Usuarios de criptomonedas en Málaga: una comunidad aún minoritaria y muy diversa
El perfil mayoritario va de 30 a 50 años y el uso de estas divisas es muy variado: desde puntual a muy continuado y desde pequeñas cantidades a miles de euros
El 'bitcoin', pese a su fama, no es que tiene más uso
Consejos para mantener tus criptomonedas 100% seguras
Bitcoin. Blockchain. Minería de datos. Criptomonedas. Tokens. Son términos que han invadido nuestras vidas sobre todo en los últimos dos años y que indican que algo -gordo- se está moviendo en el mundo de las divisas.
Málaga participa de este movimiento con un nicho de mercado aún muy minoritario y muy diverso, además. Yisele Villamizar, encargada de la tienda del exchange de criptomonedas que la cadena Bitbase abrió en el verano de 2020 en el centro, asegura que "Málaga es una ciudad que ya tenía un nicho 'cripto' y que lo que buscaba era la forma de convertir la moneda en euros. Eso hacen muchos clientes. Otros ven la tele, internet... y vienen porque quieren invertir algo. Y también hay gente que viene a informarse y realiza algún tipo de transacción".
No es un mercado masivo. Al día, pueden aparecer por la tienda cinco o seis personas, a veces ninguna y en momentos en que monedas como el 'bicoin' se disparan o se hunden, hasta 10 o 15. El perfil es muy variado. Los más jóvenes suelen usar las criptomonedas para realizar pagos 'on line', especialmente para la plataforma de distribución digital de videojuegos Steam. Pero la mayor parte tiene entre 30 y 50 años y no necesariamente con poder adquisitivo. "Hay quien ha venido con 200 euros (a adquirir una criptomoneda o una porción) y no ha vuelto más, los hay que traen 100 cada mes y los hay que han venido con 15.000 euros de una vez", afirma Yisele Villamizar. "Nosotros recomendamos al cliente siempre que invierta una cantidad que no necesita. Si tienes 150 euros y los vas a echar en falta, no los uses. Si son 20 pues 20. Poco a poco", añade.
La razón de esta recomendación es obvia: el de las criptomonedas es un mercado muy volátil, en el que, como en la Bolsa, el valor de una divisa depende de cuánto se compra y se vende. Pero "a diferencia de la Bolsa, este movimiento no para, es continuo. Te puedes acostar un día con 50.000 dólares (o euros) en criptomonedas y levantarte al día siguiente con 12.000", dice Villamizar. Ya este verano, el fundador de Tesla, Elon Musk, revolucionó el mercado del bitcoin con sucesivos movimientos de compra y venta masiva que elevaron y hundieron su valor.
Aunque se suele relacionar el mundo de las criptomonedas con el bitcoin, lo cierto es que es solo una pequeña parte. El bitcoin es la más famosa, pero no la más usada. Es, como dice Yisele Villamizar, la "niña bonita", la que todos quieren tener pero también se guarda como oro en paño porque se supone que su valor va a crecer. "Cuando abrimos la tienda valía 9.000 dólares y ahora vale 50.000", afirma.
Con el Ethereum, más "terrenal" (su valor está en unos 3.600 dólares), se producen muchas más transacciones y, además, al ser la red de 'blockchain' más moderna, las operaciones se garantizan en uno o dos minutos (en el caso del bitcoin pueden ser hasta veinte). Hay monedas como la USDT que están vinculadas directamente al valor del dólar. Está la Ada Cardano, una de las más avanzadas tecnológicamente y que gana terreno día a día. Y luego están los tokens, monedas que 'circulan' por redes concebidas para otras criptomonedas y que son creadas por organizaciones, comunidades o empresas como medios de pago (aunque también varía su valor en función de la compra-venta).
