un artículo nuevo que indica que también regenera un ovario o un pulmón y sin producir cáncer.
-O sea, que hacen de forma natural el proceso que ustedes tratan de desarrollar en el laboratorio.
-Y lo bueno es que compartimos el 70% de los genes con ellos. Es cuestión de encontrar la forma...
-¿Cuántas personas componen el equipo del Laboratorio Andaluz de Reprogramación Celular?
-Ocho. Cinco aquí y tres en Sevilla.
-No parecen muchas para una apuesta visionaria.
-Estamos tratando de crecer. Necesitamos más gente. El laboratorio se vio afectado como toda España por la crisis económica. Lo que más nos ha afectado ha sido la financiación para contratar porque en España y en general en Europa te dan dinero para todo lo que sean por ejemplo reactivos o animales, pero no para personal.
-¿Les han llegado a dar dinero para un proyecto pero no para el personal que debe ejecutarlo?
-Sí, nos ha pasado y hemos tratado de conseguir recursos por otro lado, pero se hace difícil. En Estados Unidos escribes un proyecto y viene el dinero para contratar una persona por el tiempo que haga falta y para hacer los experimentos, para las dos cosas.
-¿Estaba preparado para esta experiencia?
-No, pero son gajes del oficio. En Estados Unidos también hubo un parate muy grande.
-¿Por qué vino?
-Me impresionó el compromiso de la Consejería de Salud. Nuestra relación más directa es con la Iniciativa Andaluza de Terapias Avanzadas (IATA) y su directora, Natividad Cuende. Es impresionante cómo ha crecido IATA. Cuando Natividad empezó tenía tres o cuatro personas y ahora creo que son más de 30. A pesar de la prohibición para contratar, se las rebuscaron para encontrar dinero de otro lado y crecer. Es increíble.
-Dada su posición podía haber empleado su año sabático en cualquier centro del mundo.
-Pero este me parecía el lugar ideal. El tema del sabático en estados Unidos se está poniendo un poquito más difícil. Ahora para que te lo aprueben tienes que presentar una propuesta explicando qué vas a hacer y me pareció ideal esto porque ya conocía el lugar y la gente, sabía lo que podía y no podía hacer y me daba la posibilidad de llegar ponerme a trabajar inmediatamente, sin perder tiempo.
-Porque hasta ahora...
-Iba y venía, pero pasaba más tiempo allá.
-¿Está garantizada su continuidad en el Larcel?
-En realidad la gente está capacitada para seguir por sí misma, que era el compromiso original con la Consejería de Salud... Como que la tarea mía es tarea cumplida.
-¿Qué va a pasar después de su año sabático? ¿Qué planes tiene?
-Por lo pronto tengo que volver en la segunda quincena de agosto. Me esperan en Michigan.
-¿Seguirá como director del Larcel?
-Eso es lo que no sabemos. Creo que el centro necesita alguien full time si queremos que siga avanzando. Si la situación económica mejora y la Consejería puede hacer algo, sería ideal.
-Según su experiencia ¿Es difícil ser científico en España?
-Ha habido crisis en todos lados. En Estados Unidos para conseguir una grant tienes que mandar 10 propuestas y la competitividad es altísima. Es duro en todos lados. Siempre hay detalles e idiosincrasias diferentes, pero yo he encontrado que la capacitación de los posdoc españoles es extraordinaria. El nivel es muy, muy bueno. En ese sentido España está muy bien, lo que hace falta es más dinero para investigación, pero por el resto es un lugar hermoso, donde se puede vivir, mientras que en Estados Unidos es todo trabajar y, tú sabes... Los latinos podemos tomar un recreo y volver a trabajar.
-Fue pionero en clonación. ¿Qué relación hay entre aquella investigación y lo que hace ahora?
-La conexión es directa porque la clonación lo primero que nos demostró es que puedes tomar una célula que está comprometida hacia una línea celular y darle plasticidad, es decir, que vuelva hacia atrás a través de fusionarla con un óvulo. En el caso de la reprogramación lo que usamos son moléculas ajenas que hacen que la célula vuelva hacia atrás pero el mecanismo todavía no lo conocemos y lo que estamos haciendo justamente aquí en Málaga es estudiar cómo hace el óvulo para tomar una célula y transformarla en una célula pluripotencial .
-En unos sitios se ha escrito que fue el primero en clonar un embrión humano y en otros que estuvo a punto. ¿En qué quedamos?
