"Veo mis intervenciones como un regalo a las ciudades"

El artista francés concedió a este periódico una entrevista en junio de 2017

R. L.

14 de junio 2018 - 01:39

Málaga/Sostiene Wikipedia que nació en 1969, pero, más allá de este dato, si algo ha intentado mantener celosamente oculto el artista francés Invader era su identidad. Después de que el Obispado solicitara la retirada de la figura instalada en una fachada del Palacio Episcopal, declarado BIC, y de que la Junta de Andalucía abriese una investigación sobre el asunto, Invader relató su versión a Málaga Hoy el pasado 2 de junio de 2017. A continuación reproducimos parte de la entrevista.

-El Obispado ha solicitado la retirada de una de sus obras por utilizar la fachada de un Bien de Interés Cultural, el Palacio Episcopal. ¿Se esperaba esta reacción?

-En absoluto, ni siquiera sabía que ese edificio era el Palacio Episcopal. Lo elegí hace un año, durante una búsqueda de localizaciones en Málaga, porque era un muro cegado, no la fachada principal, y cumplía con todos los requisitos para mi trabajo: un buen tamaño, bien situado en el centro de la ciudad y muy fotogénico. A veces ocurre que un propietario enfadado retira una de mis piezas de sus paredes. La pena es que en este caso era una de las piezas principales de mi invasión de Málaga. Lo hice a medida y me inspiré particularmente en la cultura española al representar a una bailaora flamenca en un estilo de 8 bits con un pequeño invasor del espacio escondido en el pelo. Fui a verlo varias veces en los días posteriores a su instalación, y me impresionó el número de personas que pasaban y lo fotografiaban, pensé que se trataba de un icono local. De todos modos, invito a la gente a que vaya a verla y fotografiarla antes de que desaparezca. De hecho, hay varios admiradores de mi trabajo que al saber que podían retirarla, han organizado un viaje a Málaga de urgencia. Van este mismo fin de semana.

-También la Junta de Andalucía ha abierto una investigación sobre las 29 obras que colocó hace dos semanas en Málaga. ¿Ha tenido este tipo de vigilancia institucional en otras ciudades en las que ha intervenido?

-No, eso no me ha pasado nunca en ninguna otra ciudad. Al menos, no de esta forma. En Hong Kong, muchas de mis obras fueron retiradas en pocos días en 2014, pero sólo por el exceso de celo de un empleado municipal. Aquello generó una gran polémica y las instituciones de la ciudad lamentaron su destrucción. Dicho esto, creo que se trata de una reacción en caliente por su parte. Si analizan la cuestión, se darán cuenta de que mucha gente valora mi trabajo y que no sería muy constructivo destruir mis obras en Málaga. Hay que relativizar un poco las cosas, se trata de una invasión artística que he regalado a la ciudad y a sus habitantes.

-¿Cómo fue el proceso de creación del proyecto malagueño?

-Durante la búsqueda de localizaciones tomé medio centenar de fotos y medidas de las potenciales ubicaciones de las piezas. Después precisé mis elecciones y realicé un mosaico adaptado a cada uno de los treinta lugares que finalmente seleccioné. Cuando estuvieron listas, ya no tenía más que instalarlas.

-¿La gente sigue considerando vandalismo el arte urbano? ¿Dónde está la línea que los separa?

-Todo depende del sentido que le demos al término vandalismo. Por mi parte, aunque hago mi trabajo sin autorización , siempre intento ocupar un lugar en la ciudad de forma sutil y respetuosa. Veo mis intervenciones más como un regalo que como una degradación. Para mí, el vandalismo es robar, destruir o romper. Yo creo que más bien lo que hago es construir, sumar y crear.

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