"Es lo más inteligente, el dinero en el banco no renta"
José es un inversor en criptomonedas de pequeña escala. Dice que sabe de otros con muchos conocimientos y que se juegan mucho más dinero. Él no. Pero sí tiene claro que una cuenta de ahorro en el banco no da apenas nada. "Tenía dinero en un fondo y solo saqué tres euros, la rentabilidad es muy escasa". Por eso se decidió "por lo más inteligente", la moneda digital. No le parece ninguna locura lo que hace. Invierte poco a poco, cantidades razonables, y ya a alguna inversión le ha sacado el doble. Su objetivo no es especular sino lo que se llama en el 'argot' 'holdear', es decir, guardar lo que tiene, que el dinero rinda a largo plazo
La empresa malagueña Febelink, por ejemplo, acaba de crear un token. Ha puesto en marcha un buscador de servicios profesionales (un google especializado en ese nicho, para entendernos) y ofrece como opción pagar en su token, el Aureo. "No lo creamos con afán especulativo -afirma su CEO, Juan E. Domínguez- pero su valor va a ir en función de la demanda. Si son 100 millones, por ejemplo, y se pasa de 10.000 a 1000.000 usuarios y luego a 1.000.000 su valor irá aumentando". El lanzamiento del token de Febelink -que permitirá igualmente la fórmula tradicional, el pago en euros- se hará en tres fases: el 5 de noviembre a 10 céntimos de euros, en una segunda fase a 20 céntimos y en una tercera a 30 céntimos. Con el token los usuarios podrán pagar a las empresas que contraten y Febelink podrá cobrar por los servicios premium que ofrece (su oferta básica sí es gratuita). Circulará a través de la red de blockchain Stellar, creada por IBM, que tiene su propia aplicación para realizar transacciones y convertir los tokens a euros.
Cualquier criptomoneda -incluidos los tokens- tiene un límite máximo fijado en el código con el que fue creada, con el objetivo de evitar la inflación. En el caso del bitcoin, por ejemplo, son 21 millones. Ni uno más. Ahora mismo hay 19 millones en circulación (aunque se calcula que entre dos y tres se han perdido) y quedan dos millones hasta llegar al límite. Estos son 'creados' por miles de ordenadores en complejas operaciones algorítmicas, lo que se llama minería de datos. Domínguez calcula que aún llevará 100 años llegar al límite de bitcoins establecido.
Como explica Juan Domínguez, la red 'blockchain' es una especie de libro contable. Cada transacción se asocia a un código alfanumérico que se une a la siguiente a través de un nodo y así sucesivamente hasta el infinito. "Toda la cadena de blockers está unida, no puedo modificar ni un solo dato; si no, se modifica todo. Lo que certifica que todo es correcto suele ser un notario o una firma manuscrita o digital, un tercero que le dé fe. Aquí se hace a través de nodos. Hay miles de equipos informáticos que pertenecen a la red y que certifican que la transacción ha existido. Hay que poner de acuerdo a toda la comunidad, a todos los ordenadores. Si hay una mínima discrepancia no se da por válida la transacción".
Y para que esos ordenadores se mantengan activos hay que sostenerlos económicamente. Cada transacción implica una pequeña comisión -en forma de criptomoneda- hacia esa comunidad, y esa pequeña comisión es algo nuevo, no es algo que se detraiga de los operadores. Así se crean las criptomonedas, entre ellas el bitcoin. Esa es la minería de datos y así se sostiene el tinglado.
Domínguez lamenta, por otro lado, que se asocie criptomonedas y 'blockchain' a especulación, "cuando es lo menos importante". "En Málaga hay muchos usuarios que usan las redes, pero sigue habiendo mucho desconocimiento y vemos solo un 1% de la potencialidad de este fenómeno. Es como si estuviéramos a principios de los 90 con internet. En Málaga hay gente que usa criptomonedas, pero desde un punto de vista especulativo, no profesional, para comprar bitcoin, ethereum, y ver cuales van a crecer"
En el día de mañana, dice, compraremos el pan con bitcoins. Y el blockchain, añade, ya es una realidad para la trazabilidad de los alimentos, para adquirir un medicamento con receta (todo se hace con códigos encriptados), para la operativa del transporte, para los mismos certificados de vacunación. El 'blockchain' invade nuestras vidas y no lo sabemos. Y las criptomonedas ya se usan como medios de pago en países como El Salvador, en la cadena Burger King en Reino Unido, en plataformas de videojuegos y en cientos de páginas web.
El futuro está más cerca de lo que pensamos.
1 Comentario