"Veo mis intervenciones más como un regalo que como una degradación"

invader. artista

Después de que el Obispado solicitase la retirada de una de sus obras instalada en el Palacio Episcopal, con el expediente de la Junta en marcha, el creador apunta sus razones

'Invader' (2007), autorretrato del artista francés.
'Invader' (2007), autorretrato del artista francés. / Invader
C. Fernández· P. Bujalance

02 de junio 2017 - 02:03

Sostiene Wikipedia que nació en 1969, pero, más allá de este dato, si algo ha mantenido celosamente oculto el artista francés Invader es su identidad. Emblema del arte urbano en su vertiente europea, este creador se inspira en las figuras fuertemente pixeladas de los videojuegos de 8 bits que se hicieron altamente populares allá por los años 70 y 80 (su nombre encierra un homenaje al juego de Arcade de 1978 Space Invaders). Hoy, sus reconocibles personajes, con los que establece un simulacro de invasión alienígena, se encuentran repartidos en más de 65 ciudades de más de treinta países, colocados siempre con nocturnidad y alevosía, al más puro estilo del street art. Su idilio con Málaga empezó hace poco más de un año, cuando llegó invitado por Fernando Francés, el director del CAC Málaga, con vistas al MAUS, el proyecto de arte urbano del Soho del que el Ayuntamiento decidió prescindir poco después. Finalmente, Invader ha hecho de las suyas en Málaga en los últimos días, con 29 obras repartidas en otros tantos enclaves de la ciudad. Después de que el Obispado solicitara la retirada de la figura instalada en una fachada del Palacio Episcopal, declarado BIC, y de que la Junta de Andalucía abriese una investigación sobre el asunto, Invader relata su versión a Málaga Hoy.

-El Obispado ha solicitado la retirada de una de sus obras por utilizar la fachada de un Bien de Interés Cultural, el Palacio Episcopal. ¿Se esperaba esta reacción?

No sabía que ese edificio era el Palacio Episcopal, pero escogí un muro cegado, no la fachada principal"Mucha gente valora mi trabajo: no sería muy constructivo destruir las obras que he dejado en Málaga"Salvo en Hong Kong, donde hubo un empleado municipal con exceso de celo, nunca me había pasado esto"

-En absoluto, ni siquiera sabía que ese edificio era el Palacio Episcopal. Lo elegí hace un año, durante una búsqueda de localizaciones en Málaga, porque era un muro cegado, no la fachada principal, y cumplía con todos los requisitos para mi trabajo: un buen tamaño, bien situado en el centro de la ciudad y muy fotogénico. A veces ocurre que un propietario enfadado retira una de mis piezas de sus paredes. La pena es que en este caso era una de las piezas principales de mi invasión de Málaga. Lo hice a medida y me inspiré particularmente en la cultura española al representar a una bailaora flamenca en un estilo de 8 bits con un pequeño invasor del espacio escondido en el pelo. Fui a verlo varias veces en los días posteriores a su instalación, y me impresionó el número de personas que pasaban y lo fotografiaban, pensé que se trataba de un icono local. De todos modos, invito a la gente a que vaya a verla y fotografiarla antes de que desaparezca. De hecho, hay varios admiradores de mi trabajo que al saber que podían retirarla, han organizado un viaje a Málaga de urgencia. Van este mismo fin de semana.

-También la Junta de Andalucía ha abierto una investigación sobre las 29 obras que colocó hace dos semanas en Málaga. ¿Ha tenido este tipo de vigilancia institucional en otras ciudades en las que ha intervenido?

-No, eso no me ha pasado nunca en ninguna otra ciudad. Al menos, no de esta forma. En Hong Kong, muchas de mis obras fueron retiradas en pocos días en 2014, pero sólo por el exceso de celo de un empleado municipal. Aquello generó una gran polémica y las instituciones de la ciudad lamentaron su destrucción. Dicho esto, creo que se trata de una reacción en caliente por su parte. Si analizan la cuestión, se darán cuenta de que mucha gente valora mi trabajo y que no sería muy constructivo destruir mis obras en Málaga. Hay que relativizar un poco las cosas, se trata de una invasión artística que he regalado a la ciudad y a sus habitantes.

-¿Cómo resultó su trabajo en Málaga?

-¡Muy bien! Me encanta España y Málaga es una ciudad agradable, y sobre todo, estoy bastante satisfecho de mis intervenciones.

-¿Qué le lleva a decidir los lugares en los que colocar sus obras? ¿Cuáles son sus criterios para determinar el espacio?

-Vine a Málaga unos días el año pasado para visitar el CAC y buscar localizaciones para esta invasión. Me ha llevado un año realizar las 29 piezas en mi taller, casi todas ellas a medida. De hecho había previsto treinta, pero tuve que renunciar a una de ellas. Escogí las localizaciones por criterios de fotogenia, ya que la foto que luego tomo de las figuras debe ser bonita; y también geográficas, he hecho una cuadrícula de la ciudad.

-¿Y piensa piezas específicas para cada lugar?

-Oh, sí, cada vez más, de hecho suele ser el lugar el que dicta la forma y el tema de la pieza.

--¿Cómo fue el proceso de creación del proyecto malagueño?

-Durante la búsqueda de localizaciones tomé medio centenar de fotos y medidas de las potenciales ubicaciones de las piezas. Después precisé mis elecciones y realicé un mosaico adaptado a cada uno de los treinta lugares que finalmente seleccioné. Cuando estuvieron listas, ya no tenía más que instalarlas.

-¿Tiene prevista una muestra con el CAC Málaga?

-Sí, llevamos un tiempo hablando, de hecho fue lo que desencadenó mi viaje a Málaga y esta primera oleada de la invasión. El CAC me parece un museo muy dinámico, que, además de una programación muy seria, ha sabido defender y descubrir una escena emergente que todavía no había sido reconocida por todos.

-¿Por qué utiliza siempre el anonimato?

-Hay varias razones, pero por decirlo rápido, diría que me facilita la vida y me permite consagrarme a mi trabajo.

-¿La gente sigue considerando vandalismo el arte urbano? ¿Dónde está la línea que los separa?

-Todo depende del sentido que le demos al término vandalismo. Por mi parte, aunque hago mi trabajo sin autorización , siempre intento ocupar un lugar en la ciudad de forma sutil y respetuosa. Veo mis intervenciones más como un regalo que como una degradación. Para mí, el vandalismo es robar, destruir o romper. Yo creo que más bien lo que hago es construir, sumar y crear.

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