-Fue solo un intento porque en realidad no pasamos de fusionar una célula y formar un embrión de cuatro células. Hasta que se logró pasaron 13 años más. El primero fue un grupo en Oregón. La clave fue la calidad de los óvulos porque para ponerlos a funcionar tienes que trabajar con óvulos de mujeres de entre 18 y 25 años y nosotros trabajábamos con los que recibíamos de pacientes de entre 30 y 35 años que iban a las clínicas de fertilización in vitro. Después la ley cambió en EEUU y se podía compensar a los donantes con una cantidad mínima equivalente a la que recibirían si donaban para fertilización. Así fue como llegaron óvulos más jóvenes a los grupos científicos.
-Fue una etapa controvertida. Estados Unidos prohibió la investigación con células madre, apareció aquel científico coreano con su falsa clonación de un embrión humano, hubo mucho ruido.
-A la prensa le intrigó este tema pero después se aquietó y se pudo hacer mejor trabajo. Empezaron a pasar leyes en EEUU de modo que ahora se puede hacer clonación, aunque no en todos los estados y sin dinero del Gobierno, sino con financiación privada. Todavía hay una corriente en contra.
-¿Por qué tanta resistencia?
-Por una cuestión religiosa que lamentablemente no tendría que ser. Esa discusión todavía está en Estados Unidos y con el nuevo Gobierno quizás se ponga peor.
-Cómo investigador y como estadounidense de origen argentino, ¿le preocupa volver?
-No, lo que me preocupa es que la retórica del presidente tiene un eco a través del pueblo y las consecuencias no las podemos saber todavía... Las marchas de la mujer demuestran que hay gente preocupada.
-¿Teme frenos a la investigación?
-En nuestra área no se pueden poner más frenos. El genio salió de la botella y ya no lo van a poder meter dentro, pero es probable que en otras áreas sí, como en las leyes del aborto. En investigación esperamos que este gobierno incluso mejore la cantidad de dinero porque, es raro, pero va de la mano del presupuesto militar. Creemos que este Gobierno aumentará el presupuesto militar y probablemente aproveche el Congreso para poner dinero en investigación. Lo que sí es cierto es que la ciencia en Estados Unidos se ha beneficiado muchísimo de los inmigrantes. Tiene un sistema de selección para atraer y seleccionar lo mejor de cada país, pero ya hay muchos colegas que no lo ven tan atractivo. Si tú vas a un país donde te respetan en los ámbitos científicos pero no en otros... Ha habido casos. Después de las elecciones, en un congreso creo que de neurociencia una colega iba por la calle en San Diego, alguien se acercó en un auto y le gritó '¡vuelve a tu país!' por el solo hecho de lucir latina.
-¿Cree que puede perder esa capacidad para atraer talento?
-Si va a poner trabas a la inmigración sí. Ahora es muy fácil tomar un posdoc. No importa de dónde sea. La oficina de extranjeros de la universidad te hace el papeleo y no tarda más de un mes. Pero puede que haya restricciones dependiendo de dónde vengan esos investigadores. Es una lástima. Esperemos que no suceda.
-¿Qué le gusta de vivir en Málaga?
-Todo. Lo primero la gente y después, bueno... El sol es importante.
-¿Qué le falta a esta sociedad?
-[Reflexiona] No la conozco tanto, pero lo que sí pienso es que si hubiera más dinero para ciencia los investigadores tendrían más libertad para moverse dentro del sistema académico. Esto también pasa en el resto de Europa.
-¿Ve el sistema muy estanco?
-Los investigadores tienden a volver a las instituciones académicas en las que comenzaron su carrera, bien sea por temor económico o por perder posición. No se producen cambios, mientras que en Estados Unidos eso es muy común. Después de siete años la gente busca otro lugar.
-No está bien visto.
-No está bien visto que un estudiante vuelva a la universidad en la que se doctoró. A lo mejor puede volver pero luego de 20 años. En general no está bien visto que un estudiante tuyo, luego que se ha doctorado, siga publicando contigo. No le hace bien a los estudiantes.
-¡Uy! pues aquí es casi una norma. de obligado cumplimiento.
-En cierta forma creo que es una manera de proteger a ese estudiante joven. Se hace con buenas intenciones porque existen pocas oportunidades. En cambio, si hubiera un poquito más de dinero en investigación habría otros sistemas donde ese posdoc podría encontrar su carrera como investigador. Esa es la diferencia más grande que veo.
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