Universitarios malagueños que se juegan la beca en la ruleta: así es el nuevo ludópata
Expertos denuncian la “facilidad” que tienen los jóvenes para acceder a créditos rápidos de hasta 6.000 euros
Piden la implicación de las familias, para que tomen conciencia de la adicción de sus hijos
Desde universitarios que se juegan la beca de estudios en la ruleta hasta otros que apuestan el último céntimo que han ganado echando horas en su primer trabajo. Ese es el perfil del nuevo ludópata que está necesitando terapia en la Asociación Malagueña de Jugadores de Azar en Rehabilitación (Amalajer), cuyo presidente, Francisco Abad, reconoce que son cada vez más los estudiantes que viven solos y dejan a su suerte “los pocos ingresos que tienen”. “Está siendo el principal problema. Algunos llevan poco tiempo en contacto con el mundo laboral y ya tienen deudas muy altas”, advierte.
Los adolescentes han normalizado el juego. El fácil acceso a las apuestas deportivas y juegos de azar (ruleta, póker y maquinitas, principalmente) suele estar detrás de las adicciones de un público cada vez más joven. Los expertos detectan ya incluso a menores que aprovechan la hora del recreo en el instituto para apostar en salones de juego con el carné de identidad del compañero que ya tiene la mayoría de edad. “Es muy frecuente ver a grupos en las puertas de estos locales hacia las 12 de la mañana”, afirma el responsable de la asociación, que atiende a unos 350 usuarios con adicciones paralelas tanto al juego online como presencial. Porque el uso descontrolado de esta doble modalidad –según alerta– va en aumento. “Antes veíamos a personas que jugaban online y hoy también lo hacen en salones por el hecho de que allí cobran el premio de inmediato. Eso es un atractivo”, explica Abad, que entiende que muchos de los afectados se adentran en el mundo de las apuestas “porque su grupo de iguales lo hacía por entretenimiento y, al final, ellos se han apartado y han seguido jugando de forma más frecuente, hasta que terminan enganchados”.
El juego patológico constituye un auténtico problema sociosanitario que ha adquirido una envergadura más que notable debido, sobre todo, a las nuevas posibilidades que aportan las tecnologías y también al “efecto llamada” que genera la publicidad. La tercera pieza clave es la “facilidad” con la que, en palabras del presidente de la Asociación de Jugadores de Azar en Rehabilitación, cuentan los jóvenes para acceder a créditos rápidos de 3.000 ó 6.000 euros para asumir las “deudas espantosas” que les supuso, en su origen, acertar un pleno en la ruleta. “Hay chavales que han conseguido entre 70 y 80 créditos de plataformas que ni sabíamos que existían. Los intereses suelen ser abusivos, ya que el jugador lo que quiere es la inmediatez del dinero y no le importa lo que le exijan. Solo piensa en jugar”, detalla.
La situación se agrava cuando las familias no son suficientemente conscientes de la adicción que envuelve a sus hijos. Amalajer detecta cómo las parejas se implican en las terapias más que los padres. “Estos piensan que sus hijos son jóvenes y que tienen que hacer determinadas cosas. No atienden las normas que exige el tratamiento”, subraya el responsable de la asociación.
La rehabilitación de los jugadores, que suele prolongarse unos dos años, no resulta sencilla. El 93% de los ludópatas que renuncian al tratamiento acaban volviendo meses después con “los mismos problemas y deudas nuevas”. “Hay padres que sí sacan a sus chicos adelante. El problema está en aquellos que piensan que su hijo no va a jugar más y que solo ha sido un tropiezo. Ojalá fuera así, pero vemos que la realidad es otra”, destaca el presidente de Amalajer.
Hay usuarios de 18 ó 20 años que acuden a la asociación sabedores de que tiene un problema. Lo hacen “totalmente convencidos” de que van a rehabilitarse. Otros tratan de engañarse a sí mismos y piensan que “si no tuvieran deudas jugarían de una forma más controlada”. “Esto no es así. Ocurre que cada vez “necesitan más dinero y más tiempo para el juego. Eso forma parte de la enfermedad. Así son las adicciones”, resalta Francisco Abad.
La ludopatía más frecuente es la de las adicciones a los juegos de azar del casino, seguida de la apuestas deportivas en directo y en diferido. “Todos los salones de juego tienen ruletas electrónicas. No podemos olvidar las máquinas tragaperras, a la que suelen jugar aquellos de entre 30 y 35 años en bares y cafeterías”, precisa, al tiempo que denuncia la permisividad de estos locales y reclama más inspecciones. “Miran a otro lado. Menores que tienen prohibido acceder nos cuentan que se les permite jugar. Las multas tendrían que ser ejemplares y no se debería permitir que volvieran a abrir”, sostiene.
Nuevos grupos de terapia ante el aumento de casos
Las conductas adictivas se agravaron debido a la pandemia como forma de evasión de muchos jóvenes. De hecho, la asociación Amalajer tuvo que organizar grupos nuevos ante el aumento de casos y la “saturación”, pero el problema de las adicciones al juego persiste. Vecinos ya se están movilizando para ponerle fin. Con su lucha, un grupo de residentes de la avenida Carlos Haya ha logrado que no se abra un salón de juegos en el bajo de su edificio y que sea sustituido por una pizzería. Lo primero era recabar apoyos. Después se manifestaron junto a la plataforma y elaboraron un documento con informes de especialistas en contra de la apertura del salón de juegos. Impulsaron junto con la plataforma y Adelante Málaga una moción municipal por la que se pedía que ninguna casa de apuestas se situase ninguna casa de apuestas a menos de 500 metros de centros educativos. La moción salió adelante y ahora esa normativa rige temporalmente, pero la intención del Ayuntamiento es que sea permanente.